Solo podía escuchar mi agitada respiración y las indicaciones de la ginecóloga.
—¡Puja fuerte, Aurora, puja! —. Ya me dolían las piernas de solo pujar y que mi hijo no salga.
—¡Me duele! —. Lloriqueo sujetando fuerte la mano de mi mamá.
Mis padres estaban conmigo dentro del parto de mi primer hijo, e Isabela junto con su novio e hija esperan por mi en la sala de espera.
—Eres fuerte hija. —. Papá besa mi cabello dándome fuerzas.
—Se que duele pero debes hacerlo por el bebé, vamos que ya sale. —. Mamá me da ánimos mientras que agarra mi mano.
La ginecóloga vuelve a incitarme a pujar y yo lo hago con todas mis fuerzas, ignorando el dolor tan horrible que siento, un último pujido con fuerza y… sale mi bebe de mi llorando.
La doctora me sonríe mientras que señala a mi pedacito de cielo, lloro cuando lo veo por primera vez frente a mi, al pequeño ser que tuve nueve meses dentro de mi. Le pido a papá que vaya y corte el cordón umbilical y aunque no quería al final aceptó, sabe que de ahora en adelante será la única figura paterna de mi hijo.
La primera no quiso.
—Hola mi amor. —. Le saludé cuando lo dejaron sobre mis brazos.— Eres tan bello mi niño, eres tal cual te imaginé.
Estaba envuelto en sábanas suaves de recién nacido azules con blanco, muero de ternura cuando suelta un pequeño bostezo.
—Se parece al innombrable. —. Menciona Isabela al verlo.
—Gracias, ahora no sé si sentirme bien o mal. —. Ambas reímos a mi comentario.— Por una parte me gusta que se parezca a Kai, él cuando era un niño era realmente tierno y lindo.
—¿A todas estás no vendrá para conocerlo? —. Isabela ahora es quien carga a mi bebé en sus brazos.
—Fue claro cuando dijo que no quería ser parte de su vida. —. Hice una mueca, es increíble como pude ser tan ciega con respecto al comportamiento de Kai.
—Él se lo pierde Aurora, ahora tu único deber es hacer de este bebé tan precioso un buen ser, y que no siga los pasos de su papá. —. Isabela mira con tal adoración a mi hijo.
Y quién no, George era tan parecido físicamente a su papá y tan poco parecido a mi. Había heredado de Kai el color bronce con verde en sus ojos, lo pálido que era Kai y su cabello chocolate.
De mi no había sacado nada, en parte me gusta que se parezca más a su papá ya que de algún modo lo recordaré por él.
—¿Qué se siente ser mamá? —. Isabela me cuida por esta noche ya que mamá y papá debían ir a descansar.
Tenía a George entre mis brazos dormido mientras que le sacaba los gases.
—Es raro saber que salió de mi.
—Así me pasó cuando tuve a Melanie. —. Mi hermana acaricia la cabecita de George con ternura.
—¿Sentías que el corazón en algún momento saldría volando de tu pecho? Me pasa cada que miro a George, como si ahora no hubiera nadie más importante que él.
Isabela me mira extrañada.
—¿George? ¿Cómo Kai?
Con vergüenza asiento, sentía mis mejillas calientes.
—A Kai nunca le gustó su segundo nombre pero a mí sí y creí
que sería lindo ponérselo a nuestro hijo. —. Miré a George y por un segundo me pareció ver a Kai de bebé.
—Ay Aurora, debes soltar el recuerdo de Kai.
Era un poco difícil teniendo en cuenta que pasé la mayor parte de mi adolescencia enamorada de él.
Que estuve de novia con él y que me casé con él, que tuve los mejores años de mi vida a su lado y que ahora,
Ya cuando estamos divorciados y en distintos países, con nuestro hijo en brazos puedo ver qué nunca lo podré olvidar, está impregnado en mi alma.
Kai a los meses de firmar el divorcio se fue del país con Luna y desde entonces no se nada de él, solo que dejó una cuenta bancaria a mi nombre y al futuro hijo que tendríamos con una cantidad exagerada de dinero, dejó a cargo a su mamá para que cuando yo tuviera a nuestro bebé me de un corral precioso que no pude rechazar y mi auto, según por los comentarios de mi ex suegra Kai quiere lo mejor para los dos.
—Quizás en algún momento lo haga mientras tanto lo tendré presente siempre, tenemos a alguien que nos une. —. Bajé mi mirada a George y sonreí como boba cuando esbozó una pequeña sonrisa.— Él está feliz de tenerme como su mamá.
—No lo dudo, eres una gran mujer y apuesto a que también serás una buena mamá.
—Me da miedo Isabela, me da miedo no saber cómo cuidar de mi hijo.
—Oh no cariño… —. Ella se recuesta a nuestro lado para abrazarme de los hombros.— Tienes a mamá y me tienes a mi, que no te quepa la menor duda que estaremos a tu lado ayudándote con George.
—¿Lo prometes?
Isabela alza su meñique pequeño.
—Por mi meñique, Aurorita.
Las siguientes semanas se basó en conocer a mi hijo a como debo bañarlo, como cambiar su pañal y de como preparar un biberón.
Isabela y mamá se quedaron conmigo durante dos semanas mientras me adaptaba pero ya hoy debían regresar a sus casas, Isabela debe atender a su novio y a su hija, y mi mamá a su marido. Es raro ahora quedarme sola con un niño, de algún modo echaba de menos pelear con Kai o escucharlo hablar incoherencias.
—¿Qué pasa, pequeño? —. George se movía como gusanito por toda mi cama, que afortunadamente era enorme.
Lo sostengo en mis brazos moviendo su cuerpecito a ambos lados creyendo que así se dormiría más rápido pero no, el pequeño solo se reía de mi y mi corazón se derritió como chocolate en ese momento. De repente el teléfono de la casa suena, aún con George en mis brazos bajo a atender.
—¿Bueno? —. Descuelgo al tercer tono.
—¿Aurora?
Santa madre de Dios…
—¿Kai? —. Mi pulso se aceleró al pronunciar su nombre.
—Supe por mi mamá que ya tuviste al bebé… ¿cómo está? ¿cómo salió todo?
Me causa tanta ternura que se preocupe por él pero es una lastima que no lo quiera como a un hijo.
—Está todo bien con él, gracias a Dios el parto fue natural y su peso el adecuado, gracias por la preocupación.
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Editado: 26.03.2024