-Creí que jamás llegarías- dijo exhausta.
-Lo siento tuve problemas.
-¿Al fin mataste a uno?
-Uhmm no sólo... sólo tuve que arrancarle los dedos.
-¡Que asco!
-Si claro, tu tienes sangre y vísceras en los tenis- me miro enfadada mientras subía sus asquerosos zapatos hasta mi cara
- ¡No, no hagas eso!
Su risa... por primera vez pude escuchar su risa y de algún modo todo en mí se sentía increíblemente bien.
-Ah estoy tan cansada.
-¿Quieres dormir?- pregunté en tono amable.
-No, debo cuidar de que no nos pierdas.
-Tan sólo dime hacia donde.
-Uhmm sigue derecho.
-Claro.
-Ahora llegaremos un poco antes de lo planeado.
- ¿En cuántos días?
-Menos de tres días.
Sin duda era un punto a favor, menos días fuera significaban menos probabilidades de morir pero porque ahora que siento que podría entablar una charla con ella que no terminará en "No".
Curiosamente también siento incertidumbre, no sé lo que me espera cuando lleguemos a ese lugar pero es seguro que me dejará a mi suerte desde ese momento.
-¿Cómo es ese refugio?
-Supongo que te gustará más que a mí.
-¿Eh?
-Uff hay muchas personas, casi todos los días se respira paz- hacía ademanes exagerados-aunque debes de entender que todos ahí tienen sus propias obligaciones.
-¿Qué obligaciones?
-Es como una sociedad, cada quien tiene un oficio. Están los vigilantes que cuidan de todos dentro, un oficio demandante no creo que tu puntería te ayude para ser uno de ellos.
-Que cruel- me reí.
-Después está el equipo de rescate, como te imaginarás ellos se encargan de ayudar a todos los sobrevivientes y llevarlos con nosotros, también recogen víveres y combustible si encuentran en su camino nadie ahí le teme a esas cosas, pasan más tiempo fuera que a adentro pero después de todo son los más admirados.
-¿Acaso también tienen privilegios?
-Las mejores casas de nuestra pequeña colonia y el respeto de todos.
-Bien, seguramente pienses que no tengo oportunidad en ese grupo, así que continúa.
-Me has leído la mente. Ya tenemos a varias personas que se encargan de atender a los heridos y dudo que sepas algo sobre medicina y remedios caseros. Hay oficios menos peligrosos como ser un granjero o un cocinero. Sea cual sea el oficio que te otorguen piensa que cada uno de nosotros depende del otro y por esa razón debes hacerlo bien.
-Entiendo. ¿Cuál es tu oficio?
-Salgo por municiones, armas y medicamentos.
-¿Y cómo le llamas a tu equipo?
-¿Equipo?- soltó una risa sarcástica- trabajo sola.
-¿En verdad?
-Si.
-Pero por tus tareas se supone que deberías estar con los de rescate.
-No necesito de muchas personas para realizarlo, ellos hacen lo suyo por su parte y yo lo mío.
-¿Por qué?
-Te lo he dicho, no me gusta estar rodeada de personas.
Ahora podía entender el tamaño de la mochila que cargaba aunque sigue siendo estúpido que se arriesgue sola.
-¿Elegiste eso tú misma?
-Así es.
-Osea que podría elegir de que forma colaborar.
-En realidad se basa en tus habilidades.
-Bella forma de decirme inútil.
-Yo jamás dije eso pero... tampoco estoy en contra.
-Mejor me callo.
El camino volvió a ser un escenario vacío y aterrador cuando dejamos de hablar, ahora podía concentrarme en la carretera, cuerpos en descomposición por doquier y autos volcados, era otro pueblo fantasma.
Debieron pasar varios minutos para llegar al primer crucero para volver a dirigirle la palabra.
-Oye.
-Hacia la izquierda.
Ella sacó un pequeño papel de las bolsas de su sudadera y miro hacia todos lados.
-¿Buscas algo?
-Una farmacia.
-¿Para qué?
-Para comprar mis pastillas anticonceptivas.
-¿Eh?
-El invierno se aproxima creo que es obvio que necesitaremos más medicamentos.
-Perdón.
¡Que estúpida pregunta Andrew!
-¡Ahí hay una!
Me detuve lo más cerca del pequeño establecimiento.
-Uff quédate aquí, no creo que aparezcan esas cosas.
-Bien.
El lugar parecía haber sido saqueado anteriormente, el cristal de la puerta ya estaba roto. Tal vez no tendríamos suerte. Entre más pase el tiempo todo se acabará, será aún más difícil sobrevivir. ¿Cuánto tiempo me queda?
-Vámonos.
-Claro. ¿Hacia dónde?
-Retrocede, por ahora no nos conviene ir más adentro de este pueblo.
No me equivoque, ella regreso con las manos casi vacías; una par de cajas y tres termómetros. Saco nuevamente su hoja de papel y suspiro.
-¿Qué más necesitas?
-No creo que consiga más que esto, busquemos una gasolinera.
-Uff debe ser ya.
-¿Qué?
-Está por...
-No me digas.
-...terminarse.
-Ya no me digas más.
El tanque estaba casi vacío, lo peor del caso era que tendría que cargar todo de nuevo.
-¿Aún nos queda mucho por recorrer?
-Si pero debe haber una estación de servicio por aquí.
-Estaremos bien- me miro confundida.
-No me preocupan los leprosos o tener que volver a caminar pero necesito descansar.
-Puedes dormir- sé quedo callada.
-No sabes hacia donde queda.
-Confía un poco en mí, si hay problemas te despertare.
-Uff esta bien.
No dijo nada más, se acomodo en el asiento y cerro los ojos.
Sus largas pestañas se posaron sobre sus mejillas, su piel era pálida y sin ninguna impureza, tenía algunas pecas que apenas podían ser vistas si le tomabas mucha atención, no podía negar que era la chica más bella a la que me he podido acercar en toda mi vida.
La carretera parecía eterna hasta que apareció un letrero; la estación de servicio estaba sólo a 100 metros. La emoción casi me hizo despertarla pero antes de siquiera tocarla pensé en que me rompería el brazo, no somos tan cercanos para que me sienta seguro de hacerlo, sin embargo no tuve que tocar su hombro para que ella se despertará de golpe y hablando de golpes, ella casi pegó contra el tablero cuando la camioneta se detuvo en seco.