Luna corría colina arriba, Roberto la seguía a la zaga, poco a poco la nube de polvo comenzaba a diluirse.
- Roberto debes detenerla ahora, es muy peligroso estar aquí- El mensaje telepático llegó a la mente de Roberto, que buscó con la mirada al ángel; se hallaba en el aire, batiendo sus alas con fuerza, mientras que con la miraba buscaba a aquel demonio.
Luna era deportista, pronto llegó al camino, se detuvo antes de entrar, el polvo todavía no dejaba ver gran cosa, se tapó la cara con las manos y se metió en la nube de polvo.
- ¡¡Luna no!!- Roberto corrió con desesperación, una sensación horrible le oprimía el pecho, no podría soportar perderla.
Estaba a punto de llegar a la nube de polvo, al llegar se internó en ella, pero algo extraño sucedió, un viento huracanado, proveniente del epicentro del polvo, hizo que en unos segundos la nubareda se alejase, dejando ver como un Belagor de aspecto mucho más fiero que el anterior, levantaba a Luna agarrándola por el cuello. Ella forcejeaba pero era inútil, no se inmutaba con sus zarandeos, la mirada de serpiente de aquel ser era diabólica, y se hallaba clavada en Roberto.
El hombre al que miraba, chillaba el nombre de su mujer mientras corría hacía ella, era un suicidio. Belagor apretó su mano con más fuerza, privándola del aire que necesitaba para vivir, aquel ser alado disfrutaba con su sufrimiento, una sonrisa macabra se dibujó en su rostro. Todo parecía suceder a cámara lenta, Azile se impulsó en el aire con una pirueta y comenzó a descender hacía su enemigo en picado.
El ángel que ahora se hallaba en llamas lo miró, puso cara de enfado y acto seguido arrojó a Luna con fuerza hacía el marido de está. Fue derribado, pero logró coger a Luna, que se hallaba inconsciente o... o, no quería pensar en la otra posibilidad; los dos seres voladores mantenían ahora una pelea aérea que Azile, parecía estar perdiendo.
- ¡Vamos Lu!- Dijo desde el suelo tratando de despertarla- No me dejes...- Roberto parecía estar a punto de llorar- ¡Lu... vamos... despierta!-.
- ¡Lleva a tu mujer al interior de la casa, deprisa!- Le transmitió Azile.
Roberto se levantó con dificultad, y trató de llevar a su mujer al interior.
Azile recibió un golpe muy fuerte en la barbilla y quedó tirado de espaldas al suelo, el ángel reptil, no contento con el daño provocado a Luna, no aceptaba que Roberto saliese con vida y echó a volar hacía él, los iba a coger. Azile se levantó y trató de perseguirlo, pero estaba ya muy cerca de ambos. Belagor estaba a punto de alcanzarlos... Roberto corría lo más deprisa que ppodía, pero con las prisas y al no mirar el suelo, cayeron por la colina, rodando; lo malo es que ambos se magullaron bastante, lo bueno es que esquivaron la embestida del horrible ser. Pero no se rindió y caminó hacía ellos con decisión, Roberto y Luna se hallaban a escasos metros, Roberto agarró la mano de ella entre quejidos y la miró resignándose a tan terrible final mientras sollozaba. Ella no se movía.
Azile apareció en lo alto de la colina, tapando los rayos de sol, aquella visión de él era lo más parecido a un dios que todos habían visto, salvo en el caso del demoníaco ángel.
Se lanzó en picado hacía su viejo amigo Bel, Roberto observó a aquella criatura y pudo ver algo que le dio esperanza, era Rufus, que venía con una pistola desde el interior de la casa. Su enemigo se hallaba despistado, era el momento, Rufus salió por la puerta, y le apuntó al momento, pero Belagor se giró con extrema rapidez, sus alas levantaron polvo al girar hacía él, impidiéndole la visión de lo que allí acontecía.
Rufus disparó tres veces a Belagor y las balas perforaron su pecho, aquello le provocó dolor, pero también lo puso furioso, golpeó al ex-novio de Luna con el revés de la mano y lo lanzó contra la puerta de entrada de la casa, rompiendo así la vidriera de la puerta, y quedando inconsciente al momento.
Azile le agarró del brazo derecho y tiró de él a la vez que echaba a volar con fuerza, las alas flamígeras de Belagor le producían quemaduras en el transcurso del vuelo, aquel ser se resistía, pero el ángel hijo de Azhrel, lo sujetó con fuerza, mientras volaba le golpeaba con el puño cerrado en el abdomen.
El ángel ardiente era mucho más fuerte y peligroso ahora, pero Azile mantenía la serenidad y tenía un plan. Comenzó a subir mientras soportaba los duros golpes de su viejo amigo, su objetivo era el afilado pararrayos de la casa de Rufus. Poco a poco logró llevarlo hasta encima de aquella estructura metálica tan peligrosa. Se hallaba muy débil. Belagor le había golpeado en exceso.
- No te vas a defender estúpido, ¿es qué quieres morir?- Preguntó Bel con una sonrisa, muestra de su disfrute.
- Lo... siento... amigo- Comenzó a decir con ironía- Siempre has sido más fuerte... pero no más inteligente.
Belagor miró entonces debajo de si con pánico y trató de zafarse. Azile le envolvió con sus alas y se abrazó a él, impidiéndole cualquier movimiento y provocando que cayesen sin remedio contra el pararrayos.