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52. Directrices en Tiakam

El verde pasto que escapa de mis pisadas danza al son del viento; solo la naturaleza se deja escuchar, mientras los tiakamitas y los mikadeanos guardamos silencio para oír lo que tienen que decir las chicas de la élite. Claro, los tiakamitas sin posibilidad de entender algo de lo que está aconteciendo.

Neefar da un paso adelante, toma una respiración profunda y trata de controlar sus nervios. No es de dar discursos frente a multitudes, pero es su deber; todos necesitan saber cuáles fueron los resultados de los análisis realizados ayer.

—Hermanos mi-mikadeanos, bienvenidos a Tiakam. Pude ver cómo todos han disfrutado de su llegada, respiraron la atmósfera y han sentido los olores de esta naturaleza —Aquello no estaba en las líneas que practicó ayer... ¿Está improvisando?—. Este mundo es fascinante, cuenta con una gran diversidad de plantas y seres vivos..., p-pero de eso no me tocará hablarles ahora —Neefar gira su rostro buscando mis ojos, y al encontrarlos, rápidamente aparta la mirada.

Continúa, pero su voz todavía tiene un rastro de nerviosismo.

—Todos estamos aquí sin... sin necesidad de usar algún tipo de casco, lo que confirma que los análisis de ayer arrojaron resultados positivos respecto al aire; po-podemos respirarlo sin problema —Sí, ella está improvisando. Neefar abre su maletín, saca una botella con agua y bebe de ella, sus manos aún temblando—. Respecto al agua, no hay problema con beberla siempre y cuando provenga de los ríos. Las aguas de los ríos y las lluvias están libres de compuestos que puedan afectar nuestra piel; podemos limpiar nuestros cuerpos con las aguas de Tiakam —su voz vuelve a ser floja y difusa, sus palabras resuenan sin autoridad, con temor—. Si llegaran a causar alguna extraña reacción en la piel, deberán a-acudir de inmediato al centro médico que se instalará hoy en el asentamiento.

Neefar toma otro respiro, ahora con mayor seguridad.

—En los próximos días, estaré trabajando junto a Klea para observar cuáles semillas mikadeanas podrán dar frutos en este planeta y analizaremos los frutos oriundos de este suelo. Juntos, encontraremos las mejores maneras de aprovechar los recursos de Tiakam.

Neefar da un paso atrás y asiente a Klea, dándole a entender que ha llegado su turno para hablar. En su semblante se ve el estrés, parece insatisfecha del discurso que ha dado.

—Por favor, sigan estas instrucciones —comienza Klea con voz firme—. No ingieran nada que provenga de este planeta, exceptuando, por supuesto, el agua; comer cualquier cosa podría ser mortal. Por ahora, vamos a alimentarnos de los abastecimientos alimentarios provenientes de Mikadea. Haremos los respectivos análisis en cada fruto que crezca en Tiakam y les estaremos comunicando todo aquello que esté aprobado para consumir.

»Como ya habrán notado, este es un planeta muy caliente. Nuestra piel es muy sensible a los rayos ultravioletas provenientes de la estrella, así que necesitarán utilizar este protector solar cada doce horas —Neefar saca de su maletín un tubo con protector solar y Klea lo señala—. Si pasan por alto esta orden, podrían tener afectaciones en la piel, como quemaduras de alto grado. Recuerden tomar mucha agua durante el día; esta estrella va a consumir gran parte de nuestras energías. Antes de iniciar cualquier trabajo, debemos asegurarnos de estar hidratados y haber comido adecuadamente. Los días en Tiakam son más agotadores que en Mikadea, ¿cierto, Ashtaria?

—Así es, Klea. Un día en Tiakam equivale a dos días mikadeanos, ya que este planeta está más cerca del núcleo de su estrella y su rotación es más lenta que la de Mikadea. Nos va a tocar dormir bajo el calor y a mitad del día, cuando el sol esté en su máximo punto. Comprendo que será casi imposible conciliar el sueño con estos calores, pero esto será hasta que tengamos la maquinaria necesaria para acondicionar los edificios con sistemas de enfriamiento. No podemos darnos el lujo de ir a dormir cada ocho horas a la nave nodriza; eso nos haría perder mucho tiempo, así que lamento que al principio tengan que pasar por esto. Prometo que será temporal.

»Ahora les hablaré sobre las órbitas de Tiakam. Son muy diferentes a lo que conocíamos en Mikadea. Puedo asegurar que completaremos las órbitas en menos tiempo que en Mikadea. Este planeta también tiene un Luham mucho más pequeño, que podrán apreciar en un par de horas cuando caiga la noche. Es el único satélite de este planeta y eso hace que los océanos sean mucho más serenos que los de Mikadea. Por último, y muy importante: no hay peligro de accidentes cósmicos. Este planeta estará a salvo durante millones de órbitas.

Han pasado cuatro horas desde que terminó la reunión, y ahora todos los mikadeanos están ocupados ensamblando las maquinarias necesarias para cortar los bloques que formarán los edificios. Polh y Brawn supervisan el funcionamiento de las máquinas, mientras que el resto de la élite se dedica a instalar una gran nanocarpa que servirá como centro médico, dirigido por Neefar. Los obreros trabajan con entusiasmo; la oportunidad de colaborar directamente con miembros de la élite es algo que no se presenta todos los días. Sin embargo, al observar más de cerca a uno de los trabajadores, noto que uno de ellos, con amplios conocimientos en maquinarias mineras, está en una edad avanzada. Su experiencia es invaluable, pero también es probable que su salud le impida completar la misión. Deseo profundamente poder rejuvenecerlo, usar el poder que he mantenido en secreto, pero no puedo permitirme el riesgo de que los mikadeanos descubran que poseo la capacidad de rejuvenecer o envejecer a una persona. Revelar un poder de tal magnitud podría desatar un caos en la misión, y sé que ahora más que nunca la estabilidad es crucial.

—Espero con ansias el día en que veamos los primeros edificios de nanopartículas —comenta Kimku mientras clava estacas en el suelo para reforzar la estructura de la carpa.

—Sí, la creación de nuestros nanotrajes metálicos requiere mucho tiempo y esfuerzo —responde Ashtaria, ayudando a enterrar las estacas—. Pasarán muchas órbitas antes de que podamos ver esa tecnología en acción. Por ahora, disfrutemos de las nanopartículas de tela que tenemos a mano.




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