23:41 María Rodríguez (María): "Si alguien tiene una idea seria sobre cómo salir de aquí, ¡sería genial!"
23:55 Máxima García Kessler (Maxima): "¿Deberíamos formar un club de 'Atrapados en Edificios Anónimos'?"
23:57 Santiago Bulgheroni (Santiago): "Lo siento, Máxima, pero no estoy de ánimo para juegos en este momento."
23:59 Juan Cruz Rosenthal (Juan Cruz): "Ni yo. Pero ¡Hola, Soy KillerS y he estado atrapado en este edificio durante 6 horas!"
00:05 Ibrahim Torres (Ibrahim): "Creo que deberíamos enfocarnos en buscar una salida y no perder tiempo en juegos."
00:07 Alejandro Manuel Santoro (Alejandro): "Estoy con Ibrahim, debemos mantenernos concentrados."
00:10 Marco Cypher (Lucas): "De acuerdo, tal vez deberíamos buscar pistas o una forma de comunicarnos con alguien que nos ayude. No puedo creer que mi peor pesadilla aun sea quedarme sin Wi-Fi. No estamos tan mal."
00:13 María Rodríguez (María): "Tienen razón, pero nadie de mis contactos atiende. Mantengámonos enfocados en encontrar una salida, si alguien se comunica con el exterior, AVISE."
00:15 Martin Morales (Martin): "Gracias por entender, chicos. Vamos a trabajar juntos para salir de esta situación."
00:16 Máxima García Kessler (Máxima): "Eso es lo más sensato. Si alguien me contesta te avisaré María."
00:20 Santiago Bulgheroni (Santiago): "Sigamos adelante y encontremos una forma de salir de aquí. Nuestra seguridad es lo más importante."
Ya a la medianoche, Marco Cypher decidió llamar a Martin para compartir información: "Morales, todavía no encuentro una salida. Las ventanas son de vidrio grueso, además de ser pequeñas. Si las rompiera, igualmente no podría salir por ellas", expresó Marco. Morales, el oficial, respondió con sorpresa: "¿Eh? Yo tengo ventanas grandes aquí, y aun así no puedo romperlas. Pero tengo vista a la calle. Parece que estoy en el piso 30. Aunque rompiera el vidrio, no hay nada a lo que agarrarse."
Ambos hombres se encontraban en un estado de confusión y desconcierto. Marco se preguntaba si había llegado allí estando ebrio y lo habían confundido con un empleado. Morales, por su parte, reconoció la ciudad desde lo alto del edificio y dijo: "Sí, es ese edificio, esa monstruosidad. Es inmenso. Sé dónde estamos, pero no sirve de nada, ya que no tenemos comunicación con el exterior." La preocupación crecía a medida que las preguntas y los temores se entremezclaban en sus mentes. ¿Estaban secuestrados? ¿Habían entrado al edificio en estado de embriaguez?
A pesar de su conocimiento como hacker y programador, Marco Cypher se sentía limitado sin una computadora. Las puertas, aunque similares, parecían estar selladas. Cada minuto que pasaba, más incógnitas surgían, junto con miedos y terrores nocturnos. Nadie pudo conciliar el sueño esa noche, excepto Máxima y María, que, exhaustas, se entregaron al cansancio.
Todos pasaron la noche buscando salidas y tratando de comunicarse con sus familiares. Nadie contestaba, o las llamadas se cortaban inexplicablemente. En medio de la confusión y el agotamiento, Máxima no mencionó al desconocido, asumiendo que era solo otro en su misma situación. Por lo menos ese día, lo había olvidado. La noche se cernía sobre ellos como una pesadilla.
Dia 1:
Máxima emergió de un profundo letargo, como si hubiera sido arrojada al centro de un misterio que persistía sin resolver. Sus ojos se abrieron con cautela, solo para encontrarse nuevamente en el maldito suelo de una oficina desconocida. El dolor que la embargaba, una punzada en su cuerpo, la hizo recordar inmediatamente la incomodidad que había experimentado durante toda la noche en esa posición forzada.
A su lado, como un tesoro olvidado en medio de la penumbra, descansaba su cargador de celular, con la batería al menos parcialmente recargada, como si fuera un indicio de esperanza en un mundo donde las certezas se desvanecían. El objeto, insignificante en circunstancias normales, adquiría un aura de importancia desmedida en ese entorno desconocido, como si fuera el último vestigio de una realidad que se desmoronaba.
La atmósfera en la oficina, sin embargo, era ominosa, como si las sombras mismas conspiraran para mantenerla en su interior. Se sintió observada, como si estuviera atrapada en un escenario distópico de control y vigilancia.
A medida que la lucidez retornaba a su mente, los primeros rayos del sol inundaron la habitación, como un atisbo de esperanza. Máxima, desde su posición, disfrutó de una vista privilegiada del amanecer. Cada detalle, cada rincón, cobraba vida bajo su mirada, incluso los aspectos más nimios.
Esa visión penetrante, la hizo recordar que no había probado bocado la noche anterior. La ansiedad había tejido un nudo en su estómago, como si fuera una manifestación de las angustias existenciales. La habitación, en otro tiempo sombría y misteriosa, se tornaba ahora un escenario donde la luz del día, como un rayo de esperanza.
Con una mirada inquisitiva se encaminó decididamente hacia las máquinas expendedoras. La tarea que se presentaba ante ella era clara: necesitaba encontrar algo afilado para forzar la máquina y saciar su hambre creciente. Pero, antes de llevar a cabo tal empresa, una idea cruzó su mente: ¿y si esperaba al portero? La posibilidad de que el hombre ya hubiera llegado la llenó de preocupación.
Se encaminó hacia las ventanas con una prisa ansiosa. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció repentinamente al descubrir que las ventanas no se abrían. Eran esas ventanas infernales que solo estaban allí para dejar entrar la luz, y su propósito real se manifestó en toda su crueldad. Además, el vidrio era notablemente grueso, como si estuviera atrapada en una prisión de cristal.