Y entonces... Los ángeles cayeron

Capitulo 18: Escúchame Zeta

Hita se había vestido de forma adecuada para la situación, era un restaurante fino y por respeto a la fama que precedía a su padre debía aparentar ser lo que en realidad no era, nunca le había gustado la presión de grupo, pero en este caso merecía la pena, hacía mucho que no se veían en carne y hueso. 

En vez de usar un transporte automatizado como habría hecho de costumbre, le apeteció dar un paseo por la ciudad y ejercitar asi su musculatura. Mientras paseaba, escuchaba en su campo telepático una pegadiza canción terrestre, su nombre era: I'm walking on sunshine. Su alegre melodía, y su positiva letra le cargaban de energía, hacía un día bonito, era su momento de disfrutarlo, lo que los demás pensasen no tenía porque importarle. El suelo de la calle al igual que todo en su mundo era interactivo, ahora mismo una linea de trazada le guiaba hacía el restaurante donde debía reunirse con su padre, en su cabeza la voz de Evva le aconsejaba con frases tales como: "A doscientos metros gire a la derecha" o "Ha quemado sesenta y siete calorias". 

El tono de la música disminuyó y su Inteligencia Artificial intervino: 

- Señor, Hita, le recuerdo que debido a su decisión de ir a pie, dispone de un tiempo limitado para llegar al encuentro de su padre en Le coin du bien manger, debería apurar el paso- Dijo Evva en un tono jocoso.

- ¡Entendido!- Exclamó mientras se daba prisa.

La calle en la que se hallaba era una de las calles más bonitas de todo Karst, imponentes estructuras  la rodeaban, rascacielos de una altura impensable se elevaban en pos de los cielos. Todos ellos ofrecian contenido visual en sus fachadas, cada lugar de la ciudad olimpica reaccionaba a gestos, tacto o voz, todo era una pantalla. Aquella era la avenida de Apolo, una de las calles más pijas de Karst y en la cual, como homenaje a aquel antiguo Dios se había erigido una imponente estatua más adelante, en la plaza de Delos. En las calles no había carreteras, como las había en la tierra, la mayoría de personas viajaba en una "Bubblejet", eran unos vehiculos muy cómodos, consistían en una pulsera que ponías en tu muñeca y que tras una orden verbal generaba una burbuja transparente a tu alrededor, que movías a tu antojo con tu mente, la esfera poseía asiento y era capaz de volar a altas velocidades. En aquel mismo momento, seres de toda clase surcaban los cielos y calles de Karst montados sobre sus bubblejets. El lugar en el que vivía Hita tenía una diversidad cultural mucho más amplia que la terrestre, la vida inteligente no se limitaba únicamente al ser humano, su mundo estaba segmentado en ciudades, y no todas ellas estaban regentadas por seres humanos, Karst era multicultural, pero el mayor porcentaje de población estaba constituido por humanos como él.

Hita caminaba por la casi desertica calle mientras escuchaba su música, estaba cerca del restaurante. En la calle, contra una pared un niño se hallaba arrodillado llorando, nadie parecía prestarle atención. Hita se acercó.

- ¿Oye, estás bien?- Preguntó deteniendo la música.

Hita le observó, era un gris, al menos en parte, el chico enmudeció; no era habitual para los de la clase de Hita detenerse por otra cosa que no fuese una necesidad propia. Además Hita iba vestido de una manera elegante y los humanos habitualmente solían ser crueles con los grises. Había una discriminación hacía ellos bastante fuerte. Los seres humanos eran mucho más individualistas que ellos y los grises se movían por colmenas, se unian como una enorme familia y solían ser muy cerrados con otras razas. Por ese y otros motivos, las demás razas se aprovechaban de ellos llegando a casos muy extremos, se había visto en el pasado a hombres poderosos tenerlos como esclavos. Hoy día estaba mal visto, pero aún había gente que se aprovechaba de su amabilidad y de su actitud servil.

- Chico, no tienes nada que temer, ¿qué te ocurre?- Hita se agachó a su vera.

- Los otros grises... ellos, no quieren que forme parte de... de la colmena- Él niño comenzó a llorar.

- Entiendo, ¿y eso por qué?- Inquirió creyendo conocer la respuesta.

- Los demás grises no me dejan jugar, dicen que soy como ustedes, mis emociones son algo deshonroso para nuestra especie, me hacen blando y predecible- Su cara denotaba una tristeza prominente.

Aquel chico estaba en una situación difícil, era un gris aún muy joven y ya era victima de bulling, unos abusos provocados por su propia gente, era un híbrido,  probablemente su madre era una de ellos y su padre sería humano, y eso lo hacía diferente en algunos aspectos, los grises eran seres carentes de emociones y no las entendian como Hita o como aquel niño.

Aquel joven se sentía mal y él podía ayudar, se preparó para decirle algo, algo salido de lo más profundo de su corazón.

- Chico, ¿cuál es tú nombre?- Inquirió con decisión.

- Me llamo Zeta señor- Respondió atento.

- Escúchame Zeta, no importa lo que piensen ellos de ti mientras tú sepas quien eres realmente, y te puedo asegurar que eres alguien valioso- El chico gris le dirigió una mirada cargada de esperanza- Jamás dejes que nadie decida por ti tú porvenir, esa es una decisión enteramente tuya, puedes lograr grandes cosas, y te aseguró que si te esfuerzas lo suficiente... no hay limitación que te pueda refrenar. Ahora mismo la situación para los vuestros no es favorable, es algo que es cierto, pero es también algo que debe cambiar... no olvides este consejo, si alguna vez necesitas ayuda, quiero que sepas que aquí tienes un hombro sobre el que apoyarte- Hita le transfirió información de contacto y se levantó-.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.