Verónica
El agente Mccaffrey nos había dejado su número por si recordábamos algo sobre la investigación así que lo primero que hice al llegar a casa fue llamarlo. Dijo que estaba ocupado y que tenían una orden de cateo en casa de Dexter y que por eso no podía atenderme. Probablemente mi casa era la próxima.
No estaba dispuesta a darme por vencida así que tomé un taxi y fui hasta la casa de Dexter para encontrarme con ellos. En efecto, al llegar al lugar vi que la zona estaba restringida y que habían muchos oficiales entrando y saliendo de la casa. Dexter no quería entregarse, pero yo sí quería hacerlo y estaba arrepentida por haber querido inculparlo. Necesitaba eliminar el diario que había plantado en su habitación.
Me escabullí cuando nadie me estaba viendo y subí las escaleras para entrar al cuarto de Dexter. Ian estaba revisando un montón de libros página por página con unos guantes especiales y con el ceño fruncido y el diario estaba en la cama junto a él. Ya era muy tarde para destruirlo.
—No puedes estar aquí —Gerardo me sorprendió tocando mi hombrl y quiso sacarme afuera, pero me retorcí y logré liberarme.
—Quiero hablar con Ian.
—Déjala pasar —ordenó Ian al verme.
Gerardo asintió y se fue hacia otra parte sin estar muy convencido. Me acerqué a Ian con miedo y noté que no estaba muy feliz de verme.
—No deberías estar aquí, te dije por teléfono que no era un buen momento —dijo mientras comenzaba a revisar otro libro.
—Sí, lo sé. Pero todo esto será innecesario con mi declaración.
Él arqueó una ceja y vigiló la puerta.
—Déjame adivinar. Tú estabas con él la noche de la fiesta. Eres su coartada.
Me sentía mal por querer culparlo de todo y ahora quería hacer lo contrario.
—No, en realidad estaba sola. Manejaba mi auto en medio de la oscuridad y…
—¿Eres su novia no es así? —me interrumpió.
Me quedé con la palabra en la boca y no supe bien qué decir. Nunca terminamos formalmente, pero tampoco seguíamos juntos. Lo nuestro había terminado prácticamente desde el día del accidente. Ni siquiera me importaba lo que pasara con nosotros.
—No, ya no.
—¿Y crees en su inocencia? ¿Eso es lo que quieres decir?
—Déjame terminar…
Él pasó la página del libro y descubrió una foto de Dexter y yo sentados en la escuela sonriéndole a la cámara. Me la enseñó con cinismo y la metió en una bolsa transparente de evidencia.
—Que lindos —se burló mientras veía la foto.
Guardé silencio un momento y me debatí entre salir corriendo o decir la verdad.
—Continúa por favor —me invitó a seguir y abrió el diario.
Tragué saliva y quise arrancárselo en un intento desesperado por reparar mi error, pero Ian retrocedió y apartó mis manos con brusquedad.
—¡Qué te pasa! ¡No puedes tocar la evidencia, estás dejando tus huellas dactilares!
Era gracioso que me hablara de las huellas dactilares porque yo me aseguré de no dejar ninguna mientras escribía.
—¡Fuera, largo de aquí! —él señaló la puerta.
—Yo maté a Roxana.
Lo dije tan rápido que ni siquiera yo pude digerirlo.
—¿Qué?
—Yo la maté, fue un accidente. La atropellé cuando salíamos de la fiesta.
Ian me miraba sin poder creerlo y yo hablaba a borbotones queriendo decir muchas cosas a la vez.
—¿La atropellaste?
—Sí, nunca la vi pasar. Estaba sola en mi auto y tenia miedo y estaba desorientada, pero no fue mi intención. Nunca quise hacerlo.
No planeaba culpar a nadie más, solo quería hacerme responsable de mis actos y ya.
—¿Dónde está su cuerpo?
—En un río, tenía miedo de que me culparan de homicidio y la tiré al agua.
—¿Tú sola?
Asentí con la cabeza.
—Está bien, entiendo lo que está pasando…
Suspiré en mi interior y decidí que ya no me iba a preocupar por nada más. Ya me había entregado a como debía haber hecho desde el principio.
—Dexter te está obligando a decir todo esto ¿no es así?
