La luz de la mañana me daba directamente en el rostro. Solté un gruñido molesta, había olvidado cerrar las cortinas nuevamente.
Esta era una señal del universo para que me cambiara al otro cuarto que no tenía ventanas.
Con pereza y medio dormida, jalé la cobija hasta cubrirme completa y así evitar que la luz del sol me terminara de despertar. Sin embargo, el tono de mi celular interrumpió el inicio de mi viaje a la inconsciencia, dejándome en claro que hoy no sería mi día para dormir hasta tarde. Nuevamente, el universo conspiraba en mi contra para no dejarme descansar.
Aún con los ojos cerrados, localicé mi celular y conteste la llamada si mirar la pantalla una sola vez.
—Hola —murmuré somnolienta.
—No me digas que te desperté —habló una voz que no reconocí.
Frunciendo mi ceño y muy confundida, despegué el celular de mi oído para mirar la pantalla del mismo para intentar leer el nombre de la persona que me llamaba, cosa que no resulto porque el número era uno que no tenía registrado en mi teléfono.
—Disculpe pero, ¿con quién hablo? —inquirí, con duda e inte tanto ser respetuosa.
—¿Ya no te acuerdas de mí?
—Emmm, sinceramente no creo que quiera escuchar la respuesta a esa pregunta... ¿Va a decirme quien es o va a estar molestando toda la mañana? —pregunté, con un toque de enfado en mi tono de voz. Esta persona había interrumpido mi preciado sueño, se merecía mi mal humor.
—Soy Nakia, boba.
Seguido de eso, escuche una risita confirmándome que era mi amiga la que llamaba.
—¿Nakia?, ¿qué de... por qué no tengo tu número registrado? —Tomé asiento en la cama y pasé la palma de mi mano por mi rostro en un intento por despertarme completamente.
—¿Recuerdas al tipo del que te hablé?
—¿El que te envió una foto comprometedora? —hablé, mientras apartaba las mantas de mi cuerpo, y me levantaba para ir al baño. Cuando ingrese a la pequeña habitación, opte por poner la llamada en altavoz para poder lavar mi cara y mis dientes sin algún tipo de dificultades.
Al mirar mi reflejo en el espejo, fue que noté que mi aspecto no era el mejor ni el más presentable. Mi cabello rubio se notaba todo enredado y estaba muy despeinado, tenía baba seca en una de mis mejillas y los ojos ligeramente hinchados, cosa que era normal para mi a la hora de despertar. Algo no muy bonito de ver.
Odiaba mucho las mañanas.
—Sí ese... bueno, me acosaba mucho y no me dejaba en paz, llego al punto de que me escribía hasta horas de la madrugada. Estaba cansada de eso, así que cambie de número. —Simplificó.
—¿Y por qué yo no me enteré?
Ya había lavado mi cara, ahora estaba batallando con mi cabello para que se viera decente.
—Porque alguien a estado muy ocupada con otras cosas o mejor dicho, con alguien. —Cuando escuche sus palabras, mi ceño se frunció.
—¿Qué insinúas?
—Que desde que conociste a ese chico, Arthur, es de lo único que hablas y ni siquiera pasas tiempo conmigo. —Sí, le había contado sobre él, exceptuando su intento de suicidio. Y era verdad, últimamente lo había visto más seguido que a ella, cosa que no iba a admitirle a Nakia—. Amiga, si no te conociera diría que te atrae físicamente —comentó, soltando una risita coqueta.
Dejé de una forma descuidad el cepillo para el cabello en uno de los cajones inferiores.
—¡Ahora sí que estás exagerando amiga!, solo quiero ayudarlo y no... no me atrae.
Estaba un poco concentrada en la tarea de ponerle pasta dental al cepillo de dientes.
—Lo escribiste como alguien muuuy atractivo —habló haciendo énfasis en el muy. Ante su respuesta y sin poder evitarlo, mi ceño se convirtió a fruncir.
—Nunca mencione eso. Deja de poner palabras en mi boca que no he dicho —espeté con dificultad por la pasta de dientes en mi boca.
—No entendí ni la mitad de lo que dijiste, pero por lo que deduzco estas negando lo que dije. ¿Tengo razón?
—La tienes y...
—No cambies el tema Brisa Holmes —me interrumpió—, pero sabes que... no te llamo para pelear por si un chico es lindo o no, porque ya sabemos la respuesta, te llamo porque quiero invitarte a salir —respondió, con entusiasmo.
Termine de enjuagar la parta de dientes de mi boca, así que podía responderle con libertades y sin tener que repetir las cosas de forma lenta para que me entendiera. Al escuchar sus palabras no hice más que poner una expresión de duda, ni siquiera sabía sabía hora era en realidad.
>>Acabo de levantarme. No creo que pueda estar lista a tiempo.
Ella me interrumpió nuevamente.
—Deja de poner escusas y escucha, estaré allí en 20, solo empieza a arreglarte que yo te invito el desayuno y, luego iremos a un centro comercial a pasear y comprar cosas.
—No lo sé.
—Vamos, ¿qué te lo impide? —inquirió, en una súplica que me hizo meditarlo por unos cuantos segundos. ¿Qué me impedía salir con ella? Nada, nada lo hacía. Estaba libre y sin cosas que hacer.
Hacía algunos meses que no me consentía y cuidaba de mi misma, no había comprado ropa nueva en un tiempo considerable y contaba con suficiente dinero para salir sin preocupaciones, cosa que no se me daba todos los días.
Cuando estaba por darle una respuesta, la voz de Nakia me hizo volver a la realidad.
>>¡Brisa!, ¿sigues ahí?
—Si, aquí estoy y... si voy a ir. —El grito agudo al lado de la otra línea me dejo en claro lo feliz que mi amiga se encontraba por mi respuesta.
—Hoy es un día muy bonito, ve con ese vestido floreado que te regalé y nunca usaste —sugirió.
Ante su idea, no tarde mucho en tomar el celular en mi mano y dirigirme al armario en busca del susodicho vestido que ella había mencionado. El problema era que la gran mayoría de mi armario estaba lleno de vestidos, así que comencé a hacerle preguntas para descartar entre todos los que habían allí.
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Editado: 16.07.2023