Narrado por Handul.
Me siento fatal. La presión en mi pecho es abrumadora, una sensación de depresión y desilusión que se asienta con un peso inaguantable. Cada respiración se siente más difícil, como si el aire se volviera denso y pesado. A pesar de que Handul está en modo ataque, su furia y sus movimientos cargados de ira me hacen sentir como si estuviera en el centro de una tormenta. En este momento, no puedo permitirme ponerme a la defensiva; la verdad es que le he fallado como hermano, el verdadero traidor en esta situación soy yo.
—Vamos, Handul... esto lo podemos resolver entre tú y yo. Deja a Kiharu fuera de esto, fui yo quien se le metió por los ojos.
Handul permanece en silencio, su mirada ardiente fija en mí, mientras su respiración se vuelve cada vez más profunda y agitada. La tensión en el aire es casi tangible.
—Handul...
—¡YA CALLATE! —El grito de Handul es tan potente que resuena a través del paisaje, un eco que alcanza hasta las cordilleras más cercanas. Ashtaria se tensa de inmediato, su cuerpo se estremece y agacha la cabeza, apretando los párpados con una expresión de terror evidente. Se ve realmente asustada.
No hay nada más que pueda hacer; no hay explicaciones ni excusas que valgan. Lo único que nos queda es resistir la furia de mi hermano. Así que aquí estamos, en esta llanura desierta, apartado de todos. Ni los mikadeanos ni los tiakamitas podrían encontrarnos aquí. El paisaje a nuestro alrededor es árido y desolado, con solo unos pocos árboles solitarios y unas aves aladas que revolotean en el cielo azul. La calma de la naturaleza contrasta con la tormenta emocional que nos envuelve.
Handul avanza con pasos decididos, sus pisadas contundentes hunden la grama en el suelo. De repente, comienza a correr hacia nosotros con una velocidad aterradora, su furia marcada en cada movimiento. Con una habilidad impresionante, construye un sable a partir de las nanopartículas metálicas que emanan de su traje. La tensión se refleja en su mandíbula apretada, y su expresión de furia nos deja claro que esta confrontación solo terminará con una cabeza rodando.
—¡¡Kiharu!! —Ashtaria grita, su voz cargada de pánico al ver el sable de Handul elevarse sobre mi cabeza. Sin embargo, logro esquivar el golpe al protegerme con el brazo, que apenas empieza a recubrirse de nanopartículas tras activar el modo ataque.
El impacto del sable contra mi brazo provoca una explosión de nanopartículas que se dispersan por el suelo. Ambos perdemos una gran cantidad de material, y el sable de Handul se rompe en pedazos, mientras que las nanopartículas de mi brazo caen en fragmentos sobre el suelo.
Sin perder tiempo, rápidamente restauro esa parte de mi nanotraje y, en un movimiento preciso, creo un sable idéntico al de Handul. La batalla se intensifica, el enfrentamiento ahora está equilibrado, y el destino de esta confrontación se decide en cada chispa de metal y cada golpe que intercambiamos.
—¡Deténganse ya! —grita Ashtaria con desesperación, pero ni Handul ni yo hacemos caso. Ambos estamos inmersos en nuestra batalla, empuñando los sables con determinación. —¡Si no se detienen, llamaré al resto de la élite!
El sonido agudo de la hoja al moverse en el aire roza mi oreja mientras evito hábilmente un ataque de Handul. Intento desarmarlo golpeando sus manos con el lado sin filo de mi sable, pero él se defiende con maestría, el sable en alto. Las nanopartículas se dispersan en el aire, desperdiciadas.
—¡Detente, Handul! —exclama Ashtaria, que ha entrado en la batalla en modo defensa. Su armadura resistente puede soportar cortes, pero un golpe directo a su cabeza podría ser fatal.
La veo lanzarse contra Handul, asestándole una fuerte patada que momentáneamente detiene su ataque. Handul la mira con furia, pero rápidamente vuelve a enfocarse en mí. No puedo permitir que Ashtaria se involucre más; me preocupa que pueda resultar herida.
—¡Ashtaria, vete y llama refuerzos! —le grito mientras los sables chocan y se destruyen en el estruendoso ruido de metal contra metal.
A pesar de mi súplica, Ashtaria desoye mi pedido y vuelve a atacar a Handul con otra patada potente.
—¡LARGATE! —grita Handul mientras lanza un puñetazo con una fuerza devastadora, aturdiendo a Ashtaria instantáneamente. La veo caer al suelo, inconsciente. La furia se apodera de mí al ver su estado.
—¡¿QUÉ CREES QUE HACES?! —rujo, consumido por la ira, y me lanzo de nuevo contra Handul, con sable en mano.
—Se lo merecía —replica Handul, deteniendo mi ataque con ambas manos y destruyendo los guantes de su nanotraje, así como mi sable.
Ahora estamos solos en esta confrontación, con Ashtaria tendida en el suelo y sin señales de que haya podido llamar al resto de la élite. La situación está limitada a una resolución entre hermanos. Aunque mi resolución es no matarlo, parece que la intención de Handul es otra. La batalla se intensifica, y la resolución de nuestro conflicto queda en el aire, con un futuro incierto para ambos.
Con las nanopartículas de mi espalda, comienzo a crear dos largas extremidades metálicas. Consideré hacer tres, pero me he quedado sin suficiente material. Handul, por su parte, también ha modificado su estrategia; ahora empuña un sable en cada mano, haciéndolo aún más peligroso en combate.
Con una rapidez vertiginosa, Handul lanza un sable directo a mi cabeza. Me agacho justo a tiempo para evitar el golpe, pero al levantar el rostro, veo que su otro sable se dirige hacia mí. Inclino la cabeza, pero el filo corta una porción de mi mejilla y una fuerte patada en el pecho me derrumba al suelo. Handul no pierde ni un segundo; se posiciona sobre mí y levanta su sable, dispuesto a clavar el filo en mi cabeza. Actúo rápidamente, utilizando mis dos extremidades metálicas para agarrar sus piernas y tumbarlo al suelo.
Con dificultad, me levanto, sintiendo la sangre deslizarse por mi mentón y el sudor ardiendo en la profunda cortada de mi rostro. Handul también empieza a incorporarse. Retrocedo unos pasos para prepararme para la siguiente ronda, consciente de que la batalla aún no ha terminado.