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No me quería levantar. Eran las 11:30 a.m. muy probablemente a esta hora estaría en clase de historia, probablemente estaría realmente aburrida, pero por lo menos tendría una excusa para no estar atrapada en casa todo el día. Sabía que lo que estaba haciendo no era sano, no era correcto, pero no podía evitar pensar en Jungkook, como estaba y que estaría haciendo ahora, Las cosas se habían complicado estos últimos meses, pero no podíamos olvidar que antes de eso éramos inseparables. ¿Estarás pensando en mí?
Me levanté como pude y tomé mi celular que estaba sobre la mesita al lado de mi cama. La luz azulada iluminó mi rostro dejándome ver mi fondo de pantalla, era una foto de dos personas, a estas no se les podía ver el rostro, pero sostenían banderas e iban completamente atascados en fango. Eso había sucedido el verano pasado. Tan solo el verano pasado.
— ¿Hana? – el rostro de mi madre se asomó por la puerta de mi habitación. Me sobresalté al escucharla. Esta sonrió al ver mi reacción. – Hola – saludó.
— Mamá – dije con mi mano sobre mi corazón, me había sacado un susto. - ¿Sucede algo? – esta negó con la cabeza.
— Era para decirte que saldré a comprar unas cosas – me explicó. - ¿Te gustaría venir o te quedas? – me volví a tumbar en la cama con cara de pocos amigos. Mamá me conocía tan bien que sabía que diría que estaba cansada.
— ¿No te molestas si me quedo? – La castaña negó. Le agradecí.
— Sabía que dirías eso – esta me dedicó una mirada “fastidiada” – Bueno, como te quedarás… – comenzó. Debí saber que me dejaría haciendo deberes. – Arregla un poco la sala cariño, es cierto que vivimos las dos solas, pero es que no entiendo como todo termina fuera de su lugar. - Reí al escucharla quejándose.
— Tal vez estamos infestadas de fantasmas – contesté con un tono burlesco. Esta no se molestó en responderme y solo puso los ojos en blanco. – Como en la película “Los otros” ¿La recuerdas? – Mi madre era la entusiasta más grande que conocía en cuanto películas de terror.
— Claro que lo hago, no dormiste como en una semana por lo asustada que estabas. – A diferencia de mi que simplemente no son lo mío. – Bueno, ya sabes – habló nuevamente. – Arregla la casa. - ¿No habíamos quedado que solo la sala? ¿Ahora era también el resto de la casa? – ya sabes, nos vemos ahora. – asentí un poco molesta. Esta se ría.
Apenas que escuché el auto de mi madre ponerse en marcha, me fui a ver cual era el problema del cual ella hablaba. Tomé mi celular y me encaminé a la sala, arrastraba mi cuerpo con pesadez ya que no quería hacer nada de esto. Miré los cojines de los muebles un poco fuera de sus lugares así que me puse a recoger un poco. Solo debo admitir que mi energía y motivación desapareció apenas que tomé un pequeño “descanso” luego de mover tres cojines. Me tiré boca arriba sobre el sillón. El sonido timbré me hizo gruñir, probablemente mamá había olvidado algo.
— ¿Qué olvidaste? – Pregunté antes de abrir la puerta. Era ella. Maldije en mi interior e intenté cerrar la puerta de inmediato, pero esta me rogo que por favor le permitiera unos minutos. - ¿Qué haces aquí? – eso había sonado como una pregunta, pero ambas sabíamos que ella no debía estar aquí. No después de todo eso.
— Espera… - habló. – Espera… - Young volvió a abrir la puerta. Su cabello Negro estaba más largo de lo normal, llevaba el uniforme de la escuela y traía unos libros consigo. – Te vine a traer esto – dijo mostrando los libros. De todas las personas que pudieron haber tocado mi puerta hoy, ella era la que menos quería ver. – solo será eso – dijo, por último. No dejaría que su mera presencia arruinara el día. Me rendí. Abrí la puerta por completo y esperé a que la pelinegra me entregara lo que sea que me tenía que dar. – Son – dijo buscando algo en su mochila. – son los apuntes de hoy y también, también un trabajo que habíamos hecho juntas ¿Lo recuerdas? – Young me extendió el documento. Era cierto, fue un trabajo que habíamos hecho un poco antes de que todo esto sucediera. La miré, era como si sus ojos me rogaran por dejarla hablar.
— Bien – dije tomando todo eso. - ¿Algo más? – pregunté. El corto tiempo que había compartido con Young había sido bastante extraño desde el comienzo, esta era una especie de ángel con voz dulce y rostro casi perfecto, se veía tan feliz y llena de vida, pero al mismo tiempo pude notar que tal vez eso solo era el exterior. Sabes cuando vas a un restaurante y te dan escoger entre dos pasteles. Uno es hermoso, pero solo es crema, mientras que el otro es menos atractivo, pero es puramente pastel. Ella era solo la crema.
— Lo siento – dijo. – enserio, lo siento… hable con Jungkook y el en ningún momento dijo que se habían acostado. – esta permaneció con la mirada en el suelo. – Yo creí que mentía así que supuse que ustedes, pues… ya sabes – reí al escucharla. ¿Nosotros qué exactamente? – Aparte, estaban tus cosas en su casa, yo no entendía como era que ustedes eran tan cercanos, estaba muy confundida y mis celos me ganaron. – chilló. Esta estaba al borde del llanto mismo. Una parte de mi se sentía un poco mal, pero la otro no dejaría que volvieran a jugar conmigo.