Zombie Queen

La Huida a la Isla Muerta- II.

II

No sabían que llegarían tan rápido, pero sucedió.

Cuando la noche ya desaparecía para amanecer, las expareja conversaban en como llegarían a algún lugar. Sin embargo había algo de esperanza.

Desde donde habían partido en el crucero, quedaba un puerto pesquero. Pero no sabían exactamente en qué lugar. Los niños dormían bajo la tela del bote. El sol se asomaba a lo lejos del mar. Entonces vieron una pequeña silueta, algo oscuro.

Cuando el sol terminó de asomarse, una isla tomó forma. Rápidamente agarraron unos remos y empezaron a navegar. Los pequeños se despertaron por el movimiento.

 

Después de media hora, llegaron a aquel lugar. La arena estaba caliente, jalaron el bote hacia la superficie y descansaron un poco. Unas gaviotas volaban en el cielo.

Thabie recordó exactamente como pasó todo antes de ser rescatados. Antes de hallar la cosa más horrible sacada desde el mismo averno.

Thabie y Emil armaron la tienda que encontraron en el bote, sus hijos aún tenían sueño y la pequeña Olga lloraba. Sus padres hicieron que los dos durmieran, lo consiguieron, pero ahora debían hacer lo que habían planeado. La frondosa selva se extendía hasta el otro lado de la isla, sin embargo primero vieron si se podía rodear la isla. Era imposible, había rocas y el mar se agitaba temerosamente.

 

  1. Y es así que, con un machete y unas dos linternas se adentraron. Según lo que recuerda, aquello transmitía una sensación de miedo y odio. No habían hablado de su rompimiento todo ese tiempo, pero acaso era necesario. Claro que no, tampoco importante en esa situación. Estaban ante algo que desconocían.

Recorrieron un sinfín de caminos, pero en cada árbol que pasaban amarraban una pita y lo pintaban con tiza blanca. Subieron una gran cuesta. Desde allí el recorrido se volvió misterioso.

Las paredes de aquella subida estaban dibujadas, había símbolos y criaturas antropomorfas. Ninguna conocida por ellos, ni de mitología griega o egipcia u otra. Siguieron hasta llegar a lo más alto. Descansaron un momento mientras miraban la carpa a lo lejos, en la orilla del mar.

Entonces escucharon un grito gutural. Venía desde la cima de la pequeña montaña. Corrieron para ver que era. Sin embargo no esperaban que sería lo último que recordarán.

Escalaron con fuerza, y al llegar a tocar el final, se asomaron.

Para su sorpresa, una silla grande se centraba en el lugar. Y en ella, estaba una cosa que debía ser humana, pero, no tenía ojos. Y estaba envuelto con espinas. A su alrededor aparecieron criaturas parecidas a perros, pero sin cabeza. En vez de ella, era una burbuja roja y transparente. Todo estaba hecho de carne roja, y líquido de color rojo, era sangre.

Regresaron presurosos, corrieron, se tropezaron y se golpeaban a cada rato. Siguieron el camino marcado. Y luego un sonido a lo lejos se oyó. Era un barco, que se aproximaba. Corrieron con más prisa. El dolor era algo que no existía en aquel momento, lograron salir.

El barco se hallaba a una distancia corta, así que tomaron a sus hijos y los pusieron en el bote. Luego todo era borroso. Solo recordaba el mar, el barco acercándose. Ellos siendo llevados a salvo a algún lugar. Después, nada. Solo dormían.




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