Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

90. Raza sentenciada

El tiempo de recuperación para los miembros de la élite ha sido largo y complicado. Foxer perdió un brazo, y Brawn quedó con una pierna coja, sumido ahora en intensas terapias para recuperar su movilidad. Ashtaria despertó sin demora y, por fortuna, pudo descansar adecuadamente. Neefar le dio el alta, pero sigue supervisando su recuperación con esmero, dado que se trata de un órgano tan delicado como el cerebro.

Nos encontramos reunidos en el salón de reuniones, alrededor de una mesa rectangular. Ashtaria, Kimku, Neefar, Brawn, Foxer, Rauzet, Yazu, Handul y yo nos miramos con la consciencia de que hemos quedado como una élite debilitada, vulnerable a nuevas pérdidas. Nadie está al cien por ciento, y la presión de la supervivencia de nuestro planeta se hace sentir.

Hoy no estamos aquí para trazar un nuevo plan que nos permita avanzar en nuestra misión. Estamos retrasados; uno de los asentamientos ha sido destruido y solo nos queda uno operativo, lo que reduce considerablemente nuestras posibilidades de éxito. Los reportes atmosféricos de Tiakam se vuelven cada vez más alarmantes, y la urgencia de actuar es inminente.

—Desde que me mudé al segundo asentamiento, puedo asegurarles que las excavaciones siguen con normalidad —digo, tratando de aportar algo de claridad—. Aunque la productividad ha disminuido, hemos retirado a todos los tiakamitas de las minas y los mikadeanos dispuestos a trabajar son muy pocos.

—Muchos mikadeanos han sido devueltos a Mikadea —añade Yazu—. No podemos permitir que sigan consumiendo nuestras reservas sin contribuir. Es un desperdicio de tiempo, personal y recursos.

—Yo los hubiera lanzado al fuego de la estrella —refunfuña Handul.

—Lo sabemos, amor —responde Ashtaria con un tono altanero—. Pero aquí estamos, tratando de resolver la situación.

Mi hermano le dirige una mirada fría a Ashtaria antes de continuar.

—Junto con la fuerza armada de Mikadea, sobrevolamos el antiguo asentamiento y encontramos todo en ruinas. Los tiakamitas han invadido varias edificaciones y han empezado a residir en ellas —Handul suelta una risa cínica—. Claro, las edificaciones están destruidas, pero son mucho más resistentes que esas miserables chozas que solían construir.

Foxer, Rauzet y Yazu ríen junto a Handul, pero la risa es más un reflejo de impotencia que de verdadero humor.

—Los tiakamitas y los croolers ahora coexisten en nuestro propio asentamiento, formando una nueva civilización —agrega Foxer con desdén—. Deberíamos acabar con todo y no dejarles nada —sus ojos parecen encenderse con furia.

—Más que eso, propongo erradicar ambas razas —dice Handul con una expresión de falsa sapiencia, como si su propuesta fuera la solución definitiva.

Los que están de acuerdo con Handul asienten, pero otros se muestran en desacuerdo.

—¡Están locos! —exclamo—. ¡No podemos exterminar una raza entera! Muchos de esos tiakamitas son inocentes. ¡Nod está ahí abajo con su familia! Muchos nos han sido leales.

—Estoy de acuerdo con Kiharu —afirma Kimku—. Muchos tiakamitas han sido de gran ayuda en las minas. Conozco a varios; merecen vivir.

—Handul, ¿acaso no recuerdas? —interviene Ashtaria—. El gran Halu prohibió la destrucción de cualquier raza en Tiakam.

—Son Croolers, tus peores enemigos —señala Handul, mirando el planeta Tiakam a través del ventanal—. Ahora tienen a los tiakamitas como aliados, tus nuevos enemigos, los que te dejaron la cabeza llena de cráteres —mi hermano responde entre risas, y su grupo sigue el chiste riendo.

—¡Felicidades! Ahora eres el asteroide andante de la élite —añade Foxer con una risa cruel.

Esto me enfurece aún más.

—No te burles de mis desgracias, Foxer —responde Ashtaria con rabia, pero él sigue riendo.

—¡Mírame, Ashtaria! —Foxer levanta su único brazo—. Si hablamos de desgracias, esos salvajes de ahí abajo me arrancaron un brazo.

Puedo ver que la risa de Foxer es una manifestación de su frustración. Su necesidad de venganza es latente.

—Fueron los Croolers quienes te hicieron eso, no los tiakamitas —le recuerda Neefar a Foxer.

—Neefar, debemos aceptar que evolucionamos a los tiakamitas y solo empeoraron las cosas —responde Rauzet encogiéndose de hombros—. Somos nosotros quienes destruimos aquella raza al intentar evolucionarlos.

«¿Nosotros, destruir la raza tiakamita?».

—Déjame intentar una última vez —pide Neefar con desesperación—. Podemos darles una segunda oportunidad a los tiakamitas.

—No, no volveremos a usar el Zenfrex con ellos. Es una pérdida total —dicta Handul con determinación.

—¡No, no volveremos a usar el Zenfrex! —aclara Neefar—. Permíteme modificar su cadena genética. He estado estudiándolos y puedo mejorarlos usando nuestra tecnología.

—Handul tiene razón, Neefar —Brawn también se muestra en contra de la propuesta de Neefar. Se nota que el planeta Tiakam le ha causado mucho dolor, especialmente después de la pérdida de Klea—. Ese lado del planeta debe ser limpiado de seres tan despreciables…

«Esto no pinta bien… Todos están a favor de Handul».

—Handul, si mi padre se entera de esto..., podrías perder el trono —intento advertirle.

—¡Los que estén a favor de la extinción, levanten la mano! —Handul ignora mi advertencia.

Todos levantan la mano, excepto Ashtaria, Neefar, Kimku y yo.

Maldición...

—¡Está decidido! Los tiakamitas y los Croolers dejarán de existir —declara Handul con una sonrisa triunfante.

—¡Esto no puede ser cierto! —Ashtaria golpea la mesa con la palma de su mano y se levanta con furia—. ¡Que se jodan todos! —da media vuelta y se marcha histérica.

No puede condenar a toda una raza solo por los errores de unos pocos. Esto está mal...

Coloco mis manos en mi cabeza, abatido.

—¿Quieres que invente alguna sustancia tóxica para exterminarlos? —pregunta Rauzet.

—No, no afectemos la atmósfera. Necesitamos su pureza para respirar con libertad —responde Handul.




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