—Ey, ¿Vos sos Sant? Me... — La chica fue interrumpida por Altamirano, quien nos dio la bienvenida con un aplauso lento.
—Ay Sant, Sant, Sant, Sant. No trajiste al monstruo pero si a una muchachita, — Dijo Altamirano mirándola — quiero que después subas a darme el informe. — Mientras se alejaba para subir las escaleras.
—Bueno Sant, supongo que Zoe está cansada. Vamos a llevarla al cuarto uno — Dijo el inglés mirando hacia las escaleras.
—¡¿Eh?! El de... — Exclamó Marta con un progresivo silencio que dominó su voz.
—Si, el de Ed. Ya no está, hay que ocupar el lugar... — Dije mirando hacia la joven Zoe.
Subimos todos las escaleras, la chica se dirigió a su habitación, John a la suya, Marta fue a comer y yo fui a mi pieza. Al abrir la puerta, me sorprendí mucho al ver que Idit, la chica fantasma, estaba sentada en mi cama esperandome.
—¡Ay Sant! Ya volviste. ¿Como fueron las cosas allí afuera? — Preguntó Idit.
—Complicadas. Idit, ¿No que no podíamos entrar a otras habitaciones sin permiso? — Pregunté mientras me sacaba la campera.
—¿Eh? ¿Es que no te gusta que esté acá? ¿No puedo? ¿No me dejas? — Preguntó caminando hacia la derecha.
—No es eso, pero necesito descansar. — Excusé manteniendo la calma.
—¿Entonces? Desde que llegaste, siempre me pareciste un tanto atractivo... — Dijo caminando a la izquierda.
—Ya basta de bromas Idit, ana da lo que queres. — Dije viéndola fijamente.
—Bueno Sant, solo vengo a que me ayudes. — Dijo caminando hacia el centro de mi habitación.
—¿Ayudarte... A que? — Pregunté.
—No sé si notaste, pero no tengo una habitación propia. El retrograda de Altamirano piensa que por ser su ''protegida'', no tengo derecho a la privacidad y libertad, un tanto ''tóxico'', ¿No crees?. Él me acosa y no me deja salir a expediciones, me gustaría que lo confrontes y me ayudes a que me de mi propia habitación. ¿Lo harías? — Preguntó acercándose.
Era una trampa, como si de un tiburón se tratase, Idit dio todos sus pasos para llegar a estar frente a mí, y yo quedar sin defensa alguna. Acercó su cara y me beso, yo por instinto continué el beso, pero a los segundos tome conciencia, la detuve y la aparté de mí.
—No Idit, no te voy a ayudar. Perdón pero no lo voy a hacer, lucha tus peleas sola. — Dije mientras abría la puerta.
—Okey Sant. Te entiendo, te hacen falta huevos, como a todo este bloque de inútiles. — Dijo cerrando la puerta con fuerza.
Me preparé y fui hacia la habitación de Altamirano.
—Mi querido Sant, por fin llegas, tarde como siempre pero llegaste qué es lo bueno. — Levantando una ceja.
—Sí, lo siento, me retrase un poco. — Dije apuntando hacia la escalera.
—Dime Sant, que sabes del monstruo.
—Este monstruo se llama Dark y parece un humano normal. Un poquito más alto que vos, con ojos blancos, sin nariz y cubierto por un material viscoso pero suave a la vez, se ve como si fuese petróleo. Su voz es grave y parece que no está totalmente cuerdo.
—Mi querido Sant, entonces hay que darle caza. No interesa si no es un zombie, mato a ese inútil de Edward, lo hace igual que un zombie o peor, un humano.
—Pero, Altamirano, mató a una pequeña horda de un solo movimiento y desde lejos, no algo que yo enfrentaría, — Tomé aire — ¿Y por qué mierda le decís así a Ed? Él no tuvo la culpa de que tu no nos dieras suficientes recursos como para enfrentarnos a una criatura desconocida, además, tanto John como yo pudimos haber muerto de igual manera.
—Callate Sant, tomaremos la decisión luego. Y respondiendo a tu comparación, — Se aclaró la voz — entonces ustedes también son inútiles.
—Es obvio que ni nos vas a preguntar, nos vas a matar — Pensé — Ah, la chica se llama Zoe y tiene diecisiete años. Estaba secuestrada por unos hombres en el callejón donde la encontramos.
—Muy bien Sant, vete.
—Muy bien, me voy a descansar — Dije llevándome mi impotencia.
—Ah, ¡Sant! Jeremías necesita que vayas a verlo mañana, y luego de que lo veas, ven aquí de nuevo.
—Okey — Me retire cerrando la puerta.
Mientras dormía, en mis sueños podía ver a Luciana. Era un día normal, pero como en la pesadilla que llamamos realidad, todo se fue al carajo. Su cara, era hermosa. Dejarla ir sonaba difícil o imposible, la amaba mucho y tuvo que irse de tal manera, simplemente me destrozaba todas las noches.
Me desperté sudado y una vez me calme fui a revisar cómo estaba la nueva. Toqué la puerta e instantáneamente ella la abrió.
—¡Sant! — Dijo sonrojandose.
—Hola, ¿Estás bien Zoe? — Entré.
—¡¿No te enseñaron modales acaso?! Casi y no estoy vestida, mira hacia atrás mientras me cambio.
—Okey, aunque no tengo culpa yo, tu eres quien abrió la puerta aún estando semi-desnuda. Como sea, ¿Como estas? Tipo, supongo que mejor porque descansaste. Idit suele hacer la comida en la cocina, podemos ir a comer algo si quieres.