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Hana
Viernes por la noche
Mamá no lo había tomado del todo bien en cuanto a la famosa "reunión" que daría Park Jimin en su casa esta noche, pero una vez que escuchó el nombre de Jungkook se sintió mucho más tranquila en cuanto a todo eso. Jungkook siempre había funcionado como zona de confort para mi madre. Ella sentía que al yo estar con él yo tendría alguien que me pudiera proteger si algo sucediera, era como si me hubiera criado con un hermano, alguien que me apreciaba y se preocupaba genuinamente por mí, aparte de ser todo un caballero con su pequeña hija, pero solo cuando mi madre estaba presente diría yo.
Estaba acostada sobre mi espalda en la cama de Jungkook, miraba el cielorraso mientras que este terminaba de vestirse en el baño como siempre. Miré mis pies cubiertos por mis botas negras favoritas, luego seguía una pequeña falda negra con pequeñas margaritas como diseño, las margaritas subían hasta mi torso, hasta dos pequeñas tiras que sujetaban todo el conjunto ya que era un vestido. Este no era muy ceñido, solo un poco en la cintura. Arriba de eso llevaba una chaqueta de denim gruesa que tenía un aspecto viejo y rasgado. Mi cabello marrón estaba suelto en sus hondas naturales.
Me levanté de la cama y me miré en el espejo de cuerpo entero que tenía este en su cuarto. Di un par de vueltas, acomodé mi cabello y agregué un poco más de color en los labios. Sonreí solo en pensar lo bien que me sentía. Inconscientemente me di cuenta que me sentía muy linda.
— ¿A qué hora vendrá Namjoon por nosotros? – vi a Jungkook atreves del espejo, este había salido del baño. Este llevaba pantaloncillos negros, una camisa de cuados color gris y sobre eso una chaqueta de jean negra. Esta vez su cabello no estaba para nada peinado, al contrario, tenía ciertas hondas. Se veía tan lindo como siempre – te ves muy bien – lo escuché decir a mis espaldas.
— ¿Crees que me veo bien para una "fiesta"? – dije moviendo mi vestido de lado a lado como una niña pequeña. Este sonrió.
— Le prometí a tu madre que te cuidaría – me recordó. – no sé si sea posible – mis mejillas se calentaron al instante y dejé de moverme. Esa clase de frases eran las que en ocasiones me hacían pensar que tal vez, solo tal vez, en algún futuro muy lejano Jungkook y yo podríamos tener algo.
— Lo tomaré como un sí – dije regresando a mi lugar en la cama. Por un momento creí que sería genial que fuéramos juntos a la fiesta, ya saben juntos juntos.
Namjoon había sido tan amable de recogernos para ir todos juntos a la "reunión". Cinco minutos más tarde y el claxon del auto de Namjoon ya estaba en la entrada de la casa. Los dos bajamos y nos encontramos con una camioneta color vino. Al subir vimos que Yoongi y Kim ya estaban allí desde un principio, si era honesta casi no reconocía a Kim sin el uniforme de la escuela, este había sido cambiado por unos pantalones negros de tela, zapatos negros, una camiseta blanca simple y una chaqueta de denim azul. Odiaba admitirlo, pero se veía muy bien.
Kook y yo subimos y Nam se dirigió a recoger a Young-mi. Jungkook le mandó la dirección a Nam y este llegó en menos de unos cinco minutos. Una pequeña y bonita casa blanca aguardaba a la pelinegra en su interior cuando llegamos. Esta salió a los segundos. A diferencia de mi llevaba unos pantalones cortos negros, una blusa manga larga de flores, su chaqueta de cuero y botines.
— Chicos – saludó a todos los que estábamos en el auto. – no creo que haya suficiente espacio para mí – dijo viendo que atrás estaba totalmente lleno. Los tres nos bajamos y tratamos de hacer suficiente espacio para ella.
— Supongo que alguien debería cargarla en las piernas – dijo Yoongi desde el asiento del copiloto. Jungkook me miró nervioso, no pude evitar sonreír al ver su rostro.
— Yo puedo hacerlo – me ofrecí – esta sonrió.
— Buena idea – escuché a Yoongi – así nos ahorramos un problemita, ustedes saben – dijo mirando a Jungkook. Este lo fulminó con la mirada.
— Gracias por esa información innecesaria – dije riendo por las tonterías que había empezado a decir. Todos subimos nuevamente al auto, primero Kim, luego Kook y por último Young y yo.
— Discúlpame si te hago daño Hana – se disculpó la pelinegra. – le sonreí y negué con la cabeza.
— Estás bien Young.
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Esto no era una maldita reunión. Park Jimin nos había mentido, nos había visto la cara de idiotas y seguramente se estaba riendo de nosotros en este preciso instante. La casa estaba totalmente llena de personas, la música con efecto atmosfera se escuchaba desde la calle de enfrente. Supuse que la casa al estar tan alejada de la calle principal no tendría problemas con sus vecinos.