Abro los ojos los ojos al escuchar la voz de mi tía desde el otro lado de la puerta de mi habitación, el sonido de sus nudillos golpeando la madera de la misma me es molesto así que cubro mi rostro con la almohada que tengo a mi izquierda, no recuerdo muy bien lo que soñaba pero lo que sí sé es que no quería despertar, siempre me pasa eso, inconscientemente en el sueño me hago saber que no quiero despertar porque mi sueño es bastante genial.
-Linda, es momento de levantarte, no quieres llegar tarde a tu primer día en el nuevo colegio, ¿o me equivoco? Vamos, te espero abajo para desayunar, no tardes- me quedo callada escuchando como sus zapatillas de tacón delgado y largo hacen que resuene el golpecito que hacen al bajar las escaleras una por una como si estuviese golpeando un clavo y pegase con el martillo cada dos segundos. Y ¿En qué momento supuso que no querría llegar tarde? Cielos, por supuesto que quiero llegar tarde, no quiero ir, quiero quedarme aquí mirando televisión, tomar un ducha de dos horas mientras escucho mi música favorita a todo volumen mientras que los vidrios de las ventanas vibran a tal punto en que parecen romperse.
Lazo la almohada al vacío de la habitación y esta cae entre un montón de cajas selladas con letras rojas las cuales dicen "FRÁGIL" en letras bien grandes, claro, repletas de cosas mías que aún no he desempacado desde ayer que el camión de la mudanza las trajo. Antes mudarme parecía divertido puesto que tenía que re-decorar la habitación y cientos de cosas por cambiar, pero creo que después de mudarnos dieciséis veces las ganas de hacerlo cambian totalmente, y no es que nos mudemos por que el trabajo de mi tío así lo requiere, sino porque mi seguridad lo requiere, no podemos estar en un mismo lugar más de ocho meses ya que cuando tenía nueve años unos hombres entraron a mi casa burlando la seguridad y matando a aquellos que se cruzaban en su camino, pero no robaron joyas, no buscaban la caja fuerte, me buscaban a mí. Y bueno, esa noche mis padres no estaban, llovía fuertemente así que decidí salir de mi habitación para ir a buscar a la niñera a su habitación, cuando entré la vi atada a una silla y unos hombres se divertían mientras ella gritaba al no quererles decir en donde me encontraba.
Aun puedo recordar la mirada de Jessica al notar que estaba frente a ellos, y después comenzó a suplicar que no me lastimaran.
Me llevaron con ellos y me mantuvieron en la cajuela de un coche por horas hasta que mi padre pago el rescate un rescate de billones de dólares, una vez regresando a mi casa y a los brazos de mis padres decidieron que no era bueno quedarme a su lado mientras que siguieran las amenazas así que me enviaron a casa de mis tíos haciéndome pasar por su hija.
Pero ¿Quiénes son mis padres? Mi padre es uno de los hombres con más poder y dinero lo cual es peligroso para mí, no recuerdo exactamente cuál es su trabajo pero sinceramente mis tíos no lo han querido decir, dicen que no debo obtener información puesto que así será más seguro para nosotros.
Desde que tenía seis años recibía clases de baile, de piano y otros instrumentos, clases modales y como debía vestirme, mi vida era complicada y llena de cosas por hacer, lugares que visitar ya que siempre iba con ellos a sus lugares de negocios ya que era bueno mostrar que éramos una familia unida y así era hasta que decidieron alejarme hasta que cumpliera dieciocho años y ahora solo faltan dos meses para eso.
Bajo lentamente las escaleras imaginando como será mi nuevo primer día de clases.
Me detengo justo antes de sentar a la mesa al notar el ceño fruncido de mi tía Madison con la mirada fija en mí.
-¿Pasa algo?- pregunto algo desconcertada ante su mirada. Ella me observa de arriba abajo así que comienzo a sentirme incomoda, ¿Acaso será porque no me lave el rostro?
-Linda, el uniforme del colegio está en el armario, ¿Por qué te has puesto ropa normal?-.
-Es mi primer día y ni siquiera sé si me gustara estar ahí, he estado en colegios de públicos y de paga y créeme que odio a todos esos engreídos que se creen más que cualquiera por estar en un estúpido colegio mejor que el de los demás, en todos esos lugares de ricos hay tantos idiotas que le hacen la vida imposible a aquellos que son estudiantes becados, ¿y sabes algo? Ya estoy harta de eso. Prefiero estar en uno público- dejo de hablar al ver que en su rostro hay una expresión de pánico total.
-Ya hemos hablado sobre ello. Tus padres envían mucho dinero para que tengas una excelente educación, y eso es lo que estamos haciendo, enviándote al mejor colegio-.
-Como sea- añado con desaire, he pasado por esta conversación dieciséis veces y ya sé como termina así que será mejor que mantenga la boca cerrada antes de que termine posiblemente castigada, además, no me siento de muchos animos para seguir hablando sobre esto.
-Solo quiero pedirte un favor- asiento con la cabeza mientras me siento a la mesa para comenzar a preparar mi cereal –Compórtate en tu primer día, por favor- levanto la mirada lentamente al escuchar lo que acaba de decir, dejo la leche de nuevo en su lugar sin siquira haberla servido en mi plato, pero ¿De qué habla? Siempre me he comportado, no entiendo esa desconfianza pero de cualquier manera no replicare nada para que esté tranquila.
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Editado: 31.01.2019