¿y sí me amaras?

Capítulo Dos

(Días después) Francia año desconocido. 


Las reuniones entre monarcas y mandatarios, aliados no cesaban, su padre cada día en Francia tenía alrededor de cuatro y cinco reuniones en un solo día, así que por suerte no tenía tiempo de ocuparse de maltratarle como era su costumbre,  algo que Milo agradecía muchísimo.

Esa mañana en el gran comedor, se hablaban de posibles ataques y lugares nuevos que conquistar. Mientras los condes, duques y marqueses allí presentes prestaban especial atención al monarca Británico, Milo esperaba pacientemente poder marcharse y dejar esa mesa. Estaba ansioso por poder tomar su paseo solo, hoy lo intentaría se zafaria a como diera lugar de sus molestos compañeros, que desde su primer día en Francia no habían parado de hablar de mujeres y como ya querían practicar cierto tipo de actos. 
Los días comenzaban a pasar demasiado lentos,  solo habían pasado dos días y ya quería volver al riachuelo, pero no podía hacerlo cuando Franco y los duques no se le despegaban ni un segundo.

Las clases de equitación y esgrima se le hacían eternas,  no entendía porque esos niños no podían quedarse solo ellos y seguir en sus tontos juegos, a pesar de que Franco tenía su edad, era un niño. No tenía sobre él,  el gran peso de ser el único heredero del imperio.

Su mirada se prendo al bosque, estaba fastidiado de esperar por esos niños tontos, así que se acercó al maestro como la vez pasada para pedir permiso y obtener su paseó, considero que lo había ganado tras su esfuerzo en las clases, para el maestro Pierre Alran no fue tan difícil acceder al pedido del príncipe Milo,  puesto que era un joven excepcional y aplicado en sus deberes que a pesar de tener la edad del príncipe Franco, era un joven muy maduro y centrado, demostrandole que para él,  sus clases tenían bastante importancia.

Rápidamente subió a su caballo y se fue a toda prisa, ante la curiosa mirada de sus compañeros, no quería desperdiciar el tiempo el sabía que su viaje acabaría tan pronto su padre ordenara el regreso a Londres,  pensarlo le hacia un nudo en el estómago y un malestar intenso de sentimientos.

Cuando llegó al río bajo del caballo y ató las riendas a un árbol dejando a su caballo libertad de movimiento. 
Se saco el sombrero, el saco y la cinta que servía como lazo en su cuello, no quería asustar a la niña sí llegaba a encontrarle en aquel lugar, quería que lo confundiera con un chico cualquiera y no con el príncipe Británico. 
Quería hacer un amigo o amiga que no lo viera con miedo por pertenecer a la monarquía, alguien que notará que sin su título nobiliario, también era una persona. Milo estuvo caminando largo rato entre los árboles esperando que la pequeña niña hiciera acto de presencia estaba por rendirse cuando las pisadas presurosas de alguien le asustaron, rápidamente se oculto tras un árbol para ver de quien se trataba, fuerte se agitó su corazón al darse cuenta que aquellas presurosas pisadas pertenecían a la niña que había pasado tanto tiempo esperando, pero esta vez estaba triste, la niña lloraba desconsolada sentada a la orilla del río, algo en su pecho se contrajo dolorosamente, sus ojos comenzaron a picar un poco. Tomó una pequeña florecita de las muchas que podías encontrar en aquel lugar, lo pensó un poco, con un hondo suspiro tomó la fuerza y se acerco.

Sin hacer un movimiento presuroso o demasiado escandaloso, se sento a su lado, poniendo la florecita frente a la niña. Ella volteo rápidamente asustandose por el chico que había aparecido de la nada, estaba por levantarse y salir corriendo, pero las palabras de Milo detuvieron su intento de huída.

-Una señorita tan linda como usted, no debería estar llorando en medio de un bosque tan solo como lo és este bosque. -Le comentó encogiendo sus hombros. -Además una señorita tan guapa y pequeña, no debería pasearse por el bosque sola. -La miro alzando su ceja. 
-Yo... 
-Usted dulce señorita, me va permitir prestarle un poco de mi compañia.  -Sentenció con una sonrisa.

Milo se sento en silencio junto a la pequeña niña, espero un rato que ella misma se fuera calmado poco a poco, mientras eso ocurría, el príncipe se permitía observar discretamente a la niña detallando sus facciones. Antes había visto muchas niñas y mujeres hermosas, rubias, morenas, trigueñas.  Pero jamás había visto a alguien con unos ojos tan sinceros, su madre solía decirle que existían personas que contenían el alma en su mirada.  Sus ojos eran de un color celeste impresionante, que se veían llenos de historias por contar, Milo se dio cuenta que al mirar aquellos hermosos ojos no necesitaba mirar el cielo, en esa mirada se albergaba el cielo y la mismísima infinidad del mar.  
Sus cejas eran pobladas de un color castaño tan claro que podían fácilmente confundirse con el dorado, su nariz era perfecta "¿como explicar?" Su nariz era fina, pequeña y respingada. 
Sus pestañas eran largas y casi de la misma tonalidad de sus cejas, sus mejillas coloraditas llenas de pequeñas pecas regadas en su mayoría bajo sus ojos y sobre el inicio de su nariz. 
Sus labios eran llenitos y pequeños, con una forma tan definida, tenía dos pequeños lunares cerca de su definida boca, uno justo sobre la comisura izquierda y el otro debajo del labio inferior justo sobre el inicio de su mentón. 
Milo se acaloro de vergüenza al darse cuenta que jamás había observado a alguien de la misma forma que ahora miraba a la pequeña niña junto a el. Lo cierto también era que el príncipe jamás habia tenido la sensación de ser tan libre en un acto tan pequeño como lo era mirar el rostro de una señorita tan de cerca como justo ahora podía hacer, lo tomó bastante por sorpresa cuando una pequeña y suave mano roso sus dedos para tomar la florecita que había arrancado.

Sus mejillas se sentía hervir, nunca en la vida había sentido algo similar y eso era solo al tocar su mano, aunque para si mismo se sintió bastante patético, porque estaba experimentando lo que decían sus libros de poesía o las pocas "novelas románticas" que había conservado de su madre y que por suerte Carl no tenía ni idea que leía a escondidas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.