La mentira más cruel que pude recibir fue de la vida misma altura hacer que me enamorara de un hombre que nunca me querría, que jamás me amaría con la misma intensidad en la que yo a él lo amaba y al que me abandonó al segundo de saber sobre mi embarazo.
Creí que sería el amor de mi vida y el futuro padre de mis hijos, y lo fue pero ¿a qué costo?
George vive conmigo y con el sufrimiento de no conocer a quien lo engendró, tiene a sus abuelos como figuras paternas pero no es lo mismo pero yo ya no puedo hacer nada. Es Kai quien debe quererlo pero no, solo sentía remordimiento y por ello quiso registrar a mi hijo, solamente él cree que con eso sus culpas se irán.
Y ahora es cuando más llegan.
Estaba caminando por una calle de la cual no sabía su existencia, doblo una esquina y doy con lo que aparenta ser un bar restaurante muy bonito. Visualice el extraño momento en que una rubia y un pelirrojo sacan de club a una chica de cabello azul, curiosa me acerco más no pregunto, deben ser amigos ya que hablan con confianza.
Se la llevan luego de que ella ha mencionado un inaudible: “Él me olvidará”.
Al irse decido que quiero entrar para despejar mi mente de todo este problema con Kai.
Dentro era muy acogedor y adónde podrías venir con niños más pequeños, voy en dirección a una mesa del centro para ver mejor a la persona arriba del escenario cantar.
—Bienvenida a Alcancemos las Estrellas, ¿en qué puedo ayudarla?
Era un hombre alto con escasa cabellera, vestía una chaqueta más grande y tenía unos profundos y cristalizados ojos grises.
—¿Qué puede ofrecerme como entrada?
El hombre sonrió entendiendo.
—Es nueva por estos lados ¿no? —. Yo asiento no muy segura.— Mi nombre es Román Galilei y soy el dueño de este lindo establecimiento, le ofrezco como entrada un jugo natural y unas patatas fritas, no se ve del tipo de mujer que se refugia en una copa.
—Tiene razón y claro, le acepto el jugo y las patatas. —. Él asiente y se va.
Me quedo viendo como una pareja cantan unas canciones muy lindas y sentí algo dentro, nunca tuve una relación así de divertida con Kai.
Recuerdo que cuando éramos novios escasas veces salíamos a socializar con sus amigos y con sus parejas, según decía él no era necesario que nos vieran juntos y que solo deberíamos disfrutar nuestra relación. Que tonta fui, supe hace poco por uno de sus amigos que Kai en ese momento ya estaba conociendo a alguien más… mientras a mi me mantenía oculta del resto.
¿Qué clase de hombre hace eso?
—La casa invita. —. El señor Román Galilei me hace entrega de mi comida.
—No se preocupe puedo pagarle.
Él niega y procede a decir:
—Insisto, la casa invita. Te veo a los ojos y presiento que estás pasando por mal de amores ¿o me equivoco?
Sonreí negando dándole un sorbo al jugo de naranja.
—Ahora resulta que mi ex esposo es un imbécil.
—Oh, te ves muy joven creí que tal vez tendrías novio.
Mi sangre se calentó y se aglomeró en mis mejillas.
—Me halaga pero no, me divorcié hace unos años y ahora solo vivo por mi hijo, es mi único amor en el mundo.
—¿También eres madre? Guao, es una verdadera sorpresa. —. El señor me hace reír un poco olvidando mis problemas.— ¿Desea contarme sobre su problema? Dicen que a veces es bueno contarle las cosas a un desconocido que a un conocido.
—¿No debería ser al revés? —. Él menea su cabeza negando.
—Un conocido te puede juzgar en cambio un desconocido lo olvidará al momento que te vayas.
Buen punto.
—Eh bueno, ¿por dónde empiezo? —. Mi vida era tan complicada, o al menos lo es desde que conocí a Kai.
—Por lo que la abruma, Aurora.
Me pareció extraño que conozca mi nombre pero lo dejo pasar, quizás y me conozca por lo reconocida que era mi boutique.
Estuve al menos media hora hablando con el dueño de este establecimiento desahogándome, hablándole de lo mucho UE comenzaba a despreciar a Kai por su comportamiento con mi hijo y de lo aprovechado que era de la situación.
Entiendo que tenga cáncer y que sea terminal pero no le daba derecho aprovecharse de su propia situación para ir a dárselas de buen padre a exponer a mi hijo en redes sociales. Hizo una entrevista donde reveló que era papá de un bebé muy lindo e inteligente, reveló imágenes de George ocultando su identidad.
¿Qué clase de hombre hace eso?
Él no era una moneda de oro para ser perfecto pero me amarga que use a mi hijo para agrandar su imagen como escritor, me amarga que lo utilice para que lean su último lanzamiento.
—¿Quieres mi más humilde consejo? —. Dice el hombre luego de contarle prácticamente toda mi vida.
—Si, por favor.
Román Galilei aparenta ser un hombre sabio y que sabe más que yo de la vida, era como hablar nuevamente con mi abuelo y eso me hace entrar en confianza.
—Hay que reírse de la vida a pesar de que duelan las heridas, perdona Aurora el odio nunca hace nada bueno y solo te amargas tu solita mientras que el otro individuo vive la vida feliz. Tienes a George de tu lado y tú misma sabes cuánto te ha costado sacarlo adelante, solo tu sabes lo mucho que te has esforzado por tu hijo… mientras que él solo se llena su boca. La consecuencia de nuestras acciones tarde o temprano nos alcanza y a él muy pronto le llegará, dalo por hecho.
Román me regala una cálida sonrisa.
—Es solo que me molesta que utilice a mi hijo a su antojo.
—Utilízalo tu a él entonces y que vea lo que se siente.
El hombre se pone de pie para recoger mi mesa e ir atender a otros comensales.
Quizás y Román tenga razón.
Así como Kai utiliza a mi hijo yo debería utilizarlo a él para exponerlo ante el mundo lo que es: un mal padre y un mal marido.
Ya en la comodidad de mi casa con George de mi lado durmiendo comienzo a elaborar mi plan.
Doy con una reportera que desde mi divorcio me anda pidiendo una exclusiva o que revele cosas de Kai que más nadie sabe, espero que aún este interesada. Su respuesta fue inmediata y en efecto, quería saber todo sobre mi relación con Kai y de nuestro inesperado divorcio.
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Editado: 26.03.2024