Yo Te Esperaré - (min Yoongi)

Capítulo 1

6 años más tarde...

 La cocina está sola, tengo la barra para mí solo. A estas alturas de la fiesta todos están en la pista improvisada de baile, o en la piscina, o en los pocos cuartos que posee la casa.

 Namjoon ríe con la loca de su novia, que ya está más borracha que la fiesta entera; Jungkook no se ha despegado de su celular, y Sunmi me mira con una sonrisa que yo interpretaría como necesitada.

 No sé cuántas indirectas tengo que darle a esa chica. Ya tuve suficiente con las pocas veces que me la he tirado. No siento nada romántico por ella, sólo me proporciona placer.

 Cojo el cuello de una botella de tequila, sirvo en un vaso de plástico, lamo mis dedos con sal, exprimo un limón en mi lengua y doy un trago a mi vaso. Sunmi no deja de verme y parece que la he excitado con mi acción.

 Solo quería un trago, maldición.

 Echo un vistazo hacia Nam, que también me mira y se encoge de hombros, probablemente entendiendo la situación. Le hago una seña hacia la puerta para indicarle que ya me retiro. Nam niega por alguna razón que prefiero ignorar, y haciéndole caso omiso me retiro.

 La música se oye más baja aquí afuera, pero aun así mis talones vibran. El frío nocturno cala mis huesos y aprieto mis puños en la chaqueta para abrigarme más. Odio el frio. Antes, cuando temblaba del frío y me quejaba maldiciendo el clima de Seul, había alguien que se reía por el color rojo de mi nariz, me reprendía por las malas palabras y me pasaba su chaqueta. Yo resoplaba, le regresaba la chaqueta y le decía lo absurdo que era darme la chaqueta cuando yo era el chico en la relación...

 Otra vez recordando.

 Sacudo mi cabeza, despejándome de cualquier pensamiento del pasado que me lastime y me echo andar en dirección a mi casa.

***

 Tengo doce llamadas pérdidas de Sunmi, y seguro que es por el mensaje de anoche en el que le dejo en claro que no deseo nada más. No estoy muy seguro de por qué las mujeres se alteran por eso, simplemente estoy evitando un momento bochornoso. Ayer en la estación de radio Nam insistió en que debía hacerlo en persona, pero creo que se me olvidó y le envié un mensaje en cuanto llegué a casa.

 En el celular asoma otro mensaje de mi madre, lo que me hace arrugar el gesto y sencillamente lo elimino sin leer. Desde que abandoné la idea de estudiar en Busan, mi madre ha estado encima de mí por cuatro años para convencerme de hacerlo, con la excusa de que mi padre no se decepcionaría de mí. No sé hasta cuando he de ignorarla y dejarle en claro que no me importa la opinión de mi padre. Estoy bien en la estación como técnico en audio, y lo logré en un pequeño taller de electrónica y no estudiando en una universidad.

 Al fin la irritante alarma suena e irrumpe mis quejas hacia la subida tan radical de la renta; llevo mi debilucho cuerpo a una ducha rápida, me visto con lo primero que veo y salgo sin desayunar del edificio de camino al trabajo.

 Hubiera tomado solo mi café, pero ningún otro café es mejor que el de la cafetería que está a dos cuadras de la estación; como lo pidas te lo dan. También sirven el mejor pollo frito con wafles picantes.

 —Buenos días, Yoongi –bosteza un despeinado chico con cara de burro con sueño desde mi silla. Como siempre, Namjoon muy tempranero, preparando algunas cosas para salir al aire, y en mi maldita silla.

 —Temprano como siempre, hermano –le saludo amistosamente–. Hazme un favor y largo de mi silla.

 Hace caso sabiamente, algo resignado, y se aparta. Tomo mi sitio entre los controles, mi lugar de trabajo; reviso el sonido, los efectos, la lista de canciones preparada, los micrófonos de la cabina, entre otras modificaciones.

 —Salimos al aire en 15. Apresura un poco –dice y se instala en la cabina de grabación, sentándose en el banquillo delante del micrófono listo para iniciar.

 —Okey, Nam. Al aire en 3... 2... –hago la seña y la lámpara que indica estar al aire se enciende.

 Mi trabajo aquí es estar tras el equipo, a cargo de la música, los efectos, controles de contactos. A veces de espectador. Nam es el que conduce el programa o, como él diría, nuestro programa. Habla de cosas banales que a mí me importan un maní, pero la paga es buena y no tengo que hacer más nada sino estar sentando en un mullida silla.

 La transmisión dura solo hora y media, y como siempre, todo salió perfecto.

 —Estamos fuera. –dice, quitándome la frase.

 —Sí, lo que tú digas. –apago el equipo una vez Namjoon sale de la cabina.

 Mi compañero se tumba en la silla justo a mi lado, sin quitarme los ojos de encima de una forma extraña, como si intentara descifrarme. Le indico con un gesto que no sé a qué se deba la mirada, pero él se ríe.

 —¿Qué? –escupo casi desafiante. Ríe por lo bajo, seguro por mi reacción ante su risilla maricona.

 —¿Qué pasó con Sunmi?

 —Y anda tú con Sunmi –bufé con fastidio–. No me gusta Sunmi y lo sabes. Sólo fue un roce y ya.

 —A ella se le veía encantada contigo.

 —Imaginas cosas. –sacudí la cabeza para despejarme de las palabras de aquella chica. Se armó un cuento en el que tendríamos algo serio y eso le quitó la emoción a lo que teníamos.




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