Yo Lo Hice

Capítulo 22

Verónica  


Bajé las escaleras lentamente y el último agente del mundo que deseaba ver se puso de pie para saludarme. Era Ian otra vez y traía el uniforme puesto así que era otra maldita entrevista. Desde que lo conocí no me ocurrían más que desgracias. Era obvio que traía mala suerte a mi vida. 
–Verónica, es un gusto saludarte de nuevo. 
Para mí no era un gusto, pero de igual forma estreché su mano porque mi madre estaba presente. 
–¿Puedo hablar con ella a solas? –cuestionó viendo a mi madre. 
Oh, no. 
–De acuerdo. Estaré en la oficina por si se les ofrece algo –diciendo eso mi mamá se marchó y nos dejó solos. Cualquier otra madre hubiera hecho un mínimo de preguntas, pero ella no era así. No se preocupaba por mí a menos de que se tratara de mi peso, un ataque de acné o contratos de trabajo. 
–Toma asiento por favor –dijo Ian al ver que yo no me movía ni decía nada. 
Me senté a su lado y él sacó una libreta y un bolígrafo. 
–Solo tengo dos preguntas. No tomará mucho tiempo. Si no quieres hablar puedes pedir un abogado ¿entiendes? 
Asentí con la cabeza.  
–El caso de tu ataque aún sigue abierto y no hemos podido dar con la identidad del hombre que te apuñaló. ¿Crees que Roxana le pagó a alguien para que lo hiciera? 
Me quedé sin palabras por un momento y deseé tener a Rebecca a mi lado para ayudarme con esto. 
–No lo sé.  
–¿Ella no te amenazó con anterioridad? 
“Sí” 
–No. 
–De acuerdo. ¿Entonces qué me dices de lo que ocurrió en el puente? –él dejó su libreta a un lado. 
Apreté mi rodilla porque no sabía qué más hacer 
–¿Qué quieres saber? 
–La verdad. ¿Por qué ibas a hacerlo? 
Mi mirada se desvió hacia la puerta cerrada de la oficina. Mi mamá no tenía ni idea. Ni de eso ni de nada.  
–Tu mamá no se enterará –continuó él como si pudiera saber lo que estaba pensando. 
Suspiré e intenté buscar una respuesta convincente en mi mente. 
–Yo… estaba muy cansada por toda la presión que hay sobre las mujeres en el mundo del modelaje… y… me sentí menos. Me sentía menos. Nada estaba saliendo bien así que me rendí y quise terminar con todo de una forma drástica –expliqué despacio con la mirada fija en mis pantuflas blancas de conejito. No me di cuenta de lo que traía puesto hasta entonces. Mi vestido negro era demasiado corto. 
–¿De qué presiones estamos hablando? 
Tragué saliva y continué. 
–La agencia nos exige mantener ciertas medidas y… no les importa tu tipo de cuerpo o complexión. Al principio me iba muy bien, pero mi cuerpo empezó a cambiar y cada vez era más difícil mantenerme dentro de las medidas –no estaba mintiendo así que la historia fluía muy bien– Mi mamá comenzó a presionarme más para que tomara mi carrera en serio y yo tuve que empezar con rutinas de ejercicio y dietas más intensas. 
Le eché un vistazo a Ian para ver su expresión y vi que estaba muy interesado en mi historia. Si no esquivaba esta bala comenzaría a ser obvio que lo hice por un ataque de remordimiento. 
–Funcionó por un tiempo hasta que me harté de todo. Era muy frustrante tener que calcular todas las calorías que consumía y no poder comer lo que quisiera. Así que envié la dieta al demonio y comencé a comer todo lo que tenía prohibido. Me dije a mí misma que no importaba, pero la realidad me pegó de golpe cuando comenzó a acercarse una fecha importante de mediciones. Obviamente estaba fuera de las medidas y no iba a bajar todo lo necesario solo con dieta y ejercicio así que hice lo que una modelo nunca debe hacer. 
Él me miró sin comprender. 
–Caí en la anorexia y la bulimia. 
Ya está. Ya lo había dicho. Jamás lo había admitido en voz alta, ni siquiera frente a Rebecca. Ella sabía lo que estaba pasando e intentaba de forma sutil que yo admitiera mi trastorno, pero nunca lo hice. Sabía que era anoréxica, sin embargo, actuaba como que si no lo supiera. 
–¿Comías para después vomitar? 
Asentí con la cabeza. 
–Fue horrible, pero todo salió bien el día que me tomaron las medidas y muchos me felicitaron por lo bien que me veía. Ahora sé que no estaba nada bien. No quiero aburrirte con esta historia larga, lo que quiero decir es que me sentía triste y solo deseaba ponerle fin a todo. 
–¿Abandonando el modelaje? 
–Eso hubiera sido lo lógico, pero no lo fue lo que pensé en ese momento. Ya sabes lo que hice. 
Ian miró el reloj de la pared y yo aguanté la respiración. Puse todas las cartas sobre la mesa y si no lo convencí no podía hacer nada más. 
–Le hiciste bullyng a Roxana y fuiste muy injusta con ella –susurró él mientras veía fijamente con sus ojos negros. 
“De modo que ya se enteró". 
–No tengo excusa. Fui una estúpida. 
–Debe haber una razón para que hayas centrado tanto odio hacia ella. 
–Es una razón estúpida. 
–El primer paso es ir a la raíz del problema. 
Él hizo una pausa para animarme a seguir. No era fácil para mí hablar de ninguno de esos temas. 
–Hace mucho tiempo alguien hizo un comentario sobre mí y sobre Roxana… y…  
Me detuve y cubrí mi cara con mis manos porque me avergonzaba mucho hablar de ello, fui una verdadera niña inmadura y él no lo iba a ver de una forma diferente. 
–¿Y? –su tono de voz no me hacía pensar que estaba juzgándome. 
–Alguien dijo que debería de ser tan delgada como ella y yo me maté haciendo dieta y ejercicio y aún así seguía sin conseguir mi peso ideal así que… 
–¿Sentías envidia? 
–Sí y mucha. 
“Creí que mi mamá iba a aceptarme si era tan delgada como ella”, pensé en mi mente. 
–Fui una estúpida, lo sé. No tienes que decirlo. 
–No he dicho nada. 
–Roxana era muy buena en todo lo que hacía y también era muy hermosa aunque no se diera cuenta –reconocí. 
¿Y ahora qué? ¿Iba a arrestarme? 
Ian se puso de pie y me anunció que habíamos terminado por hoy. Lo acompañé a la puerta y vi que había llegado en una patrulla. No había señales de sus otros compañeros, gracias al cielo. 
–Si notas que alguien actúa de forma extraña no dudes en llamarme –Ian me extendió una tarjeta con su número y yo solo pude pensar que la extraña era yo. 
–De acuerdo. 
Él se subió a su patrulla sin mirar atrás y yo cerré la puerta. Sentía una opresión grande en el pecho que solo iba aumentando. 

 




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