Despierto por el calor que emana el cuerpo que está arriba de mi.
Lo empujó y él solo me abraza más fuerte.
— Deja dormir. - dice somnoliento.
— Mmm... Me duele el cuerpo. - digo y Aleister se quita enseguida.
— ¿Te duele mucho? - pregunta preocupado.
Hago una mueca.
— Creo que estoy molida.
— ¿Molida?
— Si, cuando estás mucho tiempo haciendo algo y te duele, como por ejemplo cuando haces ejercicio, el día siguiente amaneces molido.
— Ohh...
— ¿Qué vamos a desayunar?
— Lo que quieras.
— ¿Eso te incluye a ti?
Él ríe.
— Que buena memoria tienes, preciosa.
— Recuerdo lo importante.
Bajamos hacia la cocina y él hace waffles, yo solo lo miro embobada sentada en un banco.
— ¿Cuáles son tus nombres preferidos?
Lo pienso por un momento.
Me encanta el nombre Isabella, Regina o Katherine. Damon, Sebastián o Chris.
— No lo sé.
— Tenemos que ir eligiendo. - dice severamente.
— ¿Porqué? - lo miro con curiosidad.
— Para nuestros hijos, claro.
Me comienzo a reír más fuerte de lo que me gustaría.
— ¿Hijos?
— ¿No quieres tener hijos conmigo?
— Yo no estoy diciendo eso, apenas tenemos 19 y tú 20.
— En unos seis años no solo seremos nosotros dos.
— Posiblemente. Y ¿Cuáles son los tuyos?
— Tal vez Anabella, así se llamaba mi hermana, y para niño me gusta Santiago.
¿Qué si el solo pensar el tener hijos me ponía nerviosa? Claro.
¿Qué quería ser madre? Claro.
¿Qué el que piense que seremos una familia a futuro me encantaba? Claro.
Comemos hablando sobre los rumores que están corriendo por los pasillos de la universidad.
Llevamos a la casa de Alex, quien está sentado en su sala con el teléfono en mano.
— Ey. - nos saluda sin despegar la vista del móvil.
— ¿Dónde está Sara? - le pregunto.
— En la habitación, se está cambiando.
Después de unos segundos aparece una Sara no tan feliz. Le lanza una mirada asesina a Alex.
— En uno de estoy días estaré soltera. - dice.
— ¿Moriré o algo así, para que estés soltera? - dice él.
Ella solo sonríe con burla.
— ¿Cuándo vendrá Marco?
— Ya llevo por quién lloraban. - dice acercándose a nosotros.
Todos se quedan sorprendidos al ver que una chica lo acompaña.
Una chica muy bella, chaparrita, cabello dorado, y unos increíbles ojos azules.
— Chicos, ella es Camila, mi novia.
— Un gusto, ¿Te puedo decir Cami? No importa, te diré de esa manera. - dice Sara muy sonriente.
— Hola, Madelaine. - me presento.
Marco apunta a Aleister.
— Aleister. - apunta a Alex. — Alex.
— Hola amores. - dice María entrando a la casa. — ¿Quién es la intrusa?
— Soy Camila y no soy una intrusa, un gusto.
Trato de esconder mi sonrisa pero fallo.
— María, lamento no decir lo mismo. Cómo que en estoy días muchas personas se han integrado a mi cuerpo de amigos. - lo dice de manera molesta.
— Bueno, ¿No íbamos a ir a una fiesta? - dice Marco.
— ¿No qué era una reunión? - pregunta Alex
— Exacto, me equivoqué. - dice dándose un leve golpe en la frente. — Una reunión.
Todos nos montamos en dos diferentes autos y tomamos rumbo hacia donde esté la reunión.
Nos detenemos en una casa que parece todo menos una reunión. Hay personas tiradas en el piso con una botella en mano.
Prioridades.
También casi teniendo sexo para todo el mundo, otras fumando. Si, está es una fiesta.
— Bajemos. - dice Marco.
Bajamos y entramos a la casa llena de personas sudorosas de bailar. Y apenas son las 11.
Una cara conocida me ve y sonríe.
Allison.
Me lame un huevo que esté aquí.
Un huevo que no tengo, claro.
— ¿Quieres algo de tomar? - me susurra él en el oído.
— No, estoy bien, gracias.
Solo sonríe.
Alex y Sara se pierden entre tanta gente y visualizo a Marco y a Camila bailar en la pista improvisada. María no da sus luces y yo no me despegó de Aleister.
No conozco al 99% de las personas que están aquí, y no quiero perderme o algo así.
Tomo la soda que acabo de pedir y hablo con una chica que se me acerco.
— Mi papá trabaja en el mismo lugar que la tuya. - dice, no sé cómo la conversación llego a los trabajos de nuestros padres pero bueno.
— Si, una gran casualidad.
Su nombre es Lizeth, altura promedio, morena y muy guapa.
— Coincido, ¿En qué universidad vas? Tal vez vamos a la misma y no nos hemos visto.
— La Universidad 22.
— Yo voy en otra, sería demasiada casualidad que también iríamos en la misma. - dice con una sonrisa.
Después de unos minutos dice que se tiene que ir y se retira, volteo a mi lado y no veo a Aleister por ninguna parte. Él estaba hablando con Alex y ahora ninguno está.
Trato de llamarlo pero mi celular no tiene nada de pila.
Camino hacia los baños, no está.
Voy hasta las habitaciones y veo como algunos no solo hablan, cierro rápido la puerta y les gustó que pongan seguro.
Está tan oscuro que varias veces tropiezo con estantes o floreros.
Lo veo en el balcón fumando. Entro en el estrecho lugar y me recargo en la baranda.
— ¿Fumas? - le pregunto.
— Es la segunda vez que lo hago. - dice sin verme. — Aún no domino muy bien el no ahogarme.
Suelta una pequeña risa sin un poco de gracia.
— ¿Quieres irte ya?
— Yo me voy, tu quédate y disfruta.
— Mejor me voy contigo, no conozco a nadie de aquí.
Se levanta de dónde estaba y me sonríe.
— Vamos.
Me deja pasar primero y salimos de la casa, abordamos su auto y comienza "Fuego Lento" de Drake Bell.
Toma mi mano manejando con una sola. Él maneja pero no me dice a donde vamos.
— ¿Me das el permiso de llevarte a cualquier parte? - me pregunta viéndome.
— Claro.
— Bien, porque iremos a las estrellas.