Corrí lo más rápido que podía, había recibo esa llamada tan inesperada que salí de la reunión de la empresa tan asustado pensando que era una broma de mal gusto.
Entré al hospital sabiendo que había dejado mi auto en medio del estacionamiento mal estacionado, pero no me importaba, necesitaba saber si estaba bien.
Tragué saliva pasando mi mano derecha por mi cabello para tratar de controlar mis nervios, no sabía como estaba, ni en donde se encontraba. Los hospitales me daban terror desde aquella ocasión y no quería volver a pisar uno nunca más en mi vida. Pero acá estaba...
Suspiré caminando hasta la recepción preguntando por su nombre, la chica que estaba de guardia me miró de arriba a abajo y me dijo en que habitación se encontraba. Le agradecí por su atención y salí corriendo para ver como se encontraba la persona más importante de mi vida.
Los médicos me gritaban que no eran horas de correr en un hospital de mala muerte, que había enfermos en los pasillos y enfermeros que venían entrando con nuevos pacientes en el hospital, pero no me importaba, no me importaba nada. Solamente quería saber como se encontraba y si todavía estaba conmigo. No quería ni pensar que sucedería si le pasaba algo, no, solamente al darme de una idea de como estaría sin mi persona favorita, me faltaba el aire.
<<Por favor, por favor que este bien.>> Rogaba en mi interior. Y llegué a su habitación observando su rostro tan tranquilo, como si estuviese durmiendo en un sueño tan profundo, Tragué saliva quedándome en el marco de la puerta, no quería entrar. No quería derrumbarme tan pronto.
Sentí una mano en mi hombro a los minutos de haber llegado a la habitación, me di media vuelta para mirar a un hombre con una bata larga de color blanco que estaba desabrochada y llevaba una remera lisa de color azul. Tenía algunas pecas en su rostro y una barba de hacía días, tenía poco cabello en su cabeza y eso me hizo gracia, pero mi nudo en mi garganta no me dejó sonreír.
Tragué saliva sintiéndome nervioso y raro a la vez. El hombre de bata blanca estiró su mano para estrecharla con la mía, le di un apretón nervioso por las respuestas que me daría a mis preguntas, y en ese momento quise desaparecer y despertar para volver a esta mañana, donde estábamos juntos, riendo y tomando el desayuno en la cama antes de irme a trabajar y ella a la universidad. Si hubiese sabido todo esto...
<<Me avisaron tarde>> pensé cuando me di cuenta que ella llevaba más horas en este hospital de lo que había imaginado, si le hubiese pasado algo... Si ella se hubiese escapado de mis manos, yo no...
Suspiré frustrado al no dejar de pensar en todo lo que hubiese ocurrido. Pero todavía me esperaba las respuestas de este hombre calvo que no habla y me observa con tanta delicadeza que en cualquier momento lo golpearía.
-Soy el doctor...-alcé mi mano cerrando mis ojos con cansancio.
-Solo...-respiré profundamente.-...solo dígame que ella se encuentra bien, doctor. Por favor.-miré a sus ojos de color marrón que me miraba con demasiada compasión. El hombre calvo tragó saliva para después soltar un suspiro lastimero. Y ahí es donde supe que todo estaba por derrumbarse. Que mi vida estaba acabada y que no volvería a ver el sol.
Mis ojos empezaron a lagrimearse y sentí lo que hace mucho había sentido: miedo. Miedo de perderla y perderme a mi mismo. Habíamos pasado tanto que nos sobraba tiempo, cerré mis ojos aceptando lo que mi mente se imaginaba.
La había perdido.
El doctor que no me importaba su nombre, colocó su mano en mi hombro mirándome alertado.
-Todo no está perdido, joven. Ella se encuentra en observación, necesita una revisión de los médicos y que las enfermeras la controlen.-respiró profundo dándome un apretón en mi hombro. Tragué saliva sintiéndome vacío.-Se encuentra en coma-mi corazón se detuvo y mis ojos se abrieron al recibir semejante noticia. Esto no podía estar pasando.-Fue un accidente demasiado fuerte, con suerte está viva, fue un milagro.
<<Si fuese un milagro ella estaría viva.>> quise decir pero cerré mi boca antes de empeorar todo, más de lo que estaba.
-Yo...-no sabía que decir, dios santo, esto no me lo esperaba. Ella tendría que estar conmigo en estos momentos y no ahí, acostada en esa cama de mala muerte conectada a unos cables que le hacían respirar. Mi pecho se estrujo al girarme y verla allí. No era ella, no era mi amada, no era mi chica. Estaba tan lastimada...
Me recosté en la pared volviendo a mirar al médico que parecía estar a cargo de ella.
-No sabemos cuando volverá a despertar.-soltó de repente. Abrí mis ojos y los tapé agachando mi cabeza para que no me observara llorar. Porque yo estaba llorando, cuando me prometí a mi miso no llorar por nadie, pero ahí estaba. Llorando por la mujer que más amaba en mi vida y no sabía que hacer en estos momentos.
Necesitaba sus brazos, necesitaba sus besos y sus caricias cuando me encontraba en un estado que ni yo mismo me soportaba, pero estaba ella, para brindarme una mano y levantarme del abismo que había caído y que no sabría si volvería a levantarme de nuevo. No si ella...
Necesitaba de ella, pero ahora se encontraba en una camilla con su vida en peligro.
Sentí la mano del médico canoso y pelón en mi hombro dándome apoyo, pero no era él de quien necesitaba sus brazos. Un sollozo se escapó entre mis labios, sentía que me estaba ahogando en un vaso sin fondo.
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Editado: 15.12.2020