El instituto no estaba lejos de la casa de los Meier. Por lo que la pequeña Ally decidía siempre caminar. Y eso la ayudaba a pensar.
No tenía una vida llena de lujos. Ni una familia enorme con un poderoso apellido y mucho menos salía de fiesta cada fin de semana con amigos, simplemente porque no los tenía.
Ella estaba bien con tener solo a su abuela porque ella le daba un cariño sincero. Su abuela Sally era lo único que la mantenía fuerte para superar muchas cosas que en su entorno pasaban.
Suspiro en resignación cuando vio a lo lejos, en la entrada del instituto a las últimas personas que deseaba cerca en esos momentos.
- Hey! Come planta! – Dijo burlonamente la voz de una chica la cual reconoció. Era Connie Barnett. La capitana del equipo de animadoras del instituto.
Cuando llego a la entrada, la pequeña quiso rodear a la chica y su grupo de amigos que la vivían molestando a diario pero su camino fue obstaculizado. Eso la hizo apretar más la mochila que colgaba en sus hombros y levanto la mirada. Al hacerlo se topo con unos ojos verdes. Los ojos de Benjamín Colt. El chico del cual llevaba años enamorada… pero también el que le rompía su corazón en cada oportunidad que tenía.
Ante la mirada de todos; el chico podía ser el más despreciable e hiriente. Ally lo sabía de sobra. Ya que ella era víctima de eso cada día. Pero aunque intentara odiarlo, simplemente no podía. Porque cada palabra ofensiva de su parte, podía ver en la mirada del chico arrepentimiento.
- ¿Qué pasa come planta? ¿Tienes miedo? – pregunto Connie en tono de burla mientras tomaba el brazo de la más pequeña para girarla. En ese momento varios de sus amigos rieron.
Ally siempre se preguntaba el por qué todos la trataban de esa manera. Y la respuesta nunca llegaba a ella.
- Solo quiero que me dejen pasar – respondió Ally en tono firme. Ganándose varias miradas de sorpresa por parte de los presentes. La pequeña no sabía de dónde había sacado el valor para hablar; ya que todo el tiempo se mantenía callada y se dejaba someter.
Este pequeño acto de valentía había causado que se formara una pequeña sonrisa en el rostro del chico de ojos verdes; que también se había sorprendido por la respuesta de la joven.
- ¿Hay algún problema aquí? – pregunto la voz del director.
Varios negaron y decidieron continuar con sus trayectos. Entre ellas la animadora principal que le dirigió una mirada no muy grata a la más pequeña y se dispuso a caminar hacia el gimnasio del instituto para las prácticas diarias de las porristas. Ally suspiro de alivio por la interrupción del director y dio la vuelta para avanzar a su clase. Pero una voz impidió su marcha.
- Bien hecho – Dijo el chico de ojos verdes. Regalándole una sonrisa sincera y caminando hacia la cancha de atletismo. Esto hizo que el rostro de la pequeña Ally se iluminara como nunca y avanzara finalmente a su primera clase con una gran sonrisa en el rostro.
Benjamín llego al lado de su equipo y se dispuso a escuchar las instrucciones del entrenador para las próximas competencias. Aunque su concentración no estaba con ellos en ese momento. Sus pensamientos estaban en una pequeña florista de ojos color miel. Aquella joven que tanto había humillado y aun así seguía encontrando una mirada llena de amor en ella. Un profundo amor hacia él. Porque no era tonto. El chico sabía muy bien los sentimientos de la florista. Y él no lo merecía.
Su vida estaba rodeada de tanta falsedad.
Unos padres que a pesar de estar vivos, no los veían. Unos padres ausentes.
Una “novia” que decía quererlo pero que se revolcaba con la mayoría del instituto.
Un chico popular y el capitán del equipo de atletismo. Algo que realmente no le interesaba pero que debía mantener. Su posición se debía a las constantes humillaciones que hacía pasar a otros que no lo merecían.
Algo que debía mantener por tener el apellido de una de las familias más ricas del estado. Y debía actuar como tal.
Simplemente una vida llena mentiras. Y se preguntaba como una chica tan tierna y noble como Ally Meier, podía ver algo bueno en él; cuando no lo había.
- ¿Qué pasa Colt?! – Grito el entrenador… llamando la atención del distraído capitán. – A correr! – El joven asintió y comenzó a hacer lo que el hombre mayor le pedía, aun; con la sonrisa de la tierna florista en su cabeza.
Ally estaba muy concentrada anotando algunos apuntes de la clase de Literatura, cuando el director entro interrumpiendo la clase.
- Lamento la interrupción Profesor Wilson. Pero hay una nueva alumna – Dijo dirigiendo su mirada al resto de los estudiantes. – Es un intercambio del instituto central de Oregón – Continuo y su mirada se poso en la puerta del salón. Todos vieron como le hizo señas a la que se suponía que sería la nueva alumna para que entrara.