Zona Mixta

Capítulo 6

Alana

Las notificaciones no habían parado desde que abrí los ojos.

"Fran García se sincera: 'A veces siento que el fútbol me ha robado la vida' ".

"Las palabras más íntimas del lateral, al descubierto".

"¿La presión ha acabado con Fran García? Su testimonio más crudo genera preocupación".

Cada titular era una bofetada. No porque fueran falsos. No porque exageran. Sino porque yo sabía exactamente de dónde habían salido esas frases.

La última entrevista que tuve con el. La que habíamos hecho en privado. Con las preguntas de Valeria. Con algunas más fuera de guión. Esa donde Fran se había abierto como nunca antes. Donde me había hablado de su infancia, de la presión, de la soledad que a veces sentía incluso rodeado de miles de personas. Donde yo le había prometido que algunas cosas se quedarían entre nosotros.

Y alguien —alguien que no fui yo— lo traicionó.

Ni siquiera me había dado tiempo a publicar la parte de la entrevista que si que iba para el público.

Me vestí rápido, sin maquillarme. No tenía cabeza para nada más. Solo podía pensar en él, en su rostro al ver lo publicado. En sus ojos verdes, esa mirada intensa que tantas veces me había escudriñado como si buscara algo más allá de mis palabras.

Llegué allí antes de lo habitual. La zona mixta aún estaba vacía. Me senté en un rincón, con el móvil entre las manos y el estómago hecho un nudo. Lo intenté. Le escribí por Instagram. La única red social donde podía comunicarme con el: "No he sido yo. Por favor, créeme". No había respuesta. Solo que había visto el mensaje.

El partido, que había sido a mediodía, terminó. Golearon. Él asistió y jugó bien, pero ni siquiera celebró. Y cuando se acercó al túnel, nuestras miradas se cruzaron por primera vez.

Fueron dos segundos. Dos segundos en los que sus ojos me atravesaron como una cuchilla. Nada de calidez, ni sorpresa, ni decepción. Sólo frialdad. Dolor trasformado en distancia.

Y después, giró el rostro. Como si no me conociera.

—Fran.—me armé de valor mientras se quitaba la cinta de la muñeca—. Solo quiero hablar contigo. Un minuto.

Se detuvo. No me miró, pero sí contestó.

—No tengo nada que decirte.

—No fui yo.—insistí, dando un paso hacia él—.Te lo juro. Alguien debió coger mi grabación. Yo..

—¿Y cómo han cogido esa grabación? La hiciste con tú propio móvil. ¿Quién ha tenido esa grabación, aparte de ti?—soltó por fin, girándose lentamente. Su tono no era de rabia, era peor. Era decepción pura—.¿Esperabas que no lo notara? Que justo las frases de nuestra conversación privada aparecieran mágicamente en todos lados.

Tragué saliva. Mi voz tembló.

—Yo no he publicado nada. Puedes pensar lo que quieras, pero yo jamás..

—No es lo que pienso, Alana. Es lo que ha pasado—sus cejas de fruncieron— Me abrí contigo. Te dije cosas que no le contaría ni a mis compañeros. Me hiciste sentir que podía confiar en ti.

—Y podías. Puedes. Pero me han engañado..

Fran soltó una carcajada seca, sin humor.

—No lo entiendes. No es solo lo que dijiste o no dijiste. Es cómo me has dejado expuesto. Cómo ahora la gente cree que me pasa algo, como si fuera débil y todo esto hubiera podido conmigo. Como si necesitara compasión. ¿Sabes lo que significa esto en mi posición?

Quise tocarle el brazo, pero el retrocedió.

—No quería hacerte daño, Fran. Te lo juro.

—Pues lo has hecho. Y lo peor es que ni siquiera te das cuenta —dijo, y por un segundo, vi algo romperse en su rostro. Tal vez una parte de la confianza que habíamos construido.—Así que no. No quiero hablar. No quiero entrevistas. Y no quiero verte.

—Lo siento, Fran. Yo.. —me estaba disculpando por algo que yo no había hecho. Pero no podía evitar sentirme culpable de que él se sintiera así.

—Sabía que no podía confiar en ti.—se pasó una mano por el pelo, su rostro parecía cansado.— Lo sabía, joder. Sólo querías una buena entrevista. Algo que darle a esos carroñeros y lo has conseguido.

Me quedé paralizada. Las palabras no salían. Solo asentí, con la garganta ardiendo.

Él se marchó sin mirar atrás.

Valeria me encontró en el coche, con las manos en el volante y la mirada perdida. No lloraba. No podía. Me dolía demasiado para eso.

—¿Te ha dicho algo?

— Sí.—respondí en voz baja—. Que no quiere verme. Y que no debería de haber confiado en mi.

Ella me miró, sería.

—Entonces tienes dos opciones. Lo dejas ir.. o luchas para que entienda que no fue culpa tuya.

La miré de reojo. Tenía razón. Pero ahora mismo, me sentía demasiado vacía como para lucha por nada.

Fran

El agua de la ducha seguía corriendo. El agua golpeaba el suelo con fuerza, pero yo seguía sentado en el banco del vestuario, con la camiseta aún pegada al cuerpo y las manos en las rodillas. Ni siquiera sentir el sudor. Sólo el peso.

Había jugado bien. Eso decían. Otra asistencia. Buen despliegue. Pero no me sentía bien. Nada bien.

La voz de Alana aún me retumbaba en la cabeza.

"No fui yo. Por favor, créeme."

Ojalá pudiera.

Pero las palabras que aparecieron en ese artículo no eran una coincidencia. Eran mías. Mías y de ella. Las había dicho confiando en que no saldrían de esa sala, confiando en que por una vez, hablar con una periodista no significaría exponerme al mundo. Pero me equivoqué.

Me equivoqué con ella.

—¿Vas a estar así toda la tarde o qué? —preguntó Brahim, acercándose con una toalla al cuello.

No respondí. Él se sentó a mí lado, sin decir nada por un momento.

—Escúchame, sé que estás jodido. Pero desde fuera.. se nota que esa chica te importa.

Fruncí el ceño.

—No es eso. Me ha fallado tío. Ni siquiera sé si yo le gustaba o.. —suspiré— Quizá era lo que ella buscaba. Y lo que yo me estaba montando era una película.

—¿Seguro? Porque parece más que estás dolido que cabreado.



#4794 en Novela romántica
#399 en Fanfic

En el texto hay: fanfic, slowburn, sportsromance

Editado: 20.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.