Yo creo en la magia

Rayos de sol

Iris sabía que los barcos navegaban sobre las aguas, pero en este momento estaba dudando sobre esa realidad porque cuando se subieron al barco este empezó a hundirse, por un momento pensó en que se convertiría en un submarino, pero lo que paso fue algo mucho mejor. El agua formó un canal, había agua arriba, abajo, a la izquierda y derecha y aun así podía respirar bien, era como si el agua se abriera para que la vista fuera mucho más hermosa; y sí que lo era, podía ver muchos peces y otras criaturas alrededor.

—Me siento mareada, pero también extasiada con todos estos colores. Conozco cada color, pero nunca había visto tantos en un solo lugar, y mucho menos los había visto de esta forma. — Iris observaba cada cosa con gran emoción. Cualquier persona diría que lo que veía eran síntomas de alucinación, pero ella sabía que todo esa real porque se sentía viva, descansada y por primera vez en su vida sentía que era especial porque tenía la dicha de estar en ese lugar.

—Solo ten cuidado con los caballitos de mar, les gusta mucho…

Demasiado tarde Naim quiso advertir a Iris sobre los juegos de los caballitos de mar, porque uno salto hacía donde ella estaba y con su cola la jalo al agua. Lyla detuvo el barco y riendo tomo la mano de su amigo y se metieron a lo profundo del océano.

Iris tenía la cara casi morada de aguantar el aire. Quería quitarse al caballito, no tan pequeño como había visto en internet, este caballito tenía el tamaño de un real, pero con cola y de colores intensos que brillaban con el agua, pero era imposible; la criatura había encontrado una nueva amiga para jugar.

Naim arranco unas algas moradas y las mastico, con ello pudo respirar bien. Con otra algo verde resistente hizo una cuerda y la lanzó al caballito y este cuando sintió la cuerda soltó a Iris y empezó a querer zafarse. Ninguna creatura del mar le gustaba ser atrapada, de hecho, a ninguna creatura de ahí le gustaba que alguien más tuviera el control sobre ellos. Pero Naim sabía que esa era la única forma en que Iris fuera soltada.

Lyla se acercó nadando rápidamente a Iris y la hizo masticar las algas moradas, la pobre Iris estaba asustada y un tanto cansada, pero aún así trago como pudo las algas. Pensó que se ahogaría, pero se sorprendiendo cuando aire lleno sus pulmones en lugar de agua.

—A estas alturas no debería impactarme que esto pase — Y, sin embargo, Iris quedo con la boca abierta al escucharse hablar bajo el agua y sin problemas.

—Como eres nueva muchas creaturas querrán jugar contigo, ten cuidado que algo más te agarre desprevenida, la próxima vez puede ser una sirena y te convencerá de darle tus piernas a cambio de su cola. — Iris le dio una breve mirada a Lyla y noto que esta era una sirena, tenía una hermosa cola de colores del arcoíris — Ah, pero no te preocupes por mí. Soy una sirena con piernas, no necesito tus piernas.

Iris rio por el comentario de la chica. El caballito se detuvo de forcejear con Naim cuando escucho la risa de ella.

—No te la llevarás, es nuestra invitada y ella es la esperanza que estábamos esperando. Si te la llevas, no podrás ver a tus hermanos los caballitos pequeños. — la criatura entendió a que se refería, así que obedeció y solo se acerco sin intenciones de querer llevársela en la cola a jugar entre las cuevas de los tiburones.

—Nadaremos desde acá, no estamos lejos y si nos llevas de la mano llegaremos las rápido — dijo Naim a Lyla quien no perdió tiempo y les tomo fuerte de las manos y movió su cola para hacerlos mover más rápido.

—¡Esto es fantástico! Jamás pensé que estaría siendo llevaba por una sirena bajo el mar hacía no se dónde, pero no me importaría a donde ir si sigo sintiendo esta felicidad en mi pecho.

Iris podía ver mejor ahora todas las cosas que la rodeaban, los peces eran muchos más grande de lo que había visto alguna vez. Las ballenas no eran de color gris o azul, aquí todas tenían franjas de colores y había sirenas que estaban agarradas a ellas para mayor velocidad. Justo a su lado un delfín rosado paso y pensó en cuan hermoso sería si su madre le dejará pintar en su cuarto, estaría segura que haría lo posible para captar toda la belleza que veía. Por un momento sintió que se detenían y el delfín se iba rápido a otra dirección.

—Este es el mejor lugar para ver el juego entre las hadas de estrella de mar.— dijo Naim.

—¿También existen las hadas de mar? — esto si era lo mejor que le estaba pasando, si esto era un sueño no quería despertar nunca.

—Por supuesto, más tarde iremos a ver los vampiros. Dicen que han cazado un nuevo oso con cuernos dorados, esas creaturas son las más extrañas del lugar.

—¿Lo más extraño? — para Iris ya todo lo que veía era extraño, desde que tomó el libro podía decir que no era normal. — ¿Qué era ese libro que me trajo acá?

—Shh. Mira como juegan, usan magia para esconder la pelota y solo si eres bueno detectando destellos anormales en el agua puedes ser capaz de encontrar la pelota y llevarla a tu equipo.

Iris hizo caso a Naim y observo como muchas estrellas de mar se levantaban un poco, dejando a la vista unas pequeñas piernas que corrían a los lados y escondían unas pelotas, había dos colores: blanco y dorado.

Toda criatura que estaba presente miraba con emoción como las hadas trataban de encontrar las pelotas del oponente, unas hadas ya habían encontrado una manera de verlas y era que si movían de una forma los rayos de sol el resplandor de la pelota brillaba.

—¿Cómo es que pueden mover los rayos de sol? — Iris creía que eso solo sería posible con un poco de ingenio y algo de vidrio.

—Sus manos son pequeñas y con un poco de magia y confianza pueden pedir permiso al sol para mover sus rayos del sol. — explicó Lyla.

—¿Puedo hacerlo yo también?

—¿Crees en la magia?

—Creo que sí. Estoy respirando bajo el mar y no me he ahogado.

—Inténtalo.




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