Mi despertador está programado para sonar en cualquier momento. Me he pasado media noche despierta, dando vueltas, contando las líneas que separan los paneles del techo y repitiendo el horario del curso mentalmente.
Mi mente no ha parado de planificar el día de hoy, el día más importante de mis dieciocho años de vida. He soñado mas con este día que con el día de navidad.
—¡TaeHyung! —oigo gritar a mi madre desde el piso de abajo. Gruñendo para mis adentros, me obligo a salir de mi pequeña pero cómoda cama. Espero la cama de la residencia sea igual de cómoda.
—¡TaeHyung! —grita de nuevo.
—¡Ya estoy despierto! —le contesto.
El ruido de sus tacones suena por toda la casa, es evidente de que esta igual de nerviosa que yo.
Me he pasado los últimos años anticipando este momento. Me he pasado los fines de semana estudiando y preparándome para esto mientras mis amigos salían por ahí, bebían y hacían las típicas cosas que hacen los adolescentes para meterse en líos. Que para ser sincero, eran bastante divertidos aunque estúpidos.
Yo no era así. Yo era el chico que se pasaba las noches estudiando con las piernas cruzadas en el suelo del salón con mi madre, mientras ella marujeaba frente al canal de televenta buscando nuevas maneras de mejorar su aspecto. Cosas de señora por supuesto.
En cuanto me meto bajo la ducha, parte de la tensión desaparece de mis músculos agarrotados.
Mientras seco mi cuerpo mojado, mi madre grita mi nombre de nuevo. Sé que está de los nervios por mi primer día en la universidad, de modo que me armo de paciencia con ella.
Me tiemblan las manos mientras intento subirme la cremallera del pantalón de sastre. Me daba igual qué ponerme, pero mi madre insistió en que llevara esto. Por fin consigo abrochármelo y saco mis tenis favoritos. Deslizo los pies en los zapatos, consciente de que mi madre está más impaciente a cada segundo que pasa.
Mi novio, Wooshik, llegará pronto para venir con nosotras. Es un año más joven que yo, pero pronto cumplirá los dieciocho. Es muy inteligente y saca todo sobresalientes, como yo
Sólo quiero que me toque un compañero de habitación decente; es lo único que pido, y lo único que no he podido controlar en mi planificación.
—¡Taehyuuung!
—Mamá, ya bajo. ¡Por favor, deja de gritar mi nombre! —digo mientras bajo por la escalera.
Wooshik está sentado a la mesa enfrente de mi madre, mirando la hora en su reloj de pulsera, lleva el pelo perfectamente peinado.
—Hola, universitario —me saluda con una sonrisa perfecta y amplia
mientras se pone de pie.
Me abraza con fuerza y yo cierro la boca al percibir la excesiva cantidad de colonia que se ha echado. Sí, a veces se pasa un poco con eso.
—Hola. —Le sonrío con la misma intensidad, intentando ocultar mi nerviosismo, y me paso la mano por mi cabello castaño.
—Voy a ir metiendo tus maletas en el coche —ofrece Wooshik abriendo la palma de la mano para que mi madre le dé las llaves.
Me da un beso en la mejilla y desaparece de la habitación con el equipaje en la mano. Mi madre va detrás de él.
Cuando salgo y me aproximo al coche, cargado con mis cosas, las mariposas de mi estómago empiezan a revolotear, y me alivia pensar que nos esperan dos horas de viaje para conseguir que desaparezcan.
No tengo ni idea de cómo será la universidad, y de repente la pregunta que sigue dominando mis pensamientos es: «¿Haré amigos allí?».
No es una prioridad pero estaría genial tener amigos.