—No, claro que no.
Él abrió el diario y leyó un párrafo en voz alta:
—“Después de darle muchas vueltas al asunto creo que no tengo por qué preocuparme. No puedo perder la calma, la policía no tiene nada en contra de mí. Si lo tuvieran no estaría libre. Sus amenazas, solo son eso amenazas.
No existen testigos sobre lo que pasó esa noche, yo estaba manejando mi auto completamente solo por una carretera muy poco transitada y atropellé a Roxana por accidente. Pudieron haber pasado muchos autos en ese momento, pero el destino no lo quiso así. Me deshice del cuerpo y sin cuerpo no hay caso. Solo es una desaparición más. No tardará en quedar en el olvido.
No necesito irme fuera del país porque sé que todo está bien, sin embargo, si las cosas se ponen feas y mis compañeros de clase comienzan a señalarme, seré el primero en largarse para empezar una nueva vida”.
Ezra levantó la vista para ver mi reacción, desde luego que no estaba sorprendida. Me sabía ese párrafo de memoria.
—Puedo responder a tus preguntas. Puedes preguntar lo que sea.
—Dexter Bracamontes se burló de Roxana de todas las formas posibles…
—Yo también lo hice y no me siento orgullosa de eso.
—Todos lo señalan a él.
—En realidad nos señalan a ambos.
—Él acaba de confesar el crimen en estas líneas —Ian señaló el diario con impaciencia— ¿Por qué quieres culparte de un asesinato que no cometiste? ¿Quieres proteger su libertad a costa de la tuya?
—No me interesa lo que pase con él. Me da igual.
Él no parecía convencido.
—Te puedo enseñar donde está su cuerpo —insistí.
—Mis compañeros ya revisaron el río que está de camino a la casa de campo de Lucy y no encontraron nada allí.
Sentí un leve mareo y empecé a entrar en camino.
—No buscaron bien, tiene que estar allí…
—Él desgraciado se aseguró de tirar el cuerpo sobre un remolino. Puede que nunca la encontremos, lo deja muy claro aquí —señaló el diario de nuevo.
—Yo escribí el diario.
Él se puso a reír de forma muy contraria a lo que yo estaba sintiendo.
—Lo que me faltaba, ahora resulta que tú lo escribiste.
—Yo quería…
—¿Querías qué?
Bajé la vista por lo mal que me sentía.
—Quería responsabilizarlo de todo.
—Cómo yo lo veo has estado tratando de responsabilizarte a ti misma. Incluso dejaste caer el arete incorrecto en la carretera. Hay muchas fotos tuyas en la fiesta de esa noche y no era el arete que llevabas puesto. Y aunque así fuera se necesitaría de mucho más para poder inculparte del crimen.
Me estaba empezando a faltar el aire.
—Mi auto, allí está todo… revisen mi auto…
—Ya revisamos el auto de Dexter. Su cajuela estaba llena de sangre y también habían algunas partículas en su parabrisas. Nuestros especialistas ya confirmaron que el ADN encontrado le pertenece a Roxana. Es una prueba demasiado fuerte en contra suya.
No supe que decir. Mi auto ya no tenía ni un rastro de sangre, lo lavamos demasiadas veces.
—¿Crees que si tú vas a la cárcel la policía lo dejará en paz a él? Lo único que lograrás es hacerle compañía en prisión.
Era imposible que la sangre de Roxana apareciera en su auto. Nunca la metimos a ninguno de los coches.
—¿Dónde está Dexter? Quiero hablar con él —exigí.
—Eso no es posible, tal y como expresó en su diario se largó de la ciudad. Debió presentir que veníamos por él y se fugó sin llevarse nada. Hay una orden de captura en su contra y no tardará en cometer algún error. Caerá en nuestras manos tarde o temprano. Hasta entonces no podrás hacerle visitas conyugales. Tendrás que esperar un poco.
Lo hubiera abofeteado si no me hubiera sentido tan mal. Me di la media vuelta y salí corriendo sin decir nada más. Sabía que Dexter era un cobarde y también sabía que huiría, pero esperaba que mi confesión me llevara a prisión de una buena vez y no fue así. Nadie me creía. Y era mi culpa por escribir el diario.
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Editado: 06.01.2022