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¡Rayos! Maldije en mis adentros, ya casi llegaba la hora de las visitas y si no me daba prisa solo iba a poderlo ver por unos minutos. Aquella mañana mi madre y yo habíamos tenido que ir a hacer unos papeleos necesarios para lograr obtener mi pasaporte y un par de cosas más para poder viajar. Había estado pensando en eso durante toda una semana y no fue hasta que nos liberamos de la escuela que pude poner mi completa atención en eso. Mamá creía que era una de las mejores oportunidades que iba a tener en la vida y que no debía tomarlo a la ligera, solo era un año y si no me gustaba o no me sentía bien, podía regresar a casa. Sabía que rechazar una oportunidad así por personas que hoy consideras tus amigos y mañana ya no sabes ni quienes son es una de las cosas más estúpidas que hubiera podido hacer, pero aun no me decidía, no había tomado una decisión fija. Una de las razones por la cual sentía que estaba tan negativa en cuanto a esa beca era el miedo que me llenaba cada vez que pensaba en que tendría que vivir sola, estudiar, aprender un idioma totalmente diferente y aparte de todo eso hacer amigos y que tal si no era buena, o suficiente o si todos me odiaba, sentía como los noveles de ansiedad subían, pero debía ser valiente y enfrentarme al mundo real desde ahora, por que lo ultimo que quería era terminar arrepintiéndome por no dejarme experimentar todo eso y preguntarme ¿Qué hubiese sucedido si…? Eso me aterraba más que le misma derrota.
Carly, la recepcionista de la entrada me saludó. Había visitado a Jungkook desde el día que le permitieron empezar a recibir visitas y por ende pude crear una agradable relación con ella. Carly era genial, le parecía adorable que viniera a verlo y que aun cuando el estaba tan mal y fuera de sí, yo pudiera seguir teniendo una presencia en su vida. Padecer una enfermedad mental no era algo sencillo y la gran mayoría sabíamos que podía llegar a ser hasta intimidante para muchos. Los pacientes que son ingresados por primera vez, a la gran mayoría les cuesta un poco adaptarse a todo esto y muchos recaen por lo asustados que están, ahora imagínate una persona que no tiene ni la más mínima idea de lo que está sucediendo. ¡Completo desastre! Esa era una de las razones por la cual no quería que Kook se sintiera solo.
Me acerqué al mostrador, la chica de cabello rosa sonrió. Esta me extendió un pequeño gafete con la palabra “visitante” escrita en cursiva y me dejó pasar.
— No redes sociales, no comida basura y nada de escabullirse por el lugar, lo crean o no los estamos observando. – me recordó esta. Era una chica genial, pero eso no la hacía menos responsable con su trabajo. – Ahora debe estar en su habitación, ya sabes cual es. – asentí. Tomé el elevador.
Su cabello castaño oscuro estaba completamente despeinado, la escena era tan angelical, la luz del sol entraba por la ventana y le pegaba en el rostro. Jungkook estaba sentado frente a su caballete mientras que pintaba lo que parecía una montaña y unos árboles. Hacía años que no lo veía pintar.
— Nock nock – dije pegándole suavemente a la puerta que ya estaba abierta. Su sonrisa me recibió con calidez. Se veía mucho mejor. – Hola… - ya me había adentrado a la habitación. Jungkook me hizo una seña para que me sentara en el sillón que estaba allí y así lo hice.
— Hola – respondió concentrado en lo que estaba haciendo. Este tenía pinturas acrílicas sobre la pequeña mesa a su derecha, parecía que había estado haciendo eso por un largo tiempo ya que sus manos estaban cubiertas con manchas de distintos colores. – Llegaste antes de lo que esperaba. – era obvio que me estaba molestando por mi tardanza. Lo miré sería y este empezó a reír mostrando su sonrisa de conejo. - ¿Cómo va todo?
— Ya sabes cómo van las cosas – le hice saber. – por cierto, mamá y yo fuimos a hacer unos papeleos por lo de la posible beca y todo eso. – sus ojos se abrieron como platos. La emoción se encontró en su rostro y me pidió que siguiera hablando. – Pues, mamá cree que debo ir, pero yo no estoy muy segura y la verdad no quiero decepcionar a mamá.
— ¿Es eso posible? – preguntó con una sonrisa en su rostro. Lo miré sin entender. - ¿Es posible que decepciones a tu madre? Ella estará feliz con lo que decidas, aparte que es tu futuro.
— Ya lo sé… - mis ojos estaban puestos en el cielorraso de la habitación. – Ya sé que todos estarán bien con la decisión que tome, pero ese es el punto. Necesito respuestas no condescendencia. – Creo que para alguien de apenas diecisiete era muy difícil tomar esas decisiones por mi misma. – Jungkook me observó por unos segundos y decidió seguir en lo que estaba haciendo, este siguió pintando las montañas, los árboles y por último el lago, si lo miraba desde cierta perspectiva pude apreciar que aquel lugar se parecía mucho al lago al que íbamos de niños. – Lo siento – me disculpé. – llevo aquí mucho tiempo quejándome de mis problemas y no te pregunto como estás… - una sonrisa se formó en él rostro de el castaño, este siguió pintando.