Camino hasta llegar al bar.
El bar en el que comenzó todo.
Entro en este y miro que ya todos están aquí. Me acerco y tomo asiento al lado de Sara.
- Hola. - dice ella con una linda sonrisa.
- Hola - le respondo.
- Ya se te extrañaba - dice Marco.
Suelto una carcajada.
- Hola - dice una muy sonriente María.
Solo le sonrió de vuelta.
Alguien entra y se lleva un par de miradas.
- Hola chicos - dice el recién llegado.
Todos decimos un hola al unisono.
- Presiosa - dice él con una sonrisa.
- Que bueno que veniste - se apresura a decir María.
Aleister la ve de manera rara, pero aún así le contesta.
- Si..
- ¿Qué van a pedir? - pregunta Alex.
- Agua - digo.
- Una soda - dice Aleister.
- No sean aburridos - dice Marco - Hay que tomar alcohol.
- Tú no eres quien va manejar.
- Para eso existen los Uber. - dice de manera obvia.
- ¿Donde dejarían el carro? Genio.
- Un punto para ti. ¿Vamos a una fiesta hoy?
- No puedo. - dice Aleister.
- Yo tampoco. - digo.
- Agh, que malhumorados.
- Tenemos cosas más importantes que ir a fiestas y emborracharnos.
- Eso dolió. - dice fingiendo tristeza.
Pasamos la tarde charlando y riendo recordando lo que pasó hace unos días.
Me subo al auto de Aleister que me mira serio.
- ¿Pasó algo? - le pregunto.
- Te quiero presentar a alguien.
¿Será que tiene un hijo?
- Bien....
- Es alguien muy importante para mí.
- Esta bien.
Él no dice nada y comienza a manejar callado, nos vamos acercando a un hospital. Él sigue sin hablar, solo camina entre los pasillos, algunos doctores lo saludan y eso hace que mi curiosidad crezca.
Entramos a un cuarto blanco y una señora realmente hermosa hace sobre la cama.
Aleister se acerca, le da un beso en la frente y la toma de la mano.
- Preciosa, te presento a mi madre. - me dice con una sonrisa.
- Hola... Señora Brown. - digo nerviosa.
- Madre, ella es mi novia.
- Un gusto.
- Ella tuvo un accidente, cayó de las escaleras y termino así. - explica.
- Es muy bella.
No sé que decir, ¿Estaría bien que le dijera "lo siento?
- Ya sabes de dónde lo saqué.
Suelto una pequeña risa.
- La van a desconectar.... En unas semanas.
- Lo lamento....
- Está bien, duele pero sé que es lo mejor. Lleva mucho tiempo de esta manera. Solamente estamos alargando lo inevitable.
Los dos nos quedamos en silencio.
- Ella estará bien.
- Si... Adoraba a mi hermana, creo que siempre anhelo volver a verla.
- Aseguro que eran unas mujeres maravillosas.
Veo como una lágrima se resbala por su mejilla.
- Lo eran....
Sus ojos poco a poco se van volviendo más rojos.
- Me quedaré afuera, por si quieres hablar con ella.
Me sonríe.
Salgo de la habitación y siento la picazón en los ojos por querer llorar, lucho para que no caigan pero no lo logro.
Una persona me tiende un papel. Levanto la mirada y me encuentro con un chico.
- Las chicas bonitas no se ven bien llorando.
- Gracias. - acepto el papel y me seco las lágrimas.
Se sienta a mi lado y yo solo veo el pasillo solo.
- ¿Estás aquí por algún familiar? - pregunta.
- No... Cosas personales.
- ¿Estás libre este sábado?
- Tengo novio, y creo que lo amo, asíque no, no estoy libre, lo siento.
- Ammm, no sabía que tenías novio.
- Ahora lo sabes.
- Será mejor que me vaya, ¿No?
- Sí. - dice Aleister. - Adiós... - dice agitando la mano en forma de despedida.
- ¿Ya quieres irte? - le pregunto.
- "Tengo novio y creo que lo amo", me encantó oír eso. - dice con una sonrisa.
Mis mejillas se sonrojan.
- Bueno, te lo puedo decir cuando quieras.
- Dato anotado.
Me río.
- ¿Quieres comer algo, niño lindo?
- ¿Niño lindo? Me gusta. - dice dándome un pico en los labios. . . . - Y quiero de comer..... A tí, ¿Se puede?
Me sonreír coqueto.
- Claro.
- También si es posible quiero una pizza.
- Pues vamos por ella.
Caminamos entre las habitaciones, hablando sobre que el semestre ya terminará. Llegamos hasta el estacionamiento y abordamos el auto.
Compramos al pizza, él comienza a manejar hasta mi casa.
- ¿Tu madre no estará en casa?
- No, salió de la ciudad porque tendrá un juicio.
- Mmm...
- ¿Sucede algo?
Voltea hacia mí y me ve seriamente.
- Podemos hacer una pijamada.
- ¿Pijamada?
- Sí, ya sabes ver películas, dormir hasta tarde, comer comida chatarra.
- Eso lo puedes hacer cuando quieras.
- Sí, no tendré tu compañía.
- Bien, hoy tendremos una pijamada.
Suelta un grito emocionado y comienzo a reír como foca.
Llegamos a casa y él aspira sonriendo ampliamente.
- ¿Porque sonríes?
- Huele a casa sola.
Aleister comienza a reír. Se acerca a mi y me toma de la cintura.
- Te amo. - dice antes de besarme.
Me besa con delicadeza y se da el tiempo de explorar mi boca.
- Desde este momento declaró que nuestra pijamada comienza. - dice muy sonriente.
Me gusta verlo sonriendo.
- Bien.
Tomamos la comida que compramos y vamos hacia mi habitación.
- ¿Que película quieres ver?
- Una de miedo.
- No, no me gustan.
- Hay una que ni miedo da.
- ¿Cuál?
- La de la monja.
- Claro que da miedo. - digo.
- ¿Ya la viste?
- No pero.... - me interrumpe.
- No la has visto, no tienes los argumentos necesarios para decir eso.
- Si me da miedo, te mataré.
- Hecho.
Vemos la dichosa película y claro que sí daba miedo. A cada nada tapaba mis ojos con la cobija.
Y Aleister solo se reía de mí.
Pasamos la noche hablando, viendo películas, escuchamos música.