-Diane-
Alex… Alex sufría. Lo vi sentado al borde de la acera, con los codos apoyados en las rodillas y las manos cubriendo su frente. No era la primera vez que lo veía así, no pude evitar soltar una leve risa, pero luego me enfurecí. ¿Quién era el culpable?
No importaba, estaba feliz… otra vez yo estaba feliz… Cambiaba de un estado de ánimo a otro, como si hubiera alguien más en mí…
Era otro de esos sueños.
No podía olvidar que el muy desgraciado me había atrapado en un momento de vulnerabilidad, había discutido con mi loca madre y apareció a pedirme tregua. Y ya que había adivinado mi gusto ridículo por él, quise también aprovechar y dictarle mis reglas. Tampoco quería que creyera que me moría por él, eso no.
Desperté tras escuchar unos golpes en mi cama. Sin duda era Darky avisándome algo, salí del colchón con algo de pereza, lo vi aparecer a mi lado en forma de hombre en traje negro, cuyos ojos también eran por completo negros. Me gustaba que se apareciera así, era bastante… “Darky”.
Los libros en los que las niñas alucinaban con que un demonio o un ángel eran como humanos y podrían hacerlas gozar en la cama como cualquier mortal que comía, iba al baño y dormía, eran meros chistes. Estúpidos. Entes como ellos no tenían sentimiento alguno, eran imparciales como la misma energía, sin clemencia, sin dudas, sin necesidades. Darky estaba aquí por propia conveniencia suya, y porque me había vuelto su dueña. Era lo que llamaban “bruja”.
—Algo en la puerta —murmuró con el viento.
Anduve descalza por mi casa, mi madre no estaba, como siempre, con alguno de sus amantes. Todos parecían disfrutar la vida excepto yo. Abrí la puerta y pude detectar la negatividad que venía del suelo, al parecer había polvo.
—Tierra de muerto —dije. Sonreí—. Vaya, esto parece un intento desesperado por hacerme daño de alguna forma. Es uno de esos conjuros casi mortales, si no sabes qué es lo que tienes.
—Y ha sabido ocultarse, no sé quién fue.
—Sin duda Alex, ¿quién más si no? Ese tonto, maldito, ¡mintió sobre su supuesta tregua! —Cerré los ojos e intenté relajarme, ya había apretado los puños con mucha fuerza—. No tiene idea del gran poder que tiene en sus manos. —Dejé de sonreír de pronto—. Pero no conviene que lo sepa, no debe vivir lo suficiente como para que lo descubra, no puedo perderte, Darky… Que si un día algo te absorbe, no vas a ser perdonado, ¿entendiste?
Extendí las manos y extraje la energía venenosa de la tierra, me fue algo difícil, pero logré meterla en Darky. Sí, debía ser más fuerte.
Darky cuervo iba espiando a Alex y sus movimientos, mientras tanto, yo me dedicaba a conocer a su familia. Tenía una tía, una que podía absorber energía, y él de seguro no tenía idea. No me preocupé por la vieja, los chupadores de energía casi siempre buscaban energía positiva, y todo lo que eso atraía.
Pero había alguien más, y no me había percatado, sino hasta ese día en la boda, lamentablemente no supe quién, y me distraje en otra cosa. Ese alguien era muy poderoso, había dejado notarlo en el momento del caos, quizá para ayudarse a sí mismo. Lo había estado buscando, había querido ir al baby shower de la prima, quizá ahí estaba, pero no me invitaron los desgraciados. ¿No que querían dinero? Para eso se hacían esas estúpidas fiestas.
Me colé por los techos. Había aprendido a camuflarme también, así que Alex no me notaría, quizá, si llegaba a estar lo suficientemente cerca.
Por un desnivel entre el techo de la casa de al lado y la de la tía, había una ventana hacia la cocina, lo malo era que aquella persona también sabía camuflarse, obviamente, y si era hombre no iba a estar en la cocina. Malditos machistas, los baby shower eran para mujeres, al menos en este país, pero como la crisis apretaba, ya se incluían hombres.
Me exalté un poco al ver a Alex entrar y dejarle un plato a su mamá. Estaba guapo. Mi corazón aun latía por él, a pesar de que representaba una molestia y amenaza para mí, y a pesar de que no me quería. Claro, yo no era lo suficientemente femenina quizá, él quería una perra.
Abrí más los ojos al percatarme de que por su culpa me desconcentré y mi presencia pudo haberse dado a notar por segundos. Lamentablemente eso pareció bastar para ese alguien, porque enseguida sentí una inmensa pesadez muy cerca.
Me puse de pie y corrí por el techo. Darky apareció a mi lado, buscando a su alrededor mientras me descolgaba por un tubo que estaba pegado a la pared de la casa por la que había subido. El viento corrió con fuerza, aunque la zona era residencial, y de gente con dinero, la vi sepulcral. Estaba cerca, esa cosa estaba cerca, y no se dejaba ver, sin duda era muy poderoso.
—Darky, esfúmate —susurré.
Si ese ente lo atrapaba lo iba a absorber. Como se lo había ordenado, él desapareció en segundos. Eché a correr de golpe. Podía atraparme y meterse a mi cuerpo, o matarme si así se lo ordenaba su dueño, tuve miedo.
Choqué contra alguien y solté un corto grito.
—Jovencita, fíjese por dónde va —murmuró el señor.
Miré hacia atrás con susto. Ahí estaba, moviéndose en las sobras. ¡Ahí estaba! Corrí otra vez sin decirle nada al viejo.