PDV THURIN
Después de terminar de bañarme, me acosté, tenía mucho sueño y la cama me estaba seduciendo, nunca me negaría a caer en los brazos de Morfeo.
Despierto cuando siento que me mueven del brazo.
—Thurin— oigo a lo lejos la voz de Marcus. Gruño —Thurin.
—¿que? —refunfuño
—¿cuántos son 2 más 2? — pregunta divertido.
—te doy uno para que salgas de mi habitación o yo misma me encargare que tu nombre aparezca en la lista de desaparecidos— me levanto de golpe haciendo que se aleje.
—Tu voz está muy ronca—se acerca y pone la mano en mi frente— ¿estas enferma? —pregunta preocupado y se nota arrepentido.
*lo siento Marcus, pero tu cara de pendejo arrepentido, No me devolverá el sueño* comenta fastidiada mi subconsciencia.
—no sé, tu dime— digo sarcástica. Ruedo los ojos.
—no estoy bromeando—alzo una ceja y me cruzo de brazos —bueno al principio si, quería joderte, pero ya no.
—wao Marcus, eso me hace sentir mejor— vuelvo acostarme en mi deliciosa cama.
—llamare a mamá, me tengo que ir — dice. Asiento, deposita un beso en mi frente y sale de la habitación.
Después de eso no pude volver a dormir.
Entró mamá, toma mi temperatura y confirma mi estado de salud, su diagnóstico, gripe. Lo se toda una profesional, pero es mejor que ir a un hospital, como mi padre hace cada vez que me sucede algo.
Le conté sobre por qué terminé asi, se molestó y fue a regañar a Adrián.
Lo tiene bien merecido, por idiota.
Cuando sale tomo mi celular y comienzo a ver estados en WhatsApp y Facebook, ya que no quiero hablar con nadie.
Me encontraba moqueando como cosa loca y cada vez que estornudaba sentía que se me saldría un pulmón.
Tocan la puerta. Solté el teléfono.
—pase y si es Adrián... ¡vete al diablo! — Digo como puedo, mi pobre garganta sufre cada vez que hablo. Abren la puerta lentamente.
—hola Thurin— dice Ángel sonriendo. Lo mire sorprendida.
Lleva una charola en las manos, mamá llega a mis pensamientos, todo el que vive en esta casa sabe que me gusta Ángel y me lo manda, para que sufra un ataque cardíaco.
Sentí vergüenza, cuando le indique que dejara la charola en la mesita de noche, pero me fije que estaba lleno de los pañuelos con moco.
Me levanté como pude y los recogí llevándolos al baño y dejándolo en el pequeño zafacón.
Salgo y lo veo sentado en la silla que esta próxima a la cama. Están hermoso, mira mi habitación con curiosidad.
—¿y que cuentas? — trato de calmar mis nervios. Me siento al borde de la cama.
—es-este— ríe nervioso— Adrián, me comento que estas enferma y vine a ve-verte— dice ocultando su sonrojo. Qué lindo, ¡¡se preocupa por mí!!
*vamos a controlarnos, para no espantarlo* dice la vocecita en mi cabeza.
—y la señora Susana te mando esto— señala la bandeja.
—gracias por venir— digo tratando de ocultar la gran sonrisa que amenaza con salir.
—no es nada, quiero estar cuando me necesites—dice mirando directamente a mis ojos, haciéndome saber que lo dice enserio, estremeciendo mi ser.
*mayday, maday* grita la vocecita *okey me calmo dile algo lindo o sonríe*
Sonrió, pero me arrepiento cuando siento los mocos salir de mis fosas nasales.
*Mierda y más mierda... y es aquí cuando yo desaparezco* dice la vocecita.
¡Que hago! me cago en la puta madre. Siento mi cara arder en vergüenza.
Veo como se elevan las comisuras de sus labios.
*hazte la muerta* grita la vocecita.
*eso solo funciona en perros*
*por eso*
Toma un pequeño pañuelo y limpia mi nariz.
—g-gracias—digo avergonzada y muriendo de amor, pensé que le parecería desagradable, pero no. Cálmate Thurin.
—come, antes de que se enfrié—sonríe.
Tomo el plato con sopa y comienzo a comer bajo su atenta mirada. Casi me atraganto, sus ojos grises son muy penetrantes y aparte de eso no deja de mirarme con atención.
—es-estas un poco sucia—dice señalando mis labios.
—¿eh? — digo desconcertada.
—espera— se acerca. Su rostro queda muy pegado al mío y sus ojos están fijos a mis labios. Siento su respiración chocar en mi cara, para ese entonces ya ni sabia por donde debe entrar el aire para que llegue a mis pulmones.
Pasa con delicadeza sus dedos por mis labios, luego se los lleva a su boca. Si antes se me había olvidado respirar, ahora dudo de mi estado mental, quien sabe, a lo mejor, lo estoy imaginado.
Lo miro pasmada, él ni se inmuta de lo que hizo y me mira como si nada y yo aquí, pensando seriamente en ir aun psicólogo.
—a-a-y -yo...— digo tartamuda.No mas faltaba, ya ni se hablar. El frunce el ceño. De verdad lo hizo inconscientemente —t-u....—lo señalo y luego a punto mis labios, sin poder creerlo.
Pongo mi mano temblorosa en mi pecho, cerciorándome de que mi pobre corazón siga en su lugar.
—y-yo... thu-rin lo siento, no me fije en lo que hacía, l-lo siento si te incomode— dice apenado y sonrojado —m-me t-tengo que ir— dice levantándose de golpe y rascándose la nuca nervioso. Yo por mi parte no salía de mi asombro.
Avanza hacia la puerta cuando la abre, se voltea.
—vine a ayudarte a hacer tus clases, sé que tienes que entregar el lunes y están mojados— dice rápido—estaré en la habitación de Adrián.
*no solo sus cuadernos querido*
Solo asiento.
Cierra la puerta. Tomo una almohada y hundo mi cabeza en ella ahogando un grito.
Todavía siento sus dedos sobre mis labios, mi respiración se acelerada, su cercanía, su delicioso aroma, su contacto, sus hermosos ojos.
Mi pobre corazón no puede con tanto. En cualquier momento empezare a hiperventilar.
La felicidad y la gran sonrisa que adorna mi rostro, no me la quita ni el mismísimo satán.
Mi corazón se regocija y siento las supuestas mariposas en mi estómago. ya estoy delirando. Me estoy imaginando una vida entera a su lado con 5 hijos y agarrados de manos cuando seamos ancianos.
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Editado: 25.12.2020