Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

69. El inicio del festín

El discurso de mi padre concluye con una invitación al festín. Inmediatamente, los Mikadeanos comienzan a movilizarse hacia la gran tolda para disfrutar del banquete, mientras que los miembros de la élite se acercan a los recién llegados para saludarlos.

Siento una mezcla de confusión y agotamiento. Los eventos se han desarrollado demasiado rápido, y ahora debo enfrentar a estos nuevos miembros que han llegado en un momento ya complicado. Observando desde mi lugar, veo cómo Rauzet se acerca a Neefar y la saluda. Desde aquí, puedo escuchar su conversación.

—¡Cuánto tiempo sin verte, Neefar! —Rauzet la toma por sorpresa y le da un abrazo, provocando que la ira comience a burbujear en mi interior—. No has cambiado nada, sigues igual de linda.

Sus palabras parecen tomarla por sorpresa, y la veo visiblemente nerviosa.

—¿Rauzet, cu-cuándo regresaste a Mikadea? —Neefar parece recordar mis sentimientos, y sus ojos se encuentran con los míos. Para ocultar mi enojo, giro la cabeza, intentando esconder mi frustración.

—Después de que el gran Halu aprobara el nuevo asentamiento, envió un mensaje al planeta Greymor para anunciar mi regreso. No sabes cuánto me alegra verte de nuevo y poder contarte tantas cosas. Por favor, ven conmigo.

Mi corazón se aprieta al ver cómo Rauzet toma la mano de Neefar y la conduce hacia el Dominio Élite. No pasa mucho tiempo antes de que ambos desaparezcan dentro del edificio.

—Ese tipo es un completo ridículo, solo quiere ver el mundo arder —Polh aparece a mi lado, claramente molesto.

Es cierto, Polh aún no sabe nada sobre mi relación con Neefar.

—Polh, no permitiré que tú ni nadie me separe de Neefar…

Un silencio pesado sigue a mis palabras, cargado de traición.

—Siempre he estado interesado en Neefar, y aún así te atreves a ir tras ella.

—Ya estoy con ella, no hace mucho que me ha correspondido.

Polh empieza a reírse de manera descarada, sus carcajadas se vuelven cada vez más intensas.

—¡¿En serio?! ¿Y por qué se está yendo con otro tipo? —Su burla solo aumenta mi irritación.

No tengo por qué soportar esto, así que decido dejar a Polh y dirijo mis pasos hacia el edificio del Dominio Élite en busca de Neefar. Aunque sé que ahora podría estar molesta conmigo por irme con Ashtaria, necesitamos resolver estos problemas cuanto antes. De lo contrario, podrían crecer y convertirse en un obstáculo aún mayor para nuestra relación.

Empujo con fuerza el portón principal del edificio, dejándome llevar por una agitación que apenas puedo controlar. Mi mente está llena de imágenes inquietantes sobre posibles avances sexuales de Rauzet y la reacción de Neefar. La preocupación me consume: temo que ella aún tenga sentimientos por Rauzet y que, al pensar que yo sigo enamorado de Ashtaria, acepte a Rauzet de vuelta.

Rebusco por los laboratorios, las salas de reuniones, el cuarto de maduración, las oficinas administrativas y hasta me atrevo a invadir la habitación de Neefar, pero no logro encontrarlos.

Al salir de la habitación, me encuentro con Brawn, que está saliendo de su propia habitación.

—Brawn, ¿has visto a Neefar por casualidad? —le pregunto con urgencia.

Me observa con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—Si no está en su habitación, ¿qué hacías tú allí? —me responde, levantando una ceja.

—Pensé que ella estaba ahí, pero parece que no.

—¿Sabes que te puedes meter en problemas por entrar a la habitación de una chica sin permiso?

—Pero tú no se lo dirás a nadie, ¿verdad? —le pido con una mezcla de esperanza y desesperación.

Brawn frunce el ceño, luego suspira con desdén.

—Vi a Neefar y a Rauzet salir de la cocina. Creo que se dirigían al toldo del festín.

—Gracias, amigo. —Coloco mis manos en sus hombros en señal de gratitud—. Te lo agradezco mucho.

—Neefar es una buena mujer —dice Brawn con una sonrisa repentina—, estoy seguro de que estará mejor contigo.

Salgo caminando a pasos apresurados por los pasillos del Dominio Élite, cada segundo que pasa es un minuto menos en nuestro futuro. El «nosotros» se hace cada vez más pequeño en mi mente, y el dolor de un corazón a punto de desmoronarse se vuelve casi insoportable. El dolor de desamor es algo que no estoy seguro de poder soportar, especialmente porque sé que se sentirá peor que el anterior.

Llego a la tolda y comienzo a buscar a Neefar entre la multitud. Hay una gran cantidad de Mikadeanos aquí dentro, especialmente frente al buffet. Muchos ya disfrutan del festín, con sus platos llenos de exquisiteces y copas rebosantes de los mejores néctares que Tiakam ha ofrecido hasta ahora. Mi mirada se cruza con la de mi padre, Kimku, Handul, Klea y, entre todos ellos, una solitaria y deprimente Ashtaria. La luz tenue de las lámparas de piedra hace que me cueste enfocar los rostros distantes. Me esfuerzo por encontrar aquella larga y ondulada cabellera que normalmente es atada con un lazo negro, y agudizo el oído para captar su suave voz entre las múltiples conversaciones, pero no la encuentro.

«Neefar, ni maldiciéndome con una ceguera podrás ocultarte de mí».

Finalmente, la localizo. El resplandor de sus ojos celestes no puede pasar desapercibido. Neefar está conversando animadamente con Rauzet, lo que me enfurece aún más.

—¿A dónde vas, hijo? —mi padre detiene mis pasos al posarse su mano sobre mi hombro.

—Padre… —me giro para enfrentarle y trato de forzar una sonrisa.

—Deberías ir a buscar tu platillo antes de que se acaben, los frutos de Tiakam son exquisitos —me aconseja mi padre.

—Yo… —mi mirada se dirige nuevamente hacia Neefar.

—Neefar está deslumbrante con esos ojos celestes neón, ¿verdad? —mi padre también la está observando—. El primer reporte que recibimos en Mikadea fue una disculpa de Ashtaria, explicando cómo puso en peligro toda la misión y cómo Neefar logró salvar a todos.

Mis ojos vuelven a encontrar a Ashtaria.




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