Ren estacionó frente a la casa de Alix. No tenía mucho tiempo, y los planes para una navidad inolvidable empezaban a ponerse en marcha.
Sandy cogió las flores. —Se las entregaré cuando regrese de hacer las compras. —Ren sabía que tenía a la familia de Alix de su lado. A pesar de sus errores, Ryan entendió que muchas veces no medimos las consecuencias de nuestros actos, y terminamos pagando con creces.
Su matrimonio con Lara tal vez no fue la mejor decisión de su vida, pero al igual que Alix, Ren no conocía las diferencias y el verdadero significado del amor y la amistad.
Se casó con la mujer a la que solo quería como una amiga.
Y dejo ir, al amor de su vida.
Algo que entendió, años más tarde. Cuando se sentía marchito, y con un matrimonio, que, en lugar de ofrecerle libertad, le asfixiaba. Él problema era él, no Lara. Las mujeres con las que compartía algún vínculo, siempre terminaban decepcionadas con su forma promiscua de actuar, y no las culpaba.
Pero entre todas ellas, Alix era la única que sobresalía.
La que, a pesar de su carácter, podía nombrarle a cualquier transeúnte las buenas características que lo hacían único a sus ojos.
Alix siempre miraba las cosas buenas.
Y hasta que no la tuvo, supo el verdadero vínculo que sostenían.
Amor.
Confianza.
Y una fuerte e indestructible amistad que, a pesar de los baches, siempre estaba unida.
Él confiaba en que sus planes tendrían buenos resultados. Alix volvería con él, y tal vez, nunca volviera a dejar el pequeño poblado.
Solo era cuestión de desear... y ser valientes para tomar lo que desean.