Mew sentía que tenía mil cosas para decirle a Gulf. Pero cada vez que abría la boca para hablar, la volví a cerrar.
¿Hablaría directamente del tema o buscaría una conversación superficial para romper ese incómodo silencio que se había acomodado entre los dos? ¿Seguiría Gulf abrazándolo así con tanta dulzura y calidez como lo hacía ahora cuando Mew pronunciara una primera palabra?
La lluvia se había hecho más fría y más suave. El pequeño techo de chapas del rincón del callejón los cubría los dos el rincón de la lluvia y de cualquier extraña mirada que pudiera llegarles desde la calle alejada. Aunque aquella hora del Crepúsculo y con el frío que comenzaba a arreciar eran muy pocos los que pasaban por allí.
Mew volvió a abrir la boca esta vez decidido a decir algo. No estaba seguro de lo que sería pero sabía que el tiempo se agotaba y en cualquier momento Gulf lo dejaría así temblando y se marcharía en silencio. Y Mew sabía que no podría soportar otra noche en vela atormentado por el silencio de Gulf. Respiró profundo y buscó su mirada. Y justo cuando iba a hablar escuchó la voz temblorosa de Gulf...
— No soy gay... así que no te ilusiones...