Y el silencio se acomodó entre los dos...

7

Finalmente el amanecer llegó. Y aunque Mew abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía vivo, sentía que dentro suyo su corazón solo latía pero no sentía nada.

Muerte en vida ...

¿Cuántas veces Mew lo había leído en sus libros?

Un corazón roto..., un amor no correspondido... Era la muerte en vida. Porque ahora que lograba ser honesto consigo mismo aquel primer beso robado no había sido para molestar a Gulf ni para darle una lección. Había sido un beso deseado desde que lo había visto por primera vez muchos años atrás, en el patio de juegos del jardín de niños.

Aquel Gulf risueño y divertido lo había hecho sentir que no sólo podían gustarle las niñas sino los niños también.  Y con el paso de los años a Mew se le hizo claro que siempre buscaba lo mismo: aquellos mismos ojos, aquella misma sonrisa.

Nunca los volvió a encontrar ni  ni en las mujeres ni en otros hombres. Gulf era único. Y una vez que se hubo dado cuenta de eso, Mew dejó de buscar. Y comenzó a soñar despierto ...

En esos sueños despiertos, Gulf le sonreía, lo abrazaba, lo besaba, le hablaba de las estrellas, le susurraba poemas, le tarareaba su canción favorita, le daba ánimos cuando la vida se hacía difícil.

Con un suspiro Mew se dejó caer en el fondo del callejón. El día había sido largo y sabía que en la noche que le esperaba también lo sería. Se había retirado antes de las clases. Había deambulado por las calles cercanas al instituto para matar el tiempo. Lo había hecho un par de días seguidos. Y había evitado el callejón.  Pero ahora estaba exhausto de deambular y sintió que no habría peligro en descansar allí, en aquel rincón húmedo y oscuro antes de volver a su pensión.

Allí se sentía a salvo. No se había cruzado con Gulf en ninguna de esas últimas mañanas y sabía que por nada del mundo Gulf volvería ese callejón después de todo lo que le había dicho allí mismo.

Mew cerró los ojos y allí sentado con la espalda sobre la pared húmeda, esperó con paciencia a que su corazón se calmara. Y comenzó a imaginarse a Gulf a su lado.

Pero con dolor se dio cuenta de que soñar despierto sólo lo hacía llorar. Así que con los ojos cerrados se puso tararear una vieja melodía que había aprendido de niño.

—"...Y el silencio se acomodó entre los dos..." No sabía que conocías esa canción. Es mi favorita.

Mew estremeció ante aquellas palabras pero no abrió los ojos. Para hacer un sueño la voz sonaba bastante real. Pero era un sueño. Porque en la vida real la voz de Gulf no sonaba así tan dulce como sonaba ahora aquella voz.

—Sé que es tu favorita. La aprendí de ti. La cantabas todos los días en la primaria.

Mew sintió una calidad cerca suyo e intuyó que Gulf se había sentado a su lado. Y siguió sin abrir los ojos. Sabía que en cuanto los abriera y se viera sólo en la penumbra de aquel callejón, su corazón volvería a partirse en dos.

Así que dejó que el silencio se acomodara entre él y su ensoñación, prometiéndose que aquella sería la última vez que soñaría con él. Se estremeció al sentir una cálida mano en su rostro. Con una leve sonrisa pensó que su capacidad de soñar despierto estaba mejorando.

¡Aquella caricia se sentía tan real!

—¿Por qué no puedes ser así de dulce conmigo en la vida real?— balbuceó Mew.

—Abre los ojos Mew ... Esto es la vida real... Estoy aquí, de verdad...

 



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En el texto hay: #mewgulffanfic, #blromance, #homofobia

Editado: 09.05.2024

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