Y entonces... Los ángeles cayeron

Capitulo 20: El señor Girato

11 meses antes...

Ciudad de Karst, cerca del monte olimpo

 

Hita se internó en el restaurante le coin du bien manger decidido a hablar con su padre, se dirigió a preguntar sobre su reserva, uno de los androides le atendió.

- Buenas tardes y sea bienvenido a nuestro restaurante, ¿qué desea?- Inquirió el androide de aspecto insectoide.

- Hola, busco la mesa a nombre de Maximillian Girato, me espera para comer- Respondió mientras aparecía en él un creciente nerviosismo.

- El señor Girato le espera, ¿sería tan amable de acompañarme?- Pidió el metre.

- Por supuesto- Dijo mientras asentía con la cabeza y comenzó a seguirlo.

En Karst prácticamente todo el trabajo que requería un esfuerzo físico era ejercido por androides, los locales eran regentados por seres humanos, pero ellos no se manchaban las manos a no ser que fuera estrictamente necesario. 

El restaurante era precioso, mientras seguía a aquel androide de apariencia insectoide pudo observar más detenidamente. El suelo era de una impoluta madera sobre la cual descansaba una impoluta alfombra de tejido rojo con bordados dorados, había plantas exóticas colgadas de maceteros en las paredes de mármol y numerosas estatuas adornaban la estancia, paso a través de un salón en el que comían varias personas, su padre le saludó secamente desde una mesa que se hallaba en un balcón no muy lejos de allí, Hita devolvió el saludo con elegancia. 

- Su mesa se encuentra en el piso de arriba- Indicó el androide permitiéndole pasar al ascensor.

- Gracias, pero iré por la escalera- Señaló la escalera de caracol.

- Como usted desee- Le sonrió.

Hita comenzó el ascenso, cuando llegó arriba pudo observar nuevamente el semblante serio que traía su padre, se hallaba sentado cómodamente con los brazos sobre la mesa como dictan los buenos modales. Le indicó que tomase asiento, Hita asintió y así lo hizo, era una silla muy cómoda, imitó su postura y le miró a los ojos.

- Buenas tardes padre- Hizo un ademan similar a una reverencia. Su padre mostró una sonrisa, parecía complacido.

- Llegas tarde- Dijo serio hojeando la carta holográfica

- Solo dos minutos- Hita desplegó la carta- No tiene relevancia.

Su padre le dirigió una mirada severa, parecía molesto porque su hijo le llevase la contraria.

- ¿Perdona?- Inquirió- Tiene importancia. La puntualidad debe ser una de las muchas cualidades de un caballero.

- Desde luego, estoy de acuerdo y aun estándolo difiero sobre esa opinión- Respondió Hita para defenderse.

- Explícate- Pidió interesado.

Hita se sorprendió al ver a su padre mostrando interés por algo que dijese él. Procedió a comentar su visión sobre el tema.

- Los modales hacen al hombre si, ¿pero tiene eso realmente algo de importancia?- Su padre se llevó una mano a la barbilla- Desde luego que la tiene, pero la importancia que tienen unas cosas o otras depende de la magnitud de las mismas, dependiendo estas de las prioridades del individuo y lo que es justo o correcto. No tiene la misma magnitud de importancia poder tener algo que llevarse a la boca para comer, con por ejemplo los modales, no tiene la misma magnitud perder a un ser querido que los modales, no la tiene, y es a eso a lo que me refiero- Dijo Hita defendiendo su postura.

Su padre le miró durante un largo rato sonriente. Algo había cambiado en su hijo y no sabía el porque, aquello le provocaba una mezcla de intriga y fascinación.

- Cierto- Su padre desvió la vista hacía la carta. Hita hizo lo mismo.

La mesa era de cuarzo rosado, sus cubiertos de plata descansaban en un mantel de fibra de carbono interactivo. En el centro de la mesa había una fuente que borboteaba agua con ambrosía, se sirvió un poco en la copa de brillante cristal.

- Cuéntame Hita, me han informado de tu reciente incursión en la gastronomía terrestre, ¿te gusta la comida real?- Preguntó mirándolo de soslayo.

No conocía la opinión de su padre sobre la tierra, nunca lo había preguntado, era un tabú para los habitantes de Karst, por lo tanto su respuesta sería crucial. 

- Sinceramente la probé por mera curiosidad, pero me sorprendió para bien, aunque no diría que me gusta- Respondió con valentía.

Su padre asintió con indiferencia.

- Adquirirla aquí es un bien preciado, no obstante si te gusta, disfrútala, eso si, no dejes de tomar un poco de ambrosía al día, no queremos que se reduzca tu longevidad hijo- Le explicó su padre.

- Entiendo, una pregunta padre, ¿este es un restaurante de comida terrestre?- Preguntó Hita.

- Muy agudo, pensé que tardarías más en darte cuenta- Su padre le miró con un cierto atisbo de orgullo- Las recetas son platos célebres de la cocina francesa aderezadas con ambrosía, más vale ser precavido...-.

- Interesante, pero dado que carezco de la suficiente experiencia en comida francesa, ¿me harías alguna recomendación personal?-.

Oui mon enfant, sera un placer- Su padre ojeó la carta con atención.




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