El disparo fue muy potente; Klea podría estar muerta. Ahora mismo está flotando en el espacio, logró activar su casco de oxígeno, pero necesita ser rescatada y todos estamos lejos de ella. La más cercana es Ashtaria, pero aun así no llegaría a tiempo.
—¡Voy por ella! —grita Ashtaria, decidida.
«Solo quedan cuatro segundos... ¿Qué tienes pensado, Ashtaria?».
Con solo tres segundos restantes, Ashtaria aumenta su velocidad un cinco por ciento. Un margen escaso, pero suficiente para marcar la diferencia. En el momento exacto, la compuerta del compartimiento térmico se abre y Ashtaria guarda el cuerpo de Klea en su interior. La respuesta de Ashtaria llega como un rayo de esperanza. No podemos perder a Klea, no sin un zenfrex maduro, sin una cúpula de vidrio donde mantener su cuerpo a salvo. Morir en estos momentos significaba despedirse de este mundo para siempre.
Ashtaria nos ha dicho por transmisión que el cuerpo de Klea está intacto. Una noticia que llena mi corazón de una mezcla de alivio y esperanza. Ya ha iniciado el proceso de estabilización térmica. Solo falta esperar y creer en la fuerza vital de Klea. Mientras tanto, la batalla continúa a nuestro alrededor. Las naves croolers, aunque debilitadas, aún representan una amenaza significativa.
—¡Señores, es hora de usar el cañón de plasma! —ordena Handul con voz firme, transmitiendo una oleada de determinación a través de nuestros comunicadores.
—¡Sí, genial! —responde Polh con un entusiasmo contagioso.
Neefar toma la iniciativa y apunta el cañón de plasma hacia el enemigo. Los cañones se cargan de energía con un zumbido eléctrico que eriza la piel, y luego, con un rugido atronador, liberan un rayo de energía blanca incandescente.
—¡Escuchen ese sonido! —exclama Kimku—. ¡Es el sonido de la victoria!
El cilindro de energía impacta sobre la nave crooler, dejándola casi destruida. Solo falta un disparo más para acabar con ella, y tenía pensado ser yo quien lo hiciera. Sin embargo, Polh se me adelanta y dispara primero. Caes mal, Polh.
—¡Bum, baby! —grita Polh, emocionado—. Neefar, tú y yo somos la mejor dupla.
Polh ríe, victorioso.
—Polh, no quiero desilusionarte, pero todos sabemos que la mejor dupla en la élite es Neefar y Ashtaria —Kimku interviene, riendo.
—Así es —me uno a la risa de Kimku.
—Ya, ya, tienen razón.
Handul ha lanzado otro disparo con el cañón de plasma, y Ashtaria se ha unido a él. Yo tenía planeado trabajar junto a ella, pero como siempre, ando lento y distraído por la vida.
—No sé si lo han notado, pero varias naves Crooler se están como que... ¿sonrojando? —dice Kimku, perplejo.
—¡Que no son seres vivos! —Brawn insiste en su teoría, su voz llena de frustración.
—Kimku tiene razón, las naves están cambiando de color. ¡Todos activen su campo magnético! Esto no me su... —no logro terminar la frase, cuando, de repente, todas esas naves rojizas lanzan otro cañón cilíndrico hacia nosotros. Afortunadamente, logramos activar las burbujas de campo magnético a tiempo, y el impacto solo nos desplaza de nuestra posición.
Después de recuperar nuestra orientación, seguimos con el ataque. Las naves crooler están explotando bajo el fuego de nuestros cañones, y para nosotros, esto es un espectáculo de destrucción. Ahora somos muchos más que ellos, y la balanza del combate parece inclinarse a nuestro favor.
—¡Ja! ¡Cómete este cañón, maldito crooler! —Polh mantiene su entusiasmo.
Cada rayo cilíndrico que lanzamos explota sobre el enemigo, y para nosotros, cada explosión es un acto de venganza combinado con el dulce sabor de la victoria. Ahora los tenemos acorralados, con una ventaja abrumadora de cuatro contra uno. Algunos intentan huir, pero sus destinos ya están sellados.
Con el último crooler derribado, nuestra atención se dirige hacia la Nave nodriza enemiga. Debemos destruirla rápidamente antes de que puedan escapar.
—Dicen que cada ser vivo tiene una misión en esta vida — Ashtaria evoca un refrán.
—Sí, ¿pero a qué viene eso? —le pregunto.
—Ashtaria, ni se te ocurra... —Handul interviene, con un tono de advertencia en su voz.
Ashtaria, decidida, declara su misión:
—Mi propósito en esta segunda vida es acabar con esos croolers, y lo haré con mis propias manos.
La decisión de Ashtaria es clara. Aumenta la velocidad de su nave en un cincuenta por ciento y cambia su rumbo hacia la nave nodriza de los crooler.
—¡Ashtaria, no! —mi voz rebota en las paredes de la nave.
—¡Maldición, Ashtaria! —la tensión en la voz de Handul se siente en la piel.
Ashtaria desaparece de nuestras vistas en un abrir y cerrar de ojos.
—¡Acaba de entrar a la nave! — exclama Brawn, con un tono alarmante.
Mi mente corre con pensamientos inquietantes al verla desaparecer de nuestra vista. El hueco que deja en la formación de la flotilla se refleja en mi interior como un vacío que se estrecha con cada latido de mi corazón. Aunque mi determinación de protegerla está más firme que nunca, la impotencia me abruma al verla arriesgarse de esa manera. Me pregunto si podremos rescatarla a tiempo, o si este acto audaz será su última hazaña.
—¡Élite, hay que seguirla! Los demás, quédense haciendo guardia en los alrededores.
—¡Entendido, señor Handul! —respondieron los pilotos al unísono, cumpliendo la orden de inmediato.
Toda la élite aumenta la velocidad de sus naves en un treinta por ciento, y rápidamente nos lanzamos hacia la nave nodriza de los croolers para rescatar a aquella mujer tan impulsiva y, al mismo tiempo, experta en generar drama.
—Lo que se está perdiendo el capitán Yazu —dice Kimku.
Al cruzar una de las escotillas de la nave crooler, nos encontramos en un lugar repugnante. Las paredes y el suelo están cubiertos de una sustancia babosa y viscosa que emite un hedor nauseabundo. Los análisis de la atmósfera realizados por nuestras naves confirman que el aire es respirable, así que todos saltamos de nuestras naves, aterrizando en un suelo pastoso que se hunde bajo nuestros pies, haciendo que cada paso sea una lucha contra la repulsión y la incomodidad.