Era el día libre de Zehra y tal como se lo había prometido a Ekrem, salieron a dar una vuelta por el pueblo para ponerse al día.
Ekrem en su auto, esperó a Zehra en un lugar un poco más alejado de la mansión, para que las malas lenguas no hablarán y evitar problemas, sobretodo Yalisa, que ya tenía entre ceja y ceja a la pobre de Zehra, y era capaz de inventar cualquier cosa para hundirla o bien dejar su dignidad por lo bajo.
Cuando Ekrem salió de la mansión en su vehículo, Amir desde el balcón de su habitación, observó cómo se iba, ya había escuchado por ahí que había acordado verse con Zehra, tuvo el impulso de seguirlo, pero era mejor quedarse donde estaba.
Mientras tanto, ya Ekrem se encontraba con Zehra en el vehículo hablando animadamente.
– Dime Zehra, ¿dónde quieres ir?
– Vamos a la cafetería, tengo ganas de tomar un buen café.
– De acuerdo – dijo sonriendo.
Detuvieron el vehículo en la cuadra del frente a la cafetería y luego ingresaron al negocio, tomaron asiento, una joven se acercó a ellos para apuntar en una pequeña libreta lo que querían y luego se retiró con la orden ya escrita.
– Bueno… ya que estamos aquí. Dime… ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Cómo está tu padre?
– Creo que mi padre está bien – expresó pensativa.
– ¿Cómo es eso? ¿Acaso tu padre no está contigo?
Cuando Ekrem conoció a Zehra, ella estaba con su padre, pero no con su madrastra. Por eso el joven le parecía bastante raro que no estuviera con él, ya que desde un principio sabía que padre e hija eran muy unidos y no tenía ni idea de que el hombre se había vuelto a casar y desencadenado la independización de su hija por esa mujer.
– No Ekrem, yo he venido sola a este pueblo y días previos a conseguir un trabajo, me quedé en casa de una amiga.
– ¿Y eso porqué? – preguntó confundido – ¿Qué te impulsó a separarte de tu padre?
– Mi madrastra, cuando tú me conociste, padre aún seguía solo, pero unos años más tarde trajo a la casa una compañera, y tiempo después se casó con ella.
– ¡Guau! Estoy sorprendido Zehra, si habrán pasado los años y yo ni enterado de esto, bueno… tampoco es que me comuniqué contigo para saber cómo estaba, siento mucho eso, pensé que si lo hacía, tú no responderías mis cartas ya que cuando te declaré mis sentimientos, te sentiste muy incómoda e incluso pensé que ya no querías ser mi amiga.
– Bueno… también es mi culpa, pues tú me diste la dirección donde podía escribirte y jamás te escribí, así que no solo tú eres el culpable.
– Sí lo sé – exhalando un suspiro –, pero dime, ¿dónde conoció tu padre esa mujer?
– No lo tengo muy claro, no me interesó preguntar en ese momento, pues cuando me dijo que nuevamente había encontrado a alguien después de que por mucho tiempo no olvidará a mi madre, me alegré mucho y pensé dentro de mi ingenuidad, que esa mujer me querría como una hija – hizo una pausa y continuó hablando –: Pero tiempo después sacó sus verdaderas intenciones y padre parecía no darse cuenta de nada, tanto así, que cuando ella quedó embarazada, me dijo que no podía ayudarme a pagar mis estudios y no era porque no podía, sino porque decía que mi madrastra necesitaría ayuda con mi hermano y que al ser un poco más grande el niño, podría irme sin ningún problema, pero sabía que eso no sería posible. Esa mujer tenía un poder de convencimiento que iba más allá y parecía que no le agradaba la idea de que me fuera, porque si lo hacía, se quedaría sin una empleada quien le hiciera todo, porque así era como me trataba, como una sirvienta.
– ¡Madre mía! ¡Esto me recuerda a la madrastra de Cenicienta, perdona la comparación! – dijo sorprendido – Pero ¿de verdad tu padre no se daba cuenta de eso?
– Padre pasaba en su empresa con sus negocios y no prestaba mucha atención a lo que sucedía en la casa.
– Pero ¿tú le mencionaste de sus malos tratos hacia ti?
– Sí, pero lo hice cuando quedó embarazada y él me dijo que era por lo mismo, además, la muy sinvergüenza se hacía la víctima, inventaba cualquier tontería para hacerle creer a mi padre que yo no quería ayudarle. Solo porque me sentaba a leer un libro o bien salía de la casa para despejarme, a tal punto, que ella inventó que yo tenía a alguien y que me veía a escondidas con un hombre.
– ¡¿Qué?! ¡¿Es enserio?!
– Sí de verdad, me acuerdo ese día, cuando llegué a casa y empecé a recibir regaños de mi padre diciendo de que como era posible que yo me estuviera viendo a escondidas con alguien, pues eso perjudica mi reputación y honor. Yo le expliqué que no era así, que solo había salido a tomar un poco de aire nada más y que no me había visto con ningún hombre, y que si no me creía que le preguntara a alguien, lo que había hecho ese día y los otros.
– ¿Y qué hizo?
– Terminó creyendo lo que decía, luego de una larga conversación, pero en ese momento me di cuenta que mi padre no me conocía tan bien como pensé y que esa mujer lo había manipulado a su antojo. Entonces decidí tomar la decisión de irme, no podía permanecer en una casa donde mi propio padre ni siquiera me tenía confianza y todo por esa mujer, llegué a pesar que la misma tenía algo personal conmigo pero sin entender el porqué. Así que lo mejor era irme y alejarme de ese lugar para estar tranquila – hizo una pausa y continuó hablando –: Aquí tengo mis problemas, pero nada que no pueda solucionar. Debo agradecer realmente a mi amiga Yamile y a su madre por darme una mano, ellas me conocían de pequeña y al comentarles mi situación enseguida decidieron ayudarme.