Abrió los ojos de par en par y su respiración estaba agitada. Su cuerpo estaba frío y ¿mojado? Desconoció el lugar al principio, pero cuando logró enfocar la vista se dio cuenta de que aún estaba en el hotel.
¡Maldición! Todo había sido un sueño, un maldito sueño y sin embargo le había resultado tan real que aún podía sentir las lágrimas rodar por sus mejillas y la angustia de “casi” haber perdido a Maribel. Seguramente después de beber tanto alcohol por la noche, se quedó dormido y vació sobre sí mismo el vaso de whisky en algún momento de la noche.
El alivio que sentía en ese momento le impedía moverse. Solo se quedó allí, sentado en el sofá de la habitación rememorando aquel sueño que casi le arrebata el alma.
Prendió el televisor para asegurarse de que en verdad todo había sido un sueño deseando que las noticias no mostrasen ninguna noticia al respecto. Luego buscó en internet noticias de su localidad y nada apareció que se asemejase a lo que él había vivido en su pesadilla.
Agradeció a Dios que todo eso fue solo una cruel pesadilla.
Lo siguiente que hizo fue llamar a su mujer. El corazón le latía descontrolado como un adolescente frente a la primera llamada que haría a la chica de sus sueños.
Oír su voz fue como oír la más bella de las sinfonías. Hasta hacía unos minutos la había dado por muerta y se había sentido morir con ella, pero ahora que volvía a escuchar su melodiosa voz, fue como si hubiera vuelto a renacer.
No fue mucho lo que hablaron. Luciano simplemente le comunicó que volvía a casa para luego cortar con un tímido “adiós”. Estaba tan sobrepasado con aquella maldita pesadilla que se le hacía difícil manejar ese cúmulo de sensaciones y sentimientos que estaba experimentando.
Preparó su bolso y partió de vuelta rumbo a su hogar. Mientras manejaba, no podía dejar de pensar……
“¿Y si no hubiese sido un sueño? ¿Qué hubiera pasado si todo hubiera sucedido en verdad?”
Pensar en esa realidad le convulsionó el estómago. Por un lado se sentía devastado porque aún le costaba asimilar que todo había sido producto de un mal sueño, pero por otro se sentía feliz porque tendría por fin un nuevo comienzo junto a Maribel.
Llegó a casa por la tarde. Estacionó el auto y se demoró en bajar de él. Seguía dándole vueltas al asunto y no pudo evitar que una lágrima se escapara de sus ojos al recordar la terrible escena que envolvió la hermosa figura de su esposa. Y como si una fuerza sobrenatural lo empujara, su cuerpo se movió por sí solo y lo dirigió a su casa en espera de reencontrarse con ella.
Maribel lo había visto estacionarse y se preocupó cuando vio que tardaba más de la cuenta. Salió a su encuentro y entonces lo vio. Venía casi corriendo en su dirección. Arrojó al suelo su bolso y se apresuró hacia ella.
Luciano la miró como si no pudiera creer que ella estaba ahí, delante de él, viva, sin rastros de ninguna herida o quemadura. Y como si aún no estuviese 100% convencido le tocó el rostro con delicadeza, con ternura, como si el simple roce fuera a desvanecerla en el aire. Cuando ya no quedaba nada más que comprobar, se arrojó como un poseso a saquear su boca, a sentir su piel, a tocarla como si fuera seda, acariciarla como si no hubiera un mañana.
- ¿Qué sucede, Luciano? – le preguntó sorprendida por aquella muestra tan eufórica y vehemente de cariño.
- Nada, mi amor. Es solo que te extrañé. – Sus manos no podían dejar de acunar sus mejillas y su boca de llenarla a besos fugaces por toda su cara mientras Maribel reía de felicidad.
- Yo también te extrañé mucho. Me sentía muy sola sin ti. – le confesó.
- Ya no más, Maribel. Ya no más. Este viaje me hizo pensar muchas cosas. – le decía mientras se aventuraban dentro de la casa.
Luego la llevó hacia la terraza y juntos se acurrucaron en la tumbona que había a un lado de la piscina. Luciano se sentó apoyando su espalda en el respaldo y con las piernas abiertas, colgando por los costados de la tumbona y acomodó a Maribel delante, de espaldas a él para luego la abrazarla.
- ¿Y en qué precisamente si se puede saber?
- Me di cuenta de que no puedo dar por sentado todo lo que tengo. Y por todo lo que tengo, me refiero a ti, mi amor. Tú eres lo más importante para mí y lamento haberme dado cuenta tan tarde, después de haber perdido tanto tiempo tontamente. Me di cuenta de que en un segundo toda la vida puede cambiar, que hoy estamos aquí y mañana tal vez no. Y entonces, miles de “¿Y si……” me bombardearon sin piedad. “¿Y si nos quedara poco tiempo?” “¿Y si mañana acaban nuestros días?” “¿Y si no te he dicho suficiente, que te adoro con mi vida?” “¿Y si no pudiera volver a amarte?” “¿Y si no llego a jurarte que nadie puede amarte más que yo?”. Porque nadie sabe en realidad qué es lo que tiene hasta que enfrenta el miedo de perderlo para siempre y yo, Maribel…… no quiero perderte nunca. Porque te amo más que a nada en este mundo y no concibo un día sin ti y espero con ansias que nuestro amor dé frutos, muchos frutos. Anhelo el día en que pueda verte con una gran barriga portando a sus anchas el gran amor que nos profesamos. Dime, por favor, que aún podemos amarnos como antes. – la abrazó con ardor y esperó ansioso su respuesta. No quiso contarle aquel terrible sueño. Le bastaba con saber que fue lo suficientemente fuerte como remecerle el mundo y motivarlo a actuar, a cambiar la cosas, a vivir de verdad junto a ella.