Rojo
“Se asocia a personas extrovertidas y un tanto impulsivas que no dan mucha importancia a la reflexión. Indica pasión, sexualidad, ímpetu, fuego y sangre. Ejerce una influencia fuerte sobre el estado de ánimo de una manera positiva como puede ser que te da la fuerza para enfrentarte a tus miedos y mostrar seguridad en ti mismo, o de una manera negativa puesto que puede dar lugar a actitudes agresivas”
Red – 빨간색
Jungkook
Nunca me consideré la persona más lista, no la más ingeniosa, pero sí uno de los que se había sacado la lotería al nacer. Han escuchado sobre aquél relato que narra que todas las personas antes de nacer tienen la oportunidad de tirar los dados del destino y dependiendo de estos así mismo sería dictada tu vida. Por ejemplo, si sacabas un dos o un tres tendrías una vida mediocre, irrelevante, mientras que, si conseguías un nueve o hasta diez, literalmente tendrías la mejor vida que te pudieras imaginar. Eso era lo que yo pensaba, durante gran parte de mi niñez, yo creí que tenía los mejores padres, la mejor hermana, tenía una linda casa y la mejor amiga, una que solo velaba por mí, que solo me observaba a mi y yo a ella, éramos tan compatibles que tal vez si nos hubiésemos casado hubiéramos tenido la mejor vida del mundo, una maravillosa, con hijos perfectos y vidas perfectas. Pero, el único problema con ese plan era que simplemente, no la podía amar, ella era como mi amor platónico, pero quería tenerla a mi lado para siempre.
Usualmente cuando a las personas le preguntan cual es el primer recuerdo que tienen de sus amigos o si recuerdan como fue que los conocieron la gran mayoría de las personas dirán algo como “Nos conocimos en la escuela” “lo conocí por un amigo” etc.… pero con Hana era distinto, no tenía ningún tipo de recuerdo de un primer encuentro, solo había aparecido allí de repente un buen día ya éramos mejores amigos y justamente allí recaía la fuerza de nuestra amistad. Hoy podría contar parte de mi historia de como llegué a ser tan miserable, pero eso no es lo que quiero que recuerden de mí, prefiero que recuerden el verdadero yo, el que era joven, inmaduro, pero un sentía respeto por aquellas personas que amaba.
dos años atrás
El verano de ese año fue uno que jamás olvidaría, justamente nos azotó unos de los veranos más calurosos que habíamos tenido en años. Mi madre me había dicho que apenas que llegara del campamento podría hacer lo que yo quisiera y en mis planes siempre estaban ir al lago con Hana. No la había visto en tanto tiempo, iba a ser la primera vez que la veía en todo el verano y el tiempo más largo que nos habíamos mantenido separados. Mis ansias por que el auto de mi padre llegara a casa no tenían comparación con nada, tenía tantas ideas en mi cabeza y tantas ansias de compartirlas con ella.
— ¿A dónde crees que vas Jeon Jungkook? – la amenazadora voz de mi madre me hizo detenerme. Giré la cabeza a todos lados buscando el lugar exacto de donde provenía esa voz. – No has almorzado, no te has cambiado, no has arreglado tus cosas.
— Lo haré mamá, cuando vuelva lo prometo – chillé corriendo, esta me dedicó una sonrisa cansada y me dejó ir sin más. Me había salido con la mía. Corrí tanto que a los pocos minutos había dejado de sentir las piernas, cada vez veía la entrada al lago más y más cerca y eso me hacía llenarme de emoción. Una sirena de cabello marrón saltó al agua apenas que mis pies tocaron la plataforma del muelle, esta nadaba habilidosamente por las aguas, el sol era tan brillante que no me permitía verla con claridad ¿Era ella? Me pregunté. me acerqué a la orilla un poco incrédulo. Se había esfumado, la chica se había ido. Solté un respiro cansado provocado por la carrera que había hecho en mi camino aquí, me saqué las zapatillas y el suéter blanco que cargaba. Sumergí mis piernas en la orilla y me recosté mi cuerpo en la cálida madera.
— ¿Qué haces allí? – tapé rápidamente mi rostro con mi mano derecha. Sentía como su cabello estilaba agua a montones y estas habían empezado a caer sobre mi rostro. Podía sentir la cercanía de su rostro.
— ¡Hana! – me levanté tan abruptamente esta no tuvo tiempo de reacción y nuestras frentes habían chocado como dos bolas en un juego de billar. – ¡Aaargh! – grité quejándome. Me llevé las manos a la frente de inmediato, sabía que Hana era una cabeza dura, pero no tanto. – ¡Rayos!
— ¿Por qué eres tan tonto? – chilló está quejándose por el dolor. Me levanté de la madera y me acerqué a ver qué tan fuerte había sido el golpe.
— A ver acércate, déjame ver… - Le dije haciéndole una seña de que se acercara. Parpadeé un par de veces para organizar la imagen que tenía frente a mí. Su cuerpo se veía diferente, su cabello era más largo y se podría decir que ya llenaba sin problemas el sujetador del bañador. Pero lo que más llamó mi atención fue ese algo que no podía ver, no sabía que era, pero me hacía querer vomitar. Caminé en su dirección y le pedí que quitara las manos de su frente, esta lo hizo. La miré, vi su rostro en búsqueda del golpe, pero solo me encontré con algunos puntos rojos de más, pero sin duda seguí siendo linda. Traté de ignorar ese comentario y centrarme en lo que importaba.