Capítulo 7

Cuando aterrizaron, tardó un buen rato en levantarse del asiento. La perspectiva de salir del aparato y estar en un país extraño para ella la asustaba, eso no le hacía ninguna gracia. Al final, sacó fuerzas y salió.

Pero algo iba mal…

Zafiro apenas había oído la voz del auxiliar de vuelo detrás de ella cuando un hombre vestido con un traje oscuro, de rasgos duros y expresión inescrutable, salió a su encuentro al pie de la escalerilla del jet real que la había conducido a aquel inhóspito desierto. Nejem había salido mucho antes que ella, para hacer algunas cosas en la recepción del aeropuerto.

— Zafiro Ross.

— Si soy yo.

— Bienvenida a Kadar.

— Gracias.

El hombre hizo una inclinación de cabeza y le señaló uno de los tres todoterrenos blindados que esperaban en la pista.

— Por favor, acompáñenos a nuestro destino. —dijo aquel hombre con cortesía.

Zafiro no esperaba un recibimiento a bombo y platillo a su llegada a Kadar, porque nadie sabía de ella que era la nueva reina de ese país. Pero delante de ella había, unos cuantos guardaespaldas y vehículos con los cristales tintados. Entonces recordó que Nejem le había dicho que los ancianos del consejo querían una llegada discreta, debido a la inestabilidad política de Kadar. Según Nejem, había algunas revueltas.

Y que los rebeldes estaban en todos lados a escondidos. Entonces Zafiro pensó que las medidas de seguridad era una precaución necesaria.

— Por aquí, señorita.

El hombre había recorrido a su lado la pista hasta el vehículo. Le abrió la puerta y Zafiro levantó la cabeza parar mirar las innumerables estrellas que brillaban en el cielo.

— Señorita…

Ella se puso tensa al oír aquella voz asustada. Reconoció al auxiliar de vuelo del avión y registró demasiado tarde sus palabras anteriores: «Algo va mal». Iba a volverse cuando una mano le presionó la espalda impidiéndoselo.

— Suba al coche, señorita Zafiro.

Zafiro sintió un sudor frío en su frente. El hombre había hablado en voz baja y resuelta, desprovista de la cortesía inicial. Y ella supo con total certeza que no deseaba montarse en aquel coche. Quería ver a Nejem, no se iría sin verlo a él y le dijo al hombre.

— Un momento por favor. —murmuró.

Y se agachó para arreglarse los zapatos y ganar unos segundos. Tenía que pensar, a pesar de que estaba aterrorizada. Algo iba mal. Nejem no estaba allí y ella estaba ya nerviosa por aquella situación, además había acordado con el secretario de los ancianos que él la llevaría al palacio. Pero aquellos hombres no eran de fiar para Zafiro. Quien quiera que fuese aquel desconocido no iba a ir con él, Además tenía que huir de allí.

Zafiro no sabía nada de situaciones peligrosas, siempre vivió sin aquellos sobresaltos en su vida. Ahora se encontraba en una situación que lo le gustaba para nada. Y sabía que, si subía al coche, la posibilidad de escapar sería remota. Quería salir corriendo de allí al avión.

— Señorita…

Dijo el hombre, impaciente, presionándole la espalda con insistencia. Zafiro respiró hondo, y echó a correr. Oyó un sonido a sus espaldas antes de que una mano la agarrara firmemente por la cintura y la levantara del suelo. Ella luchó y pataleó.

— No. Por favor no me haga daño.

— Por favor señorita no haga esto.

— Por Dios Déjeme.

El cuerpo de aquel hombre parecía un muro de piedra. Zafiro se defendió con uñas y golpes pero ambos cayeron al suelo. Ella se incorporó como pudo en la arena, pero el hombre se lanzó sobre ella y la atrapó bajo su cuerpo.

— Admiro su valor, Zafiro. Y su tenacidad. Pero creo que están fuera de lugar.

— Por favor no me haga daño.

— Ya está bueno de tantas quejas y gritos.

— Por favor…
 

En ese momento otro hombre abrió la puerta trasera de todoterreno.

— Suba, señorita…

Zafiro contempló la oscuridad del interior del todoterreno. No podía montarse en el coche. En cuanto lo hiciera sería la prisionera de aquel hombre. Y no vería más a Nejem a su país, menos sabría si viviría a todo aquello. La había secuestrado al llegar a Kadar fuerzas rebelde.