Roberto, Luna, Azile y Rufus.
En la actualidad, en alguna parte de Minnesota, Estados Unidos.
No lo podían creer, pero era cierto y eso traumatizó a Rufus. Se hallaban en el interior de la casa rústica del ex-novio de Luna.
Roberto estaba confuso, pero miró a su mujer y a su ex-pareja, ella se hallaba muy inquieta, con los nervios crispados y tenía que hacer algo, pero no sabía exactamente que hacer; el hombre que antes con valentía se había enfrentado al demoníaco ser, en cambio, estaba paranoico, miraba por la ventana, agachado tras el sofá que se apoyaba contra la cristalera con vistas hacía la colina.
Un silencio sepulcral invadía la estancia, tenía que hacer algo, y como era él, no se le ocurrió otra cosa que contar uno de sus chistes malos para romper el hielo.
- ¡Qué silencio!, parece que haya pasado un ángel...- Ambos le dirigieron una mirada fulminante.
- Que falta de tacto... - Su esposa fue cortante como una cuchilla de afeitar.
- Chaval, por respeto a tu dama, no te diré nada, pero la cosa es muy seria- Se marchó enfadado hacía unas escaleras de madera que llevaban a un sótano- Menudo pelele- Murmuró.
- ¡Solo trataba de relajar un poco la situación!, pero perdón eh... ¡perdón!- Le respondió indignado.
- Cariño, por mucho que me cueste admitirlo, tiene razón, no está el horno para bollos- Dijo Luna dándole la espalda, estaba nerviosa, pero lo estaba por el ángel; aunque el mismo hecho de pensar en él resultaba un misterio, con cada pensamiento en torno a aquello era atraída como una polilla hacía la luz.
Roberto enmudeció, se sentía ultrajado. No veía justa la situación, se sentó enfurruñado, mientras miraba hacía la rampa de entrada a la casa de Rufus con objeto de ver algo asomar allí arriba - ¿Qué estará pasando?-Pensó.
Azile permanecía inmutable, completamente sereno, mientras que con esfuerzo, Belagor se ponía en pie.
- Es mejor que regreses Bel... dales recuerdos a los demás de mi parte- Azile se hallaba muy seguro de si mismo.
Belagor soltó un berrido obnubilado por la rabia y saltó hacía él, con un impulso tan veloz como violento, trató de cargar contra Azile; pero el ángel de plumaje plateado tan solo camino unos pasos hacía la derecha con presunta tranquilidad, esquivando por muy poco la embestida del ángel de piel reptiliana.
- ¡No es posible!- Exclamó Belagor sorprendido con la enorme facilidad con la que su antiguo amigo lo esquivaba.
Azile entonces giró rápidamente sobre si, golpeando con el canto de una de sus alas las piernas de Belagor, que perdió el equilibrio y cayó, antes de que tocase el suelo le propinó una patada giratoria en el tórax tan fuerte que lo lanzó contra un pino. El golpe le dejó acostado contra un árbol provocando que cayesen numerosas piñas. El ángel compasivo se cruzó de brazos, mientras el endemoniado ser chillaba de dolor e impotencia.
- Pe... pero.... pero no es posible, no lo entiendo- El tercer ojo de Belagor se movía rápido, buscaba una debilidad en su viejo amigo- ¡No!, carece de lógica...-.
- Lo único carente de lógica es... el porque te torturas, no eres rival para mi, te estoy dando la oportunidad de que te marches...- Le dedicó una mirada que dejaba ver una profunda seriedad- Trágate tu orgullo y vete-.
Aquel ángel, con tres ojos, cuernos, piel de lagarto, alas negro azabache y tatuajes negros por su tórax se levantó con prudencia y se sacudió el polvo.
- No me voy a marchar... durante nuestros duelos... cuando ambos queríamos formar parte de los arcángeles... siempre era yo el que salía victorioso- Según lo decía se iba envalentonando- Desde que te marchaste, he mejorado mucho, es evidente que tú también lo has hecho, pero yo jamás he perdido un combate, ni lo haré, y menos contra ti. Él Hijo de Azhrel- Soltó una carcajada como mofa- Tú padre no perdonará lo que has hecho, siempre has sido una decepción; cuando te lleve ante él preferirás haber muerto-.
- Soy su hijo si, pero también un ser independiente, con derechos y libertades, mi padre puede hacer lo que quiera, pero no puede doblegarme, ser padre no supone ser jefe de tus hijos, si no implica saber ser un líder, dar ejemplo...- Azile parecía imperturbable, todo lo que Belagor decía no eran mas que estupideces, se dejaba llevar por emociones negativas que le limitaban- ...Ahora escucha, no te daré más opciones, si no te marchas ya, lo pagarás caro-.
- Hay algo que no sabes aún imbécil, observa...- Rió con tono macabro con una mueca desagradable en su ya de por si fea cara.
Belagor entonces separó las piernas y brazos y comenzó a producir un ohm similar al de una meditación budista, poco a poco fue incrementando la fuerza del mismo. Los tatuajes negros y los cuernos comenzaron a coger un brillo rojizo muy similar a las brasas de una chimenea. Azile no se movía, tan solo observaba. Sus alas negras comenzaron a brillar también, poco a poco el brillo se convirtió en llamas que recorrían los cuernos, tatuajes, las negras alas y sus ojos se incendiaron, exceptuando el de su frente, de pronto hubo un estallido de luz que inundo el bosque, cegando a Azile, que tuvo que cubrirse con ambas manos. Se levantó mucho polvo en todas direcciones, ahora no veía nada en absoluto.