Yo Te Esperaré - (min Yoongi)

Capítulo 20

Kang Halee

 Sentirme de esta forma de un momento a otro es extraño. Un día odio al mundo, protejo hasta con dientes a los que amo y soy fuerte por mí; ahora siento que, una vez rota, mi único refugio es esa persona que recogió todo los trozos e intenta pegarlos con sus propias manos.

 De alguna forma le temo a este sentimiento. Aunque un lado, el más silencioso, me dice que no lo haga. Que no tema y siga la corriente de ese caluroso sentimiento.

 Luego de una disputa a ver quién compraba las municiones de la semana, con un amistoso juego de piedra papel y tijera gané, y me quedé en casa. Yoongi salió en el auto, me dijo que no saliera ni me moviera de donde estoy, y como me lo pidió estoy en cama aún.

 No tengo nada interesante que hacer, y entre tantas vueltas me enredo en las sábanas y me sucumbo al sueño. Poco después despierto, mi estómago está rugiendo. Yoongi aún no llegaba, por lo que supuse que no dormí mucho. Me reincorporo para salir a buscar algo de comer, me asomo a la cocina y consigo una sartén llena de frijoles, unas papas fritas por allá y salchichas por otro lado.

 Están fríos, así que enciendo la estufa, y coloco la sartén en la hornilla. Al tiempo de oír el hierro chocar con el aparato pude sentir un ruido seco en la parte de atrás, fue como la caída de un saco de harina a una altura de tres metros. Me sobresalté un poco y volteé en la dirección del ruido, asustada hasta las metras.

 El miedo palpitó en la parte trasera de mi garganta, no solo por estar sola, sino porque la casa no es mía, y si hay un problema aquí me sentiré muy mal con Ji Eun y Hoseok.

 Dejé la sartén cuidadosamente, y con la mayor lentitud posible me asomo a la alberca. El ensordecedor silencio me abruma más, reemplazándolo por el sonido de mi corazón golpeando mi pecho. Me puse alerta cuando corrí la puerta y salí a la piscina dispuesta a pelear.

 Nada. No hay nadie en las bancas, ni frente a la valla, ni dentro del agua. Suspiré de alivio, había pasado un buen susto. Apresuro mi paso a la cocina a apagar la estufa, sirvo un poco en un plato y me siento a comer tranquilamente mi desayuno. Era una combinación extraña, pero sabía de maravilla el revoltijo de sobras.

 Acabé el extraño pero delicioso desayuno y me puse a lavar las vajillas que se habían acumulado en el fregadero. Me paralizo al escuchar el sonido de uno de los sofás rodarse. Un sonido aterrador que erizó los vellos de mi nuca.

 Mi respiración se atascó en mi garganta. Sentí como si se estuvieran acercando por detrás de mí, tragué pesado antes de girar rápidamente, y cuando lo hago no hay nadie. Si sigo así me volveré mucho más loca de lo que estoy. Sacudo mi cabeza para no pensar en esto, termino las vajillas y voy al refrigerador por algo de agua.

 Bebí mi vaso de agua con hielo y me llevé al cuarto el vaso con hielo para masticarlo aun con los nervios de puntas. Abro nuevamente las sábanas y me meto en la cama. Me inquieta el hecho de que este silencio solo sea roto por el hielo quebrándose en mi boca, no me siento segura y el cólico a causa de los nervios vuelve. Suspiro dejando el vaso en un cajón de al lado de la cama, me escurro en el colchón y me tapó con las sábana hasta el cuello.

 Así como cuando era una niña y le teme a la oscuridad, pensaba que las sábanas me protegerían, me cubro hasta la cabeza.

 Siento los párpados pesados de un momento a otro, y ya para cuando pasaron los dos minutos, todo se tornó oscuro y comencé a contar ovejas.

 Una… dos… tres… cuatro…

 Mi respiración se vio interrumpida abruptamente, mi cuerpo sintiéndose pesado de pronto, abrí mis párpados de golpe y allí estaba mi pesadilla en realidad. Jimin se encontraba encima de mi regazo con una mano en mi cuello y la otra sosteniendo una daga.

 Intento quitar la mano que me asfixia pero es inútil, su agarre se intensifica y el mio se debilita. Me he vuelto débil en pocos meses. Quiero gritar, pero no puedo, solo me salen gemidos desesperados. Toma la daga y la lleva a sus labios sonrientes, pidiéndome silencio, luego la pasa por mi mejilla, amenazando así para que me callara.

 —Mírate –dice en tono burlesco–. ¿Estás toda débil, mi amor? –Suelta una pequeña carcajada–. Que patético de su parte dejarte sola.

 Se acerca más a mi rostro, aterrándome por completo. Muevo mi cabeza para que no logre su objetivo, pero termina mordiendo mi labio inferior y tira de él suavemente, rompiendo la piel sensible.

 —No te mataría ni aunque quisiera, cariño. Solo vengo a pedirte otra oportunidad. Ven conmigo, olvidemos lo sucedido y todo vuelve a ser como antes. ¿Qué dices?

 Afloja la presión de mi cuello para que pueda responder su pregunta.

 —¿Qué pasa… si digo que no? –su sonrisa traviesa se ensancha, diciéndome más que suficiente.

 —No tengo por qué responder eso. Dame tu respuesta. –hizo énfasis en mi persona.

 Me mantuve callada unos segundos, solo oía mi corazón romper mis pulmones. Solté un suspiro y abrí mi boca, sabiendo lo que debía responder. Pero antes de eso la puerta se abrió de golpe, encontrándose tras de ella la imagen de un Yoongi furioso.

 No esperó un mísero segundo y se le fue encima a Jimin. Lo alejó de mí empujándolo contra la pared de la habitación, yo me reincorporo de inmediato sentándome en la cama. Yoongi no dejó en ningún momento que se levantara, lo pateó un par de veces, provocando que Jimin se retorciera del dolor.




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