Desde la perspectiva de Handul:
—Neefar…, es Kiharu —solloza Ashtaria frente a la transmisión holográfica, su voz temblando con desesperación—. Ven, por favor…
A lo largo de todo este tiempo, Neefar ha pasado desapercibida para mí, pero ahora que la observo a través de la pantalla, no puedo evitar notar la magnitud de su belleza. Al igual que Ashtaria, Neefar posee una belleza que desborda todo lo convencional, una perfección que parece inalcanzable. Neefar es increíblemente hermosa.
Cuando Neefar desciende de su nave y pone los pies en el suelo, se queda inmóvil por un instante. Sus ojos de un azul neón penetrante no se dirigen de inmediato hacia el cuerpo inerte de su amado. En lugar de eso, su mirada angustiada se cruza con la mía de manera instantánea. Bajo el mar de lágrimas, puedo ver el miedo evidente en sus ojos. Ella me tiene mucho miedo.
Sin embargo, el miedo que veo en su mirada solo intensifica mi deseo de acercarme a ella. Si antes sentía una atracción sutil, ahora es mucho más fuerte. Estos poderes son tan seductores…, casi imposibles de resistir.
Neefar aparta su mirada de mí y se enfoca en el cuerpo tendido en el suelo.
—¡Kiharu! —exclama, cayendo de rodillas junto a la cabeza de Kiharu. Con cuidado, la levanta y la recuesta sobre sus muslos, su rostro lleno de desesperación y rabia. A través de sus lágrimas, dirige una mirada cargada de furia hacia Ashtaria—. ¿Quién le hizo esto?
Ashtaria me mira con desprecio antes de volver a fijar la vista en Neefar.
—Fue Trox… Nos sorprendió de repente y nos atacó.
Agacho la mirada, mostrando una expresión de tristeza profunda.
—Trox intentó robar el poder de Kiharu —levanto la mirada, mi voz grave y seria—, pero no lo permití. Fui yo quien estuvo cerca de Kiharu en los últimos momentos de su vida.
—Es un alivio saber que tú eres quien se ha quedado con el poder, Handul —dice, su tono mezclado con alivio y dolor—. Trox es demasiado peligroso para tener ese poder. Me alegra que Kiharu pueda revivir con tu ayuda.
Neefar me observa mientras me acerco a ella, y aunque mis palabras parecen reconfortantes, sus lágrimas no cesan.
—No te preocupes —me agacho frente a ella, y con suavidad, uso mis dedos para limpiar las lágrimas de su rostro—. Ya he usado un Zenfrex que él tenía en reserva. En siete días, Kiharu estará de vuelta con nosotros.
Neefar, aún con el rostro mojado por las lágrimas, empieza a relajarse. Su expresión se suaviza y una sonrisa de alivio emerge en sus labios.
—No sabes cuánto miedo y angustia sentía —dice, su voz cargada de una mezcla de emoción y gratitud—, pero al verte con el poder de Kiharu, supe que había una oportunidad para devolverle la vida. Siento que el alma me ha vuelto al cuerpo.
Sus labios rojos, tan provocativos y perfectos, empiezan a perturbarme. Una oleada de deseo y frustración me envuelve, casi puedo sentir la tentación de acercarme más y capturar esos labios con los míos.
—M-Mejor llevemos el cuerpo de Kiharu al laboratorio de la nave nodriza —dice Neefar, visiblemente nerviosa, mientras se levanta del suelo y se aparta rápidamente de mí.
—No perdamos más tiempo —dice Ashtaria, acercándose y agarrando el cadáver por debajo de los brazos—. El cuerpo de Kiharu debe mantenerse fresco y en óptimas condiciones.
—Te ayudo —respondo, tomando el cadáver por debajo de las rodillas. Juntos, cuidadosamente, colocamos el cuerpo en el compartimiento de la nave de Neefar, preparándonos para el transporte inmediato al laboratorio.
La nave de Neefar desaparece de nuestra vista, y así, poco a poco, la atracción va disminuyendo. Ahora comprendo lo que presenciamos esta mañana. Kiharu y Neefar no lograron resistirse a esta atracción y, tal como lo dijo Trox, no creo que sientan amor el uno por el otro. Mi estúpido hermanito está enamorado de Ashtaria.
Giro la mirada y la encuentro ingresando coordenadas en su brazalete para llamar a su nave. Está visiblemente furiosa, y soy consciente de que jamás me perdonará por esto. He perdido hasta la más insignificante oportunidad con ella, pero no me importa. Solo quiero hacerle pagar por todo este dolor que siento.
Sin decir nada, la veo entrar en su nave y alejarse rápidamente del lugar, de mí. Maldición, cómo duele…
No quiero regresar al asentamiento. El solo pensamiento de enfrentar las miradas llenas de tristeza y las lágrimas derramadas por Kiharu me enferma. Mejor me quedo aquí, sentado bajo este árbol, donde al menos puedo encontrar un poco de paz en medio de mi tormento. No puedo soportar la idea de escuchar a la gente hablar de él como si fuera un héroe, de ver cómo lo lloran y lo honran.
Me quedo mirando el horizonte y como las sombras de los árboles se alargan mientras el sol comienza a ponerse, mas no encuentro alivio en la belleza del paisaje, trato de encontrar algún consuelo en la soledad, y no hayo nada. La traición de Ashtaria me quema por dentro, la rabia y el dolor me consumen. Todo lo que he hecho, todo lo que he sacrificado por ella, parece no haber servido de nada.
—¿Princesita, por qué tan deprimida? —una voz inesperada surge tras el tronco del árbol, sorprendiendo mi soledad.
—Trox… —me levanto del suelo rápidamente, entrando en modo ataque al ver sus ojos amarillos neón.
—No sabes cuánto estaba esperando este momento.
—Lo dices como si supieras que iba a pasar.
—Pues sí, por si no recuerdas, mi singularidad se llama «Tiempo-espacio».
—Tiempo… ¿Acaso tú…?
—¡Exacto! —me interrumpe con una sonrisa—. Puedo viajar a través del tiempo, he visto cosas del futuro, cosas que te interesarán.
—Esperaste a que yo robara el poder —me enoja, me hace sentir más débil que Kiharu—. Ni creas que te será fácil matarme, ¡yo no soy Kiharu!
—No, no —lo veo caminar hasta pararse frente a mí—. No quiero tu poder, solo quiero que trabajemos juntos. Tú y yo haríamos un excelente equipo.