¿y El Plan B?

CAPITULO 12

Aleister Brown

Me veo en el espejo y sonrió con arrogancia.

Tomo mi celular y le mando mensaje a Mad si ya estaba lista, me contesta y comienzo a caminar para salir del cuarto.

Cuando bajo veo a mi hermana menor jugando con legos.

— Mira, es una nave espacial - dice viéndome con una gran sonrisa.

Es idéntica a ella.

Le sonrió y voy en su dirección.

— Wow, te quedó demasiado cool.

Ella ríe y después me ve con una gran sonrisa.

— Jóven, su padre lo quiere ver en su despacho. - dice la muchacha de servicio.

Mi sonrisa se desvanece.

— Adiós, Bella.

Camino rápidamente hasta llegar al despacho de mi padre.

Entro sin tocar la puerta y el olor tan conocido me recibe.

— ¿Pasa algo? - pregunto preocupado.

— Aleister... Siéntate.

Acato su orden.

— ¿Le sucedió algo? - sigo preguntando.

— Hay que dejarla dormir en paz. - dice simplemente y entendiendo a la perfección a lo que se refiere.

Mierda, no.

— No... Tú no puedes hacer eso.

— Lleva mucho tiempo en ese estado.

— Ella va a despertar, eso es seguro. - digo insistiendo.

— Es mucho el tiempo en el que ha estado así.

— Es mi madre....

— Ella estará mejor. Sé que es difícil, creeme no fue una decisión fácil de tomar pero hay que ser realistas, ella nunca volverá.

Siento como si una bala hubiera impactado contra mi cuerpo y después de esa bala llegan más y más, cada vez haciendo que mi mente y cuerpo sean un desastre.

— Un mes.

— Es algo decidido. No le daré un mes.

— ¡Es tu esposa! - le grito levantándome de el sofá de cuero.

— Eso no lo hace menos llevadero.

— Encontraste a alguien más ¿No? - le escupo violentamente.

Se queda en silencio agachando la cabeza y eso hace que la respuesta sea afirmativa.

— No me jodas. Dios... Solo fueron unos meses...

— Yo la sigo amando.

— No la dejaras morir. ¿No has pensando en Bella?

— Ella lo comprenderá.

— Es una niña, no lo reconocerá, es su madre.

— No seas egoísta. Hay que dejarla volar.

Siento como mis ojos se cristalizan.

— Una semana, solo eso.

— Bien.

Salgo de ahí, camino rápido para tomar mi celular y cancelar mi asistencia.

Aleister.

Presiosa, lo siento no podré ir.

Espero a que conteste porque si me sigue esperando hará que me sienta mal. Los minutos pasan sin que veo o conteste en mensaje.

La llamo me coloco el celular en la oreja pero lo único que escucho es que los tonos van pasando y después de unos segundos me manda a buzón.

La vuelvo a llamar y me sigue sin contestar.

¿Y si le pasó algo?

Temo lo peor.

Agarro las llaves de mi carro y salgo trotando de la casa.

Nunca había tardado tanto en contestar un mensaje, siempre tiene el teléfono a la mano.

Me subo al auto y comienzo a manejar. El tráfico cada vez es más y eso solo hace que mi tolerancia sea nula.

— Vamos... - digo aparentando el volante con frustración.

Cuando entró en la residencia aceleró hasta llegar a la casa.

Y lo primero que noto es que la puerta principal está abierta.

Eso hace que mis alertas crezcan.

Camino con lentitud tratando de hacer el mínimo ruido.

Camino, entro a lo que parece la cocina y veo que todos los tenedores, cucharas y cuchillos estás tirados por la barra y el suelo.
Tomo un cuchillo pero tropiezo con un escalón y eso hace que me caiga pero no hago tanto ruido. Creo.

No sé escucha absolutamente nada. Y eso es lo que más me da miedo.

Voy hacia las escaleras tratando de que no sé escuchen mis pisadas.

Veo que todo está en su lugar pero la única puerta abierta es la de la habitación de Mad.

Temo lo peor.

Me adentro y lo que veo hace que todo mi ser se caliente de la furia. Siento una gran impotencia.

Madelaine abajo de un tipo que no le logro ver la cara, pero ella está tratando de quitarlo de encima y está llorando.

No mido mi fuerza al lanzarlo al piso, él trata de lastimarme con el arma blanca que tiene en la mano pero la esquivo y sin pensarlo le atasco la que yo había tomado.

Lo dejo ahí con un cuchillo en sus costillas y me acerco hacia donde Madelaine está.

Le quitó la venda de los ojos y el puño de una prenda que estaba en su boca.

Ella abre sus ojos y veo los rojos y mojados que están y eso solo hace que algo en mi corazón duela.

— Lamento llegar tan tarde, presiosa. - digo antes de que se desmaye.

La cargo y mi mirada se dirige hacia el maldito sujeto que trato de hacerle esto y veo que está chillando del dolor.

Pongo a Madeleine en su cama tapándola con su colcha, le doy un casto beso en la frente, llamo a la policía y a Lucía.

Me siento en la cama y paso la mano por mi cabello con frustración.

Lucía llega en menos de 5 minutos dándome las gracias.

Las autoridades llegan en unos minutos y toman mi declaración, a Aarón lo llevan a un hospital para después llevarlo a la estación de policías.

Lucía lleva también a su hija al hospital para saber que todo está bien.

Pero ella sigue dormida por los medicamentos que le proporcionan.

Me quedo en la sala de espera con Lucía que lo único que hace es estar seria.

— No sabría que hubiera hecho si no hubieras llegado. - dice después de estar minutos en silencio.

— No me lo perdonaría.

— Gracias.

La miro y ella me mira a mi. Estamos sentados en bancas ella está a mi lado.

— No tiene porqué agradecerme nada.

— No sabes cuántas veces yo dirigi casos en los que niñas son abusadas... Y ellas se miran tan mal, tan derrotadas, tan destrozadas.

No le di respuesta solo me quedé callado.

— Ellas dando su declaración con lágrimas y diciendo que en momentos sienten asco hacia su cuerpo y hacia ellas mismas. - sigue hablando — Nunca me gustaría ver a mi hija en sus lugares.



#25781 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 08.05.2021

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