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O B E R T U R A
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"No se trata del destino, sino de una elección."
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El firmamento estaba vestido por un manto oscuro y adornado por millares de luceros que protegían a su regente, la luna.
Tal postal magnánima se encontraba arriba del castillo Sole, en donde se celebraba una fiesta de victoria por los méritos de quienes se perfilaban como los próximos sucesores de la corona imperial.
Pese a que tenía que ser un evento de jubilo y alegría, la realidad era que dentro del recinto se apreciaban acaloradas confabulaciones provenientes de las distintas facciones que anhelaban el trono.
Por mucho tiempo se creyó que el tener una descendencia fructífera ayudaría estabilizar la soberanía de los reinos asegurando al próximo sucesor debido a que las guerras y enfermedades redujeron significativamente el número miembros de la familia imperial; esa era la razón por la que el imperio Sole no tomaba la primogenitura como dogma de sucesión, sino la selección. Por lo cual, la relativa paz que estuvo reinando desde hace un tiempo dio como resultado que más de un príncipe llegase a la edad adulta y por lo mismo, la lucha por el poder ya no se disputaba en las lejanías del territorio sino dentro del mismo.
Sin embargo, lejos de las intrigas palaciegas y ambiciones desmedidas de la nobleza, en el balcón del ala noroeste frente al jardín trasero, se encontraba una pareja de jóvenes adultos conversando frente a frente con ánimo.
—Se lo prometo —proclamó una voz femenina—, si hay otra vida después de esta, lo encontraré y estaremos juntos como ahora.
La joven desbordó determinación, fuego salía de sus pupilas violetas, pasión que contrastaba con las perlas verdosas apacibles de su acompañante.
—Entonces —pronunció el varón con su usual tono calmado—, también prometo encontrarte —agregó, gozoso por su propuesta.
Ella negó con renuencia.
—Ni se acongoje, no hace falta. En esta vida fui yo la que lo encontró, en la siguiente igual lo haré —mencionó llena de confianza, guiñándole un ojo.
—Isolde, no hay necesidad de que siempre tengas que encargarte de todo — sentenció tranquilo, conociendo el carácter de la joven mujer.
—Empero, es mi trabajo como emperatriz velar por mi emperador —rebatió indignada cruzando sus brazos como muestra de descontento.
—Se te olvida que aún no eres emperatriz, ni yo emperador —recordó juguetón, quitándose su gabardina y colocándola en los hombros de su pareja al notar que una suave brisa pasó por el lugar.
—Es cuestión de tiempo Archibald —de pronto su timbre de voz cambió, aquella solemnidad con la que debía tratar a la familia imperial por norma se fue, dejando la intimidad que solo podías mostrar ante la persona en la que más se confiaba—. Todo está resultando como lo planeamos y sabes que eso no pasaría si no te hubiera abordado hace cinco años, sino te hubiera propuesto nuestra alianza. Fue porque me elegiste y yo a ti, mas los dos sabemos que fui yo quien lo comenzó, así que puedo hacerlo otra vez —aprovechando la cercanía fijó su mirada en aquellos bosques verdes que siempre le daban paz deseando que confiara en ella como la primera vez.
—Sol... —bisbiseó algo aturdido aturdido por las emociones que su presencia desbordaba en su ser, sentimientos que medraban día a día hasta el punto de desasosegar.
—Fíate de mí Archi, déjalo en mis manos —rogó haciendo su característico mohín con los labios que usaba para convencer.
—Eres imposible —suspiró derrotado, cediendo como siempre ante ella.
—Corrección, soy infalible —refutó inflando el pecho con ínfulas.
—Necia, querrás decir —contestó juguetón, alzando una ceja.
—As-tu-ta —contradijo acentuando cada sílaba cantarina.
—Testaruda.
—Innovadora.
—Orgullosa.
—La mejor.
—Sobre todo la mejor —concordó sonriendo alegre.
Por supuesto, sabía más que nadie las capacidades de esta intrépida princesa, lo había experimentado en carne cuando llegó su vida como un torbellino que trajo orden por medio del caos en una hermosa entropía.
Y sin embrago, egoístamente deseaba ser quien la buscara, regresarle una parte de todo lo que hizo por él.
Tal vez en otra vida podría ser un hombre poderoso que pudiera ayudarla a hacer sus sueños realidad.
Quizás en otra vida sería quien le diera consejos en su momentos difíciles y serle compañía en sus noches más oscuras.
Porque aunque sonara egoísta por una vez en la vida él deseaba ser su héroe pese a saber que ella siempre sería su heroína.
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Editado: 21.06.2024