—¿Te parezco alguien peligroso? —me voy acercando a ella lentamente... Me estoy arriesgándome a un desplante, pero no importa. Estamos tan cerca que el mínimo movimiento podría malinterpretarse y desencadenar algo más.
—No sé qué tanto me falta por conocerte, Kiharu.
Ashtaria está tan cerca que puedo sentir su respiración..., y sigue sonriente; parece que le agrada esta atmósfera. Su sonrisa seductora y su actitud relajada me sorprenden. ¿Por qué estaría tan tranquila estando tan cerca de mí, sabiendo que ella está en una relación con mi hermano? De repente, recuerdo la naturaleza vengativa de Ashtaria, sus emociones pueden ser un enigma, pero creo que sus acciones pueden estar motivadas por una pelea con Handul. ¿Qué tan tóxica podría ser esa relación? Me pregunto cuán seguido pelean ellos, cuántas veces han dejado que la ira y el resentimiento se interpongan entre ellos. Tal vez esta atmósfera que estamos compartiendo ahora sea solo una pausa temporal en su tormentosa dinámica, pero ya no quiero darme por vencido con ella.
—Estoy dispuesto a que descubras cada parte de mí —le susurro, jugando con su lacio y mojado cabello. Es mucho más sedoso ahora que está húmedo, deslizándose suavemente entre mis dedos—. Ya hace un rato que me tienes bajo tu control.
Suavemente rozo mis labios sobre su delgado cuello, haciéndola estremecer ligeramente. Parece que le hace cosquillas, pero no se aparta. No hay resistencia, así que dejo un beso completo que la hace temblar y suspirar suavemente. Continúo besando detrás de su oreja, luego deslizo mis labios hasta la parte superior de su hombro.
—Por favor, no me hagas marcas.
«Ese susurro fue muy excitante, Ashtaria».
—Te prometo que te trataré con toda la dulzura y delicadeza que mereces.
Decide levantarse para acomodarse, sorprendiéndome. Ahora la tengo frente a mí, sentada sobre mis rodillas. Empieza a acariciar mi cabello, dejando caer sus manos sobre mi rostro, permitiéndome sentir las más agradables caricias. Con sus dedos, levanta mi barbilla, clava sus ojos dorados en los míos y se acerca lentamente hacia mis labios. De pronto, se detiene y retrocede solo un poco, jugando con la tensión. Me amaga sus labios, y aunque trato de atraparlos, es muy ágil y logra mantenerme deseoso. Hasta que, en un instante, por fin se acerca y permite que le robe ese primer beso: pequeño, lento, y lleno de dulzura. Y es que nuestros labios juntos son como el borde del universo: inexplicables y agradecen la palabra eternidad.
—Tus labios me hacen creer que eres una deidad —le susurro, mirando sus labios.
Vuelve a besarme con tanta pasión como si el momento fuera a desvanecerse. Yo desvío mis labios hacia su cuello, bajando hasta su pecho, donde planto besos tiernamente. Puedo oír sus suaves gemidos y sentir cómo se estremece bajo mis caricias. Sus manos presionan mi nuca, insistiendo para que no me detenga.
Tiene un cuerpo de grandes proporciones y a la vez elegante..., es una lástima que no pueda usar mis manos para tocarla, estoy maldito por este poder.
—¿Puedo pasar al siguiente paso? —le pregunto, sonriendo pícaramente. —Ese paso lo doy yo.
Aún sentada en mis rodillas, Ashtaria se pone juguetona y empieza a estimularme. Sus caricias y movimientos provocan que empiece a gemir y estremecerme, me tiene bajo su control. Me siento indefenso ante esos ojos llenos de travesuras. Me enloquece lo sexy que se ve cuando muerde su labio inferior con uno de sus colmillos... ¡Maldición! Bajo la mirada y veo lo hábil que es con sus manos. Vuelvo a buscar su rostro y admito que nunca me la imaginé con esa expresión de perversión y sensualidad. Necesito recordar este «paso» el resto de mi vida.
—Qué buena eres —aprieto los ojos y sonrío de puro placer.
—Te gusta mucho..., lo sé.
Se ha detenido... ¿Ahora qué?...
¡Wow! ¿Estará segura de lo que acaba de hacer? ¡Se ha sentado sobre mi pelvis!
Rodea mi cuello con sus brazos y empieza a menear sus caderas con una gracia extraordinaria. En ese momento, la fantasía de hacerle el amor a Ashtaria se convierte en una realidad tangible.
Comienza a delinear mis labios con su lengua, y yo respondo jugueteando con la suya, continuando con nuestro ritmo lento y suave, como si el tiempo se detuviera solo para nosotros. Luego, me sorprende con una leve mordida en mi labio inferior, una señal de su agresividad creciente, y ahora sus movimientos se vuelven más intensos y rápidos.
—¿Te importa si bajo el nivel del jacuzzi? —le pregunto, clavando mi mirada en sus ojos entrecerrados por el placer.
—Para nada, hazlo —responde entre jadeos.
Alcanzo los controles del jacuzzi y el agua comienza a bajar gradualmente, dejando al descubierto nuestros cuerpos mojados y desnudos.
Con el jacuzzi vacío, la guío suavemente hacia el suelo, donde la recuesto con delicadeza. Me posiciono sobre ella, su largo cabello esparcido por el suelo enmarca su rostro excitado.
Continuamos con lo que estábamos haciendo, y puedo ver lo mucho que lo disfruta. Me muevo con más intensidad y rapidez, nuestros cuerpos se vuelven sudorosos mientras escucho sus jadeos y gemidos escapar en ciertos momentos. Siento su calor y noto cómo controla el impulso de arañar mi espalda. Decide abrazarme con fuerza, permitiéndome sentir la suavidad de sus senos presionados contra mi pecho.
Ya está empezando a estremecerse, así que aumento un poco el ritmo.
—Sigue así..., no pares... —me ruega entre intensos y entrecortados jadeos.
Casi la dejo sin aliento, pero continúo moviéndome al mismo ritmo. Comienzo a lamer su cuello y le doy un suave mordisco en la oreja, sin dejar de hacerle el amor.
—Kiharu..., estoy a punto... ¡Kiharu! —Su voz entre gemidos fuertes suena como música para mis oídos.
«Ashtaria, eres sinónimo de perfección. Tu rostro es hermoso cuando llegas al clímax, una mezcla de placer y felicidad».
Mientras alcanza ese punto, aumento la intensidad hasta que finalmente queda exhausta. Pero esto aún no ha terminado, así que comienzo a moverme más lentamente y con delicadeza, permitiéndole recuperar fuerzas.