Y entonces... Los ángeles cayeron

Capitulo 9: Belagor y Azile

En la actualidad

 En alguna parte de Minnesota, Estados Unidos

Roberto podía ser muchas cosas, pero no era un deportista, nunca se había centrado en ejercitar su cuerpo, siempre se había preocupado de cultivar su mente, y ahora eso era un problema, el ángel corría mucho más deprisa que él, no podía estar a su altura ni de lejos,  Luna se hallaba en problemas, y jamás llegaría a tiempo a salvarla. Por otro lado, no sabía a que se enfrentaban, tras lo vivido la noche anterior, se podía esperar cualquier cosa, y eso le producía mucho miedo, un terror intenso; le temblaban las piernas, y por culpa de eso era más lento.

El ángel le sacaba ya unos diez metros de distancia y no podía alcanzarlo.

- Roberto, debería intervenir ahora... - Asintió y el ángel acto seguido con un salto se impulsó hacía el aire con una facilidad pasmosa, batió sus alas con fuerza, haciendo que muchas de las hojas esparcidas por el suelo del bosque salieran volando en derredor- Nos vemos allí, date prisa-.

Se hallaba perplejo, observar como el ángel volaba, era un espectáculo asombroso, sus enormes alas lo impulsaron por encima de los arboles en un santiamén, poco despues lo perdió de vista; Rober despertó entonces de su ensimismamiento y echó a correr hacía allí.

El ángel sobrevolaba el bosque en paralelo al camino de tierra que se adentraba hacía casa de Rufus, a lo lejos veía el río, y en el camino pudo ver el motivo de sus problemas, era Belagor, un viejo aliado, convertido ahora en un peligroso enemigo; estaba torturando mentalmente a un hombre, con mucho esfuerzo este luchaba por resistirse a su influjo mental. Aquella escopeta de doble cañón ya había sido disparada, por suerte había fallado, pero le quedaba un cartucho, no podía arriesgarse a que aquel tiro si que fuera certero. El hombre alado descendió en picado hacía Belagor, que desvió la atención hacía él y soltó al hombre, Rufus cayó arrodillado victima de un fuerte mareo. 

- Al fin apareces... Azile- Las palabras salieron despedidas de su boca con un tono tan desagradable como macabra era su voz- Craso error-.

El ángel al que habían llamado Azile aterrizó a escasos metros del demoníaco ser alado llamado Belagor.

- Luna, ¿estás bien?- Se preocupó.

La mujer estaba tirada en el suelo, al pie de un enorme pino, estaba tan asustada como dolorida, entre quejidos levantó la cabeza y asintió.

- He... he... he estado mejor...- Farfulló.

- Nunca aprenderás,  eres una vergüenza para los nuestros Azile- El endemoniado ser se mostraba enfadado- Nos está prohibido interferir en asuntos de orden mortal-.

- ¿No os preocupa la idea de estar sirviendo a un tirano?- Inquirió con presunta serenidad.

- No me harás caer en tu juego Azile, quieres darle...- Belagor gesticulaba en exceso- quieres darle la vuelta a las cosas, Yahvé es un gran líder, que nos protege y nos guía-.

 - No ves las cosas con claridad y no te das cuenta de que estás vagando en las tinieblas- Azile se hallaba muy tranquilo.

- ¡El único que esta perdido eres tú!, lo único que intento es hacerte recapacitar, ¡eras mi amigo!- Belagor se hallaba muy nervioso, hizo una pausa y dijo con un tono más frío: por eso te doy este beneficio... vuelve a nuestro lado, si no lo haces, conocerás la verdadera oscuridad-.

- Era tu amigo...- Azile soltó una breve risa sarcástica, su voz se hizo más sonora cada vez- los verdaderos amigos... están ahí en las buenas y en las malas, los verdaderos amigos no van corriendo a contar mis preocupaciones a la cámara, un buen amigo no me acusaría por cosas que aún no he hecho, un verdadero amigo no me hubiese traicionado, ¡ni hubiese venido en mi caza!-. 

- Si quieres tomártelo así, supongo que no queda más remedio, tendré que encargarme de ti- Belagor profirió un grito similar al que harían los mariachis de México y se preparó para combatir, adoptando una posición de pelea muy agresiva.

Azile no se inmutó, se hallaba muy tranquilo, tan solo hizo un gesto, uno para indicarle que atacase, se enfadó ipsofacto, parecía burlarse de él.

En aquel momento Roberto apareció en el lado opuesto al que se hallaba Luna, y al verla echó a correr para socorrerla, Belagor observó como por detrás de Azile pasaba aquel hombre y enfureció al momento. 

Concentró energía en su mano izquierda, y poco a poco tomo la forma de una chispeante bola eléctrica, que arrojó hacía Luna, pero Azile se interpuso en su trayectoria.

El proyectil le dio de pleno, provocando que el ángel sufriese una dolorosa descarga, Azile notaba como la electricidad recorría y paralizaba su cuerpo, al tiempo que le provocaba un terrible tormento. Se sacudió y fue liberado, tras lo cual quedó arrodillado mientras respiraba agitadamente. Roberto se había quedado petrificado por la escena que estaba observando.

- Morirás por protegerlos, vamos... son solo seres humanos- Les señaló- tu y yo en cambio, somos mucho más especiales- Mientras lo decía sonreía, se acercó a él- Ríndete ahora y los serafines serán indulgentes contigo-.




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