Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

41. Correspondido

Tersa y suave piel de ensueño, es tan brillante que me hace pensar que esta mujer se baña con polvo de estrellas. Sus labios, perfectos y rojos, encarnan la perfección de la naturaleza misma. Sus ojos que, aun cuando han cambiado de color, la hacen parecer una deidad.

—¿Estás claro de lo que estás sintiendo?

—¡Te amo, te amo, te amo! —le digo, robándole un beso en medio de su expresión de asombro—. ¿Qué puedo hacer para que lo entiendas? Me enamoré de ti, de tu sonrisa, de tus ojos, de tu piel brillante y suave, de cada hebra de tu cabello.

Neefar se sonríe, toma mis manos y retrocede un poco.

—Yo también te amo, Kiharu —dice, bajando la mirada con timidez—… Ha sido así desde el primer día que te conocí.
—¡¿Qué?! ¿Desde el centro de aprendizaje?

—Sí, pero nunca te dije nada porque tus ojos siempre estuvieron sobre Ashtaria.

—Lo siento, no sabía...

—No te preocupes —me interrumpe—, aprendí a vivir con eso. Sé que estás enamorado de ella y, por lo que dices, ahora también lo estás de mí. Estás enamorado de dos mujeres…

—Pero te amo más a ti.

Neefar sonríe con un toque de cinismo. Me siento como un tonto al darme cuenta de lo inadecuado que fue decir eso.

—Aún la amas, Kiharu.

Es cierto, pero ya no con la misma intensidad. Mi amor por Ashtaria ha estado disminuyendo. Ella decidió odiarme por traerla a la vida, me ha roto el corazón varias veces y me ha dejado claro que jamás podría amarme, no mientras Handul esté en su vida. Estoy agotado de mantener una ilusión por alguien que nunca podrá corresponderme. Ha sido como nadar contra la corriente. Ahora he decidido dejar de luchar y fluir con ella. No me importa que esa corriente me aleje de Ashtaria, no cuando me lleva hacia Neefar

Quiero darme otra oportunidad, tal como me sugirió Klea, y sin duda me la quiero dar con Neefar, siempre y cuando ella esté de acuerdo. Aunque justo ahora me ha cuestionado sobre el hecho de que aún estoy enamorado de Ashtaria, realmente no sé qué decirle. No puedo simplemente arrancarme este amor como si nada.

—Te has quedado en silencio, pero comprendo..., no se puede dejar de amar solo con desearlo.
—Neefar, por favor, dame una oportunidad… —suplico, asustado de quedarme sin ella.
—Kiharu, primero debes superar a Ashtaria, es lo mejor para ambos. Prometo que voy a esperarte, esperaré a que concretes tus sentimientos... Es muy pronto para nosotros —dice Neefar, su voz suave pero firme, mientras sus dedos acarician suavemente el dorso de mi mano.

La habitación se llena de un silencio tenso. Puedo sentir la gravedad de sus palabras pesando en el aire, la sinceridad en sus ojos me deja sin aliento. Ella está dispuesta a esperarme, a darme el tiempo que necesito para ordenar mis sentimientos. Es un acto de amor y paciencia que me toca profundamente.

—Está bien, haré lo que me pides —respondo finalmente, con un gran dolor en el alma—, porque sé que lo que siento por ti es verdadero.

El verdadero amor no es algo que surge de la noche a la mañana. Se forma en las sombras, oculto de la conciencia, sin previo aviso y sin pedir permiso. Silenciosamente, se adueña de cada latido, de cada suspiro. Pueden pasar días, e incluso miles de eclipses, antes de que uno empiece a comprender que un nuevo amor ha estado creciendo en su interior; siempre estuvo ahí, esperando el momento indicado para hacerse sentir.

Estoy seguro de que mi amor por Neefar comenzó a florecer durante esos treinta días en los que creí haber perdido a Ashtaria. Ella siempre estuvo a mi lado, haciendo cualquier cosa para hacerme sentir mejor, y realmente lo lograba. Llegaba e iluminaba mi día, me hacía sentir que también era una persona importante para todos. Me estimulaba a seguir adelante, siempre poniéndome como su mayor prioridad. Me enseñó que mi felicidad podía venir de diversas formas, y con eso, mis sentimientos hacia ella crecieron aún más.

Neefar me ha prometido esperarme, y voy a confiar en sus palabras. No tengo idea de cómo dejar ir el amor que siento por Ashtaria. No hay manuales ni fórmulas matemáticas que expliquen cómo lograr eso; solo me queda esperar a que el tiempo me ayude a dejar de amarla.

—Bueno, ya debería irme —dice Neefar, soltándome suavemente de las manos.

—No te vayas —la agarro de nuevo, sosteniéndola con firmeza.

—Kiharu…

—¿Podrías quedarte y cuidarme como aquella vez? —le suplico con voz trémula.

—Pero si no estás enfermo —responde con una sonrisa cálida.

—No importa, puedo suponerlo y creérmelo tanto que hasta podría enfermarme.

Su sonrisa abnegada me dice que no se quedará. La abrazo porque no quiero que se vaya, la abrazo fuerte y ella me corresponde con la misma intensidad. En ese momento, siento que su calor y su presencia son lo único que necesito.

—Tienes un caso que cerrar, Kiharu —dice en tono suave, casi un susurro—. Mientras tanto, nuestra relación seguirá igual.

—¿Dos personas que se aman siendo amigos? No creo que…

—¡Espera! —me interrumpe de repente—. ¿Qué es... lo que estoy viendo? —Su mirada se fija en algo más allá de la ventana a mis espaldas. Deja de abrazarme y se desliza a mi lado, sus ojos llenos de asombro.

—¿Qué? —giro mi cuerpo para ver qué la ha dejado tan impresionada, y lo que veo me deja sin palabras.

Frente a nosotros, un planeta gigante se revela en la vista. Su tamaño es imponente, pero lo que realmente nos deja sin palabras es el anillo resplandeciente que lo rodea. Es un anillo compuesto de innumerables partículas que parecen ser hielo y roca, brillando con la luz de las estrellas, creando un espectáculo majestuoso. La combinación de su tonalidad dorada y los destellos cristalinos que emanan del anillo es una visión alucinante. Jamás podríamos haber imaginado presenciar algo tan magnífico. Es como si estuviéramos contemplando una obra maestra del universo, una maravilla que nos deja asombrados y extasiados ante su belleza.




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