Zahrat Dakina

Capítulo 1

Este mundo es muy injusto ¿No lo crees? Las personas nobles sufren, y las personas perversas no; en este mundo tan corrupto solo puedes ser presa o depredador. Si eres presa es probable que te hayas vuelto depredador, pero si no: ¡JAJAJA! me das lastima, y si eres depredador tendrás que mantenerte en la cima sin importar que...

Las calles eran tétricas, pero parece que la gente no lo nota. El mundo estaba perdido, pero siguen como si todo estuviera bien. Es culpa de ellos; pudo haberse armado una tercera guerra, pero no es como si debamos preocuparnos por los demás. (Si no es algo que nos sucede a nosotros, ¿por qué nos importaría?). Con suerte, el desequilibrio que generaron en el clima no les afecta en lo absoluto y la contaminación ha disminuido, solo porque llegaron al borde de la muerte (me parece fascinante desafiarlo). ¿Es irónico que odie la luz, pero me alegre que sea tan radiante? ¡Por supuesto que lo es! No me importa ni lo más mínimo la humanidad, pero vivo en la tierra, y aunque no muera hay algunas cosas que apreciar.

El sol se había escondido detrás de unas nubes grises; las gotas de lluvia golpeaban mi ventana y se resbalaban en ella, mientras yo me quedaba mirando fijamente las gotas que caían a una velocidad constante. Mi respiración era suave, hasta parecía que no estaba respirando. Aunque cuando pensaba en respirar, tenía que estar consciente para hacerlo, porque mi cuerpo ya no actuaría por sí solo. Creo que la mente humana es rara. ¿Pero cómo la podría juzgar? Ni siquiera era humana, no importa qué tan físicamente me parezca, bueno, más o menos. Los humanos no tienen cuernos ni alas. ¿Así se verían los humanos si no fueran humanos? Es gracioso, porque según ellos, seguirían siendo humanos, al menos que inventen otro nombre, pero seguiría siendo lo mismo.

- Llevas así hace media hora ¿Debería preocuparme? - Escuché la voz detrás de mí. Me daría la vuelta para ver de quién se trata, pero ya lo distinguía por su tono de voz.

  • Solo miro las gotas de lluvia - respondí sin despegar mi mirada de las gotas que resbalaban por la ventana - ¿Qué quieres?
  • Lo dices como si te fuera a pedir algo, y eso me ofende.
  • Siempre haciéndote la víctima – Me di la vuelta para mirar al chico. A simple vista, pude notar su sonrisa. - No estoy para perder el tiempo.
  • ¿Acaso estás más ocupada que yo? Eso lo dudo, al menos que te pidan un trabajo, pero no es como si te llevara tanto tiempo resolverlo. Pero claro, a la señorita le encanta divertirse en el trabajo - Ese tono de voz me molestó bastante. Parece que alguien se intentaba burlar de mí, pero el control de mis emociones era lo principal. No podía permitir que esa “bestia” saliera por un simple error.

Me levanté de mi lugar, acomodando un poco mi ropa para después acercarme con paso lento hasta la puerta. Pero antes de salir, me detuve y miré a mi querido amigo.

  • No me vuelvas a hablar con ese tono - Volví a darme la vuelta y salí de la habitación azotando la puerta detrás de mí.

Decidí dar un pequeño paseo para despejarme, así que salí de la casa y me dirigí a la ciudad. Seguía lloviendo con fuerza. No había llevado nada para protegerme de las gotas que me golpeaban y me cegaban. Aun así, no despegaba la mirada de mi camino hasta que escuché un pequeño maullido. Eso hizo que me detuviera y dirigiera mi mirada hacia dónde provenía el maullido. Me dirigí allá para ver qué lo ocasionaba, cuando vi a un pequeño gato de color negro con blanco.

  • ¿Necesitas ayuda? - Agarré al gato y le quité las raíces que tenía enredadas en sus patas. Parece que lo botaron acá en el bosque. - No llores, pequeño, te curaré. ¿Dónde está tu madre o estás solo?

Busqué con la mirada si había otro gato cerca, cuando vi unas manchas de sangre. Me dirigí hacia donde estaban las manchas y vi la cola de un gato, así que me asomé más. Era una gata negra, pero ya había perdido la vida.

  • ¿Ella es tu madre? - Miré al gato, el cual seguía llorando. Bajé al gato y me agaché, viendo a su madre. - Es una lástima que la gente sea tan cruel.

Levanté un poco las mangas de mi buzo y me quité las vendas que tenía en mi mano.

  • Te doy otra oportunidad. - Toqué a la gata y su cuerpo comenzó a desintegrarse hasta que ya no quedó ningún rastro, solo simples cenizas que salieron volando por el viento. Volví a ponerme las vendas, me bajé la manga y alcé al gato.
  • No hay nada más que hacer aquí. - Me di la vuelta y volví a retomar mi camino hacia la ciudad.

Nuevamente me había perdido en mis pensamientos, pero no pensaba en nada; solo disfrutaba del inmenso frio que recorría su piel. Era satisfactorio. La lluvia era muy fuerte - parecía una tormenta, aunque no se escuchara ningún trueno.

  • ¡NO HAY NECESIDAD DE ESTAR ENOJADO! - Grite hacia la nada. De repente, un rayo apareció en el cielo - Que coincidencia, no podéis haber encontrado un mejor momento para eso ¿verdad? - Dije molesta.

Escuche nuevamente un maullido. Por un momento se me olvido al pequeño felino que cargaba en mis brazos, podría morir con este clima tan atroz. Ni me quería imaginar que le hubiera pasado si aún seguía en esa zona del bosque solo - Tantas posibilidades - Mire mí alrededor, no hay nada que pudiera ayudarme, así que decidí refugiarme debajo de un árbol para que la lluvia no afectara tanto al pequeño felino.

A este paso te vas a enfermar - Acaricie su cabecita para que se calmara un poco - espero no te molesten los espacios pequeños - Oculte al gato dentro de mi buzo, al menos de esta forma recibiría calor corporal y la lluvia no lo tocarían.

  • muy bien...aquí vamos.

Me levanté y empecé a correr a toda velocidad en dirección a la ciudad. El viento chocaba contra mí; corría sin parar: como si mi vida dependiera de eso.

Podrán llamarme psicópata, despiadada y antipática, pero alguien que lastime a un animalito inofensivo me parece mucho peor que un asesino en serie. Aunque, no hay nadie peor que aquella maldición que te persigue; que no puedes ver, la oscuridad en lo absoluto.




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