Verónica
–Todos saben que fuimos nosotros, se lo dirán a la policía y estaremos perdidos –dije mientras daba vueltas por la sala de mi casa. Mis papás aún no habían vuelto y tampoco quería que volvieran. Las cosas empezaban a torcerse y todo mi mundo se estaba cayendo a pedazos.
Ian y Gerardo habían llegado a nuestra escuela y estaban haciendo un millón de preguntas. Solo era cuestión de tiempo para que nos descubrieran. Y allí estábamos nosotros. En la sala de mi casa después de clases dándole vueltas al asunto. Ninguno se había molestado en almorzar y tampoco pretendíamos hacerlo.
–Ya basta Verónica –intervino Dexter con impaciencia– No estás siendo racional.
Volteé a verlo hecha una furia y apreté los puños sin darme cuenta. Él estaba sentado sobre el sofá con las piernas cruzadas y con toda la tranquilidad del mundo. Rebecca estaba tan nerviosa como yo y por eso se estaba haciendo un té relajante o lo que fuera en la cocina.
Perdí la cabeza desde que la policía empezó a investigar la desaparición de Roxana. La gente de la escuela no paraba de hacer comentarios sobre la última vez que la vieron y eso me ponía los nervios de punta porque yo no sabía qué hacer o qué decir. Por eso me molestaba tanto la actitud de Dexter, él le restaba importancia a todo lo que pasaba tal y como lo hizo en frente de los agentes y se mantenía tranquilo como si nada estuviera pasando. Como si nuestra vida no perdiera de un hilo.
–¡La policía no tardará en interrogarnos de nuevo, fuimos los últimos en verla con vida!
–Deja de gritar –me ordenó con expresión seria– No fuimos los únicos, todos los que estaban en la fiesta también la vieron por última vez. Si eso nos convierte en sospechosos entonces todos lo somos.
Rebecca dejó de mezclar su bebida frenéticamente y tomó asiento en el enorme sofá junto a Dexter.
–Sin embargo, Roxana, Edgar, Diego y nosotros abandonamos la fiesta casi al mismo tiempo y eso implica que tuvimos que haberla visto caminando sola por la carretera –intervino Rebecca con preocupación.
–Pero no la vimos, ella pudo atravesar el bosque o algo así –afirmó Dexter como si esa fuera la verdad. ¿Estaría en fase de negación? Comenzaba a tener miedo de él.
–Nadie puede dudar de nosotros si decimos que no la vimos y punto. Todos comenzaran a creer que se suicidó –agregó.
–Podrían interrogarnos por separado –insistí.
–¿Y eso qué? No hay ningún ciencia en lo que tenemos que decir. Sólo fuimos a casa.
Quise abrir mi boca para protestar, pero él me interrumpió.
–Tú volviste a casa, yo volví a casa y Rebecca volvió a casa. Yo vivo solo, tú estabas sola y la madre de Rebecca sabe que ella estuvo allí toda la noche. Eso es todo, fin.
–Se dará cuenta de la verdad. Se dará cuenta de que le mentí –meditó Rebecca en voz baja. Casi para ella misma.
Hubo un momento de silencio.
–Cuando la investigación se haga más y más grande mi mamá se dará cuenta de que estuve en la fiesta –dijo sin apartar las manos de sus uñas. Su manicura ya no se veía tan perfecta como siempre.
–Eso no significa nada –continuó Dexter.
Nadie dijo nada.
–¿Y si…? –no tuve fuerzas para preguntarlo. Sentía ganas de vomitar al recordar lo que hicimos con el cuerpo.
Dexter de alguna forma intuyó lo que estaba pensando.
–No lo encontrarán –afirmó él, sin embargo, no sonó muy convincente.
–No sé por qué seguimos aquí. Deberíamos abandonar la ciudad –dije mientras revisaba en mi celular el costo de un boleto de avión a Centroamérica.
Dexter río sin ganas. Era una sonrisa burlona.
–Excelente idea Verónica. Te estarías poniendo a ti misma la etiqueta de asesina en fuga y el FBI comenzaría a buscarte a nivel internacional.
–¡Ya cállate Dexter!
Rebecca se sobresaltó al oírme gritar. Sabía que él tenía razón, pero no soportaba oír que estaba atrapada en aquella pequeña ciudad.
Dexter volteó a ver a Rebecca y comenzó a hablar de mí como si no estuviera presente.
–¿Crees que la dependienta de la farmacia me pueda vender pastillas para dormir o algún tranquilizante? Ella está fuera de control.
–Un par de pastillas para dormir me vendrían de maravilla. No puedo tocar más pastillas de mi mamá porque ella se daría cuenta –respondió ella.
Pero yo no quería dormir. Al contrario, tenía miedo de hacerlo. Las pastillas para dormir que había tomado en días anteriores solo pronunciaron más mis pesadillas y había sido horrible. Tuve una pesadilla, tras otra, tras otra y tras otra y no podía despertarme. No deseaba repetir la experiencia de nuevo.
Dexter se puso de pies y revisó su billetera.
–Iré a la farmacia y vuelvo enseguida. No hagan nada estúpido –él nos amenazó y después abandonó la casa dando un portazo.
Me senté al lado de Rebecca y apreté su mano. Ella no tenía ni idea de que intenté suicidarme y Dexter tampoco.
–Con que él era el amigo –susurró mientras se pasaba una mano por el cabello con gesto cansado. Era pelirroja. Así como le gustaban a él. En otra vida y bajo otras circunstancias se hubieran podido conocer, habrían tenido citas y hubieran hecho una linda pareja.
Apreté más su mano y suspiré.
–Sí.
–Pensé que no podría ser más guapo que Ian, pero me equivoqué –comentó. Se veía muy triste y yo no podía hacer nada para consolarla.
–¿Crees que deberíamos quedarnos aquí? Es decir, esperar que la policía arme todas las piezas del rompecabezas y nos capturen.
–¿A dónde podríamos ir Verónica?
–Lejos, a una isla o algo así.
Ella meneó con la cabeza.
–No pienso ir a ningún lado sin mi mamá.
Miré el cuadro familiar de la pared y de repente todas las sonrisas de la foto me parecieron forzadas. Rebecca tenía una relación muy estrecha con su madre y yo no la entendía porque mi madre y yo teníamos vidas muy separadas, solo nos limitábamos a ser cordiales. Pero en realidad no nos preocupábamos la una por la otra.
–Entiendo. Estaremos juntas hasta el final –respondí en voz baja. Rebecca apretó mi mano y no aparté la mía aunque me dolía. Si Rebecca quería quedarse me quedaría con ella. Éramos mejores amigas de toda la vida y no pensaba dejarla sola en esto.
#4950 en Joven Adulto
#24509 en Novela romántica
venganza dolor y sufrimiento, policia secretos, crimen bosque
Editado: 06.01.2022