Zehra se encontraba con Zaida en la cocina como siempre, ya habían pasado unos cuantos días desde que Ekrem llegó a la casa y su presencia, había llamado la atención de su amiga.
– Zehra, escuché que conoces al señor Ekrem – empezó a decir Zaida, mientras peleaba las verduras.
– Así es... – respondió distraídamente Zehra, que estaba concentrada en la tarea que tenía en ese momento.
– ¿Y cómo es?
Zehra no entendió muy bien la pregunta, y confundida le respondió:
– ¿Cómo que como es? No entiendo a lo que te refieres.
– Quiero decir... ¿Cómo es como persona?
– Oh, ahora entiendo – dijo dándose cuenta –, lo siento estaba concentrada en otra cosa – hizo una pausa y continuó hablando –: bueno, como persona es alguien divertido y buena gente, por lo menos en el tiempo que lo conocí, no se ahora como será, la gente a través de los años suele cambiar. ¿Por qué lo preguntas? – preguntó con una sonrisa pícara Zehra.
– ¡Ja! ¿No es obvio? – dijo la voz de una mujer detrás de ellos –, obviamente está interesada en él, te aconsejo que no pierdas tu tiempo. Por una vez en la vida, puedo estar de acuerdo con Zehra, las personas suelen cambiar a través del tiempo y el señor Ekrem es uno de ellos.
Como siempre, Yalisa tirando mala onda a los demás, a esa mujer parecía que le encantaba molestar a las personas, sobretodo a ellas.
– ¿Cómo puedes saberlo? – preguntó con voz calmada Zehra, aunque le daba un poco de rabia la manera en la que le había hablado a Zaida.
– Escuché a la señora decir a su hijo, que a Ekrem le gusta jugar con las mujeres. Por eso le digo a Zaida que no pierda su tiempo, ese hombre no es bueno para ella, además es una persona que tiene dinero ¿qué puedes esperar de alguien así? Nunca se fijaría en una joven de bajos recursos.
– De lo que me salvé – pensó Zehra –, vaya a saber qué habría sido de mi vida hoy en día si hubiera aceptado sus sentimientos, aunque bueno... Creo que esto pasó después de que se fue, en esa época el pobre no le hablaba ni siquiera a ningún niño, era bastante tímido, sino fuera por aquel grupo que hicimos en clase, no nos hubiéramos hecho amigos.
Zaida, al escuchar eso de Yalisa, quedó bastante decepcionada, pero creo que eso no iba a mermar su interés en él.
Además... Tampoco le creía mucho a Yalisa, esa mujer siempre le buscaba la quinta pata al gato para molestarlas.
Aunque Zehra ya pensaba diferente, por una vez en la vida podían estar de acuerdo con ella, aunque lo dudaba.
En ese momento cayó Jenna, y tanto Zehra como Zaida, la notaron un poco cabizbaja, ella nunca había llegado así a trabajar.
Zehra se acercó a ella y preguntó:
– ¿Qué pasa Jenna? Te veo un poco triste.
– No es nada – dijo cortando las verduras rápidamente y con rabia.
– Vamos Jenna, cuéntanos.
– Nada, solo tuve una pelea con mi esposo.
Zehra miró fugazmente a Yalisa y luego nuevamente centró su mirada en Jenna. Era más que obvio que tenían problemas y Zehra sabía la razón